Humor antiguo

Dirigida por un secundario de larga trayectoria, Jes¨²s Bonilla, que hace aqu¨ª su deb¨² tras la c¨¢mara, El oro de Mosc¨² es un artefacto pesadamente c¨®mico, reiterativo y pasado de rosca, hecho a mayor gloria de un tema frecuente en la s¨¢tira criminal, el de los golpes imposibles perpetrados por una pandilla de desarrapados. O sea, una ficci¨®n que pone en funcionamiento a una improbable galer¨ªa de freakies, h¨¦roes dudosos a quienes, como a cualquier p¨ªcaro, les empuja ante todo su ferviente deseo de salir de pobres.

Como en el cine espa?ol no falta buen material profesional, el filme se presenta adornado por una impresionante lista de secundarios de lujo, algunos tan entra?ables como Chiquito de la Calzada, Juan Luis Galiardo o Sancho Gracia, y es ¨¦se su mayor acierto.

El otro, el de construir una pareja hecha de un arrojado, temerario botarate (Bonilla) y un patol¨®gico pusil¨¢nime (Segura, tan diferente a como suele y bastante mejor de como le gusta a sus fans) a quien su mujer maltrata sin piedad, termina naufragando por la nula capacidad de Bonilla para ponerse coto a s¨ª mismo: es la suya una actuaci¨®n tan descontrolada como chirriante.

Pero el principal problema de un filme pensado ante todo para ser consumido por su abundante raci¨®n de sal gorda es, qu¨¦ duda cabe, el concepto de humor que pone en funcionamiento. Chistes sobre gays y minor¨ªas raciales, redundancias de sentido y brochazos de s¨¢tira pol¨ªtica bastante intencionada se dan la mano en una pel¨ªcula que tambi¨¦n tiene sus buenos momentos (casi todos en los que aparecen Resines y Velasco, por ejemplo), y que a buen seguro encontrar¨¢ su p¨²blico entre espectadores poco dados al matiz y la finura y amantes del humor descoyuntado y de grueso calibre.