Clima irrespirable
"Creo que han sumido en la mayor crisis moral a nuestro pa¨ªs desde la guerra civil, que han deteriorado a instituciones fundamentales como la Corona o el Parlamento, que han dinamitado la confianza en los partidos pol¨ªticos y la comunicaci¨®n con la opini¨®n p¨²blica en dimensiones irreparables a corto y medio plazo..." En estos t¨¦rminos se expresaba el pasado viernes Gregorio Peces Barba en art¨ªculo publicado en EL PA?S con el significativo t¨ªtulo: La guerra: un golpe de Estado interno. En opini¨®n del rector de la Universidad Carlos III, no nos encontrar¨ªamos ante una simple decisi¨®n equivocada del Gobierno, sino ante una ruptura de la legitimidad en el ejercicio del poder. El Gobierno del PP habr¨ªa arrancado esta legislatura con legitimidad de origen, tras el resultado electoral de marzo de 2000, pero habr¨ªa perdido dicha legitimidad con su conducta en relaci¨®n con la guerra de Irak. De ah¨ª el caos en que est¨¢ a punto de transformarse nuestro sistema pol¨ªtico, tan trabajosamente levantado a lo largo de estos casi 25 a?os de vigencia de la Constituci¨®n. Es lo que suele ocurrir cuando se produce una quiebra de la legitimidad democr¨¢tica en la que descansa todo Estado de Derecho digno de tal nombre. De ah¨ª la calificaci¨®n de la conducta del Gobierno del PP como de "golpe de Estado interno", que vendr¨ªa a sumarse al "golpe de Estado internacional", como consecuencia de la violaci¨®n de la Carta de las Naciones Unidas.
La actuaci¨®n del Gobierno ¨²nicamente puede ser calificada de ileg¨ªtima y, por tanto, de golpista.
Me temo mucho que el profesor Peces Barba ha acertado en el diagn¨®stico. Es evidente que el PP gan¨® las ¨²ltimas elecciones generales por mayor¨ªa absoluta y que, en principio, tiene legitimidad para dirigir pol¨ªticamente el pa¨ªs hasta la celebraci¨®n de las pr¨®ximas elecciones generales en 2004. Es evidente que esa legitimidad se extiende a toda la acci¨®n de Gobierno durante esos cuatro a?os, sea cual sea, ya que es imposible saber por anticipado cu¨¢les son los problemas que pueden suscitarse a lo largo de una legislatura. Pero no lo es menos, que llevar a un pa¨ªs a la guerra no es una cuesti¨®n cualquiera y que, en este caso, concurren dos circunstancias que tienen que ser tomadas en consideraci¨®n:
Primera. Que no se abord¨® en la campa?a electoral de 2000, porque entonces nadie imaginaba que podr¨ªa plantearse. En consecuencia, es claro que el Gobierno y la mayor¨ªa parlamentaria del PP no obtuvo del electorado ning¨²n mandato para actuar de la forma que lo ha hecho.
Segunda. Que, sin embargo, s¨ª sabemos por los resultados de todos los estudios de opini¨®n publicados, que los ciudadanos espa?oles est¨¢n de manera pr¨¢cticamente un¨¢nime en contra de la guerra.
Quiere decirse, pues, que no nos encontramos ante un asunto ordinario de Gobierno, en el que la discrepancia entre una opini¨®n p¨²blica mayoritaria y la posici¨®n del Gobierno puede pasarse por alto. Nos encontramos ante un asunto extraordinario y en el que no es que exista una discrepancia, sino que existe una contradicci¨®n total y absoluta entre la acci¨®n de Gobierno y la opini¨®n de los ciudadanos.
Es posible que ni siquiera esta doble circunstancia fuera suficiente para llegar a la conclusi¨®n de que el Gobierno ha dado un golpe de Estado interno, es decir, ha quebrado la legitimidad democr¨¢tica en el ejercicio del poder. Pero cuando esa doble circunstancia se combina con un golpe de Estado internacional, como consecuencia de la violaci¨®n de la Carta de las Naciones Unidas, la conclusi¨®n casi se impone por s¨ª misma. Si hubiera habido una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas favorable a la invasi¨®n militar de Irak, no se hubiera podido decir que el Gobierno espa?ol habr¨ªa dado un golpe de Estado porque la apoyara, aunque la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos estuvieran en contra, como indicaban tambi¨¦n todos los estudios de opini¨®n. Pero sin resoluci¨®n del Consejo de Seguridad, sin mandato electoral y con una opini¨®n p¨²blica casi un¨¢nime en contra, es claro que la actuaci¨®n del Gobierno ¨²nicamente puede ser calificada de ileg¨ªtima y, por tanto, de golpista.
De esta quiebra de la legitimidad democr¨¢tica en el ejercicio del poder es de donde procede la tensi¨®n que est¨¢ empezando a hacerse visible no s¨®lo entre las fuerzas pol¨ªticas sino tambi¨¦n en la calle. No es f¨¢cil soportar que tu Gobierno se comporte como un forajido internacional y que, adem¨¢s, pretenda hacerlo en tu nombre, sabiendo dicho Gobierno expresamente que no s¨®lo no tiene mandato para hacerlo, sino que tiene un mandato en contra.
Esto es, exactamente, lo que est¨¢ pasando. El Gobierno ha perdido, en lo que a la guerra se refiere, toda credibilidad. Ha mentido y ha mentido de manera insoportable, como escrib¨ªa ayer Luis Garc¨ªa Montero. "Lo peor de esta guerra... son las mentiras, la forma imp¨²dica, desvergonzada, c¨ªnica, despectiva, prepotente, cardenalicia, infernal, demag¨®gica, con la que los pol¨ªticos del Partido Popular mienten una y otra vez, transformando el aire del Parlamento en mentira, los peri¨®dicos en mentira, las radios y las televisiones en mentiras". La falta de legitimidad de ejercicio y la manera mendaz en que el Gobierno est¨¢ justificando su pol¨ªtica belicista, disfraz¨¢ndola de operaci¨®n humanitaria, es lo que est¨¢ convirtiendo en insoportable la situaci¨®n pol¨ªtica y la que est¨¢ generando un clima en el que empieza a no ser descartable que se planteen problemas serios de convivencia e incluso problemas de orden p¨²blico.
No son los partidos de la oposici¨®n los que est¨¢n "agitando a las masas", como dice la inefable Te¨®fila Mart¨ªnez. Son los dirigentes del PP con su pol¨ªtica y con sus mentiras los que est¨¢n haciendo que el aire resulte irrespirable. Suerte tienen de que los ciudadanos de este pa¨ªs, a diferencia del presidente del Gobierno, s¨ª crean en el pacifismo. Y lo practiquen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.