Las armas de destrucci¨®n masiva como garant¨ªa
C¨¢ndido de Voltaire tropieza en la costa inglesa, a lo largo de sus catastr¨®ficos viajes por el mundo, con la ejecuci¨®n de un almirante de la Marina Real. Resultaba que el almirante hab¨ªa perdido una batalla. ?Pero por qu¨¦ matarlo?, pregunta C¨¢ndido. "Para animar a los otros", le responden.
Entre el sinf¨ªn de motivos que se atribuyen a la insistencia de George W. Bush en iniciar la guerra contra Irak, desde un complejo John Wayne a la voracidad de su Administraci¨®n por el petr¨®leo, uno de los que postulan en el Departamento de Estado y en el Foreign Office brit¨¢nico es el siguiente: que hay que hacer dar ejemplo con Sadam Husein. Que hay que "animar" a otros pa¨ªses con pretensiones a incorporarse a las filas del eje del mal. Que hay que hacerles ver las consecuencias de ponerse a fabricar armas de destrucci¨®n masiva.
Lo cual parece a primera vista muy l¨®gico. Pero, como han se?alado diplom¨¢ticos de Estados Unidos y Gran Breta?a en conversaciones recientes, la f¨®rmula sufre de un serio defecto: Corea del Norte.
Nadie parece saber con seguridad si Irak posee armas de destrucci¨®n masiva o no. Pero s¨ª se sabe que Corea del Norte est¨¢ mucho m¨¢s avanzada en cuanto a la tecnolog¨ªa necesaria para fabricarlas, y tambi¨¦n para lanzarlas. A diferencia del r¨¦gimen de Husein, el de Corea del Norte no disimula nada. Afirma sin pelos en la lengua que est¨¢ desarrollando un programa de armas nucleares. Adem¨¢s, seg¨²n los estadounidenses y los brit¨¢nicos, Corea del Norte ya ha exportado misiles y material b¨¦lico a pa¨ªses cuyas relaciones con Washington no son siempre buenas. La impresi¨®n que se tiene es de que el r¨¦gimen de Pyongyang, cuya ¨²nica fuerza reside en lo militar, estar¨ªa dispuesto a vender componentes para fabricar armas de destrucci¨®n masiva a cualquiera. Incluso a Bin Laden.
Aunque eso tampoco se sabe con claridad. Porque el gran drama de Washington, como impl¨ªcitamente reconoci¨® el secretario de Estado norteamericano Colin Powell cuando fue a China para pedir ayuda con el problema de Corea del Norte, es que no tienen la m¨¢s m¨ªnima idea de lo que est¨¢ pasando por la cabeza del Gobierno de Pyonyang. La CIA y el MI6 brit¨¢nico no saben ni c¨®mo, ni qu¨¦ piensan. Es un misterio total, como si de extraterrestres se tratara.
Y extraterrestres peligrosos. Tan peligrosos, que el Gobierno de Bush, como Powell se?al¨® en China, prefiere resolver sus problemas con ellos a trav¨¦s de la diplomacia. Es altamente probable que, en caso de que Estados Unidos cercase a Corea del Norte con m¨¢s de 200.000 soldados de la misma manera que lo ha hecho con Irak, Se¨²l o Tokio sufrieran un bombardeo atroz, con misiles convencionales o peor.
He aqu¨ª el dilema. He aqu¨ª otra grave consecuencia de esta guerra con Irak. Quiz¨¢ la m¨¢s grave de todas en cuanto a los objetivos que dice querer cumplir el Gobierno de Bush: el mensaje que se transmite a los pa¨ªses que temen poder estar en la mira del aparato de guerra de Estados Unidos no es que fabricar armas de destrucci¨®n masiva es una mala idea, sino que es la mejor garant¨ªa de que no ser¨¢n atacados.
Para un pa¨ªs como Ir¨¢n, que ya tiene el dudoso honor de formar parte del eje del mal, o cualquier otro pa¨ªs que tema las pretensiones de los ide¨®logos en Washington (sus deseos de exportar la democracia americana al mundo isl¨¢mico) la opci¨®n m¨¢s recomendable ser¨ªa ponerse a construir armas de destrucci¨®n masiva cuanto antes. Ya. Ahora. Antes de que nos toque a nosotros.
Lo cual podr¨ªa desatar una nueva carrera armament¨ªstica. A menor escala que la que se dio durante la guerra fr¨ªa, pero m¨¢s dispersa y peligrosa para la salud planetaria. En Washington ya se han anticipado a esta contingencia. Esta carrera tambi¨¦n la piensan ganar. Despu¨¦s de Irak existe la grave posibilidad de que tengan que ir a por Corea del Norte. Y a por otros tambi¨¦n. Hasta que, despu¨¦s de a?os de guerra, todo el mundo se anime a aprender las lecciones que impone el T¨ªo Sam y la pax americana descienda o no sobre la Tierra.
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