De las conversaciones con ETA a la disoluci¨®n de Batasuna
Los contactos con la banda terrorista en 1999 convencieron al Gobierno de que ETA no quer¨ªa ning¨²n acuerdo
El secretario general de la Presidencia del Gobierno, Javier Zarzalejos, recuerda aquel d¨ªa de mayo de 1999, en plena tregua de ETA, cuando abandon¨® el hotel suizo en que hab¨ªa permanecido reunido cuatro horas con los representantes de la banda terrorista. Entonces, seg¨²n cuenta hoy, sac¨® la conclusi¨®n de que no hab¨ªa nada que hacer. Tanto ¨¦l como los dem¨¢s interlocutores gubernamentales -el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Mart¨ª Flux¨¢, y el asesor Pedro Arriola- concluyeron que Mikel Albisu, Mikel Antza, y Bel¨¦n Gonz¨¢lez Pe?alba, "estaban en un mundo que no ten¨ªa ninguna relaci¨®n con la realidad".
"Y que, en el fondo", rememora hoy Zarzalejos, no ten¨ªan ning¨²n inter¨¦s en llegar a ning¨²n tipo de acuerdo con el Gobierno. S¨®lo les interesaba imponer su propuesta de autodeterminaci¨®n y condicionar la vida pol¨ªtica vasca".
El papel de Batasuna es apuntalar el Estado dentro del Estado que quiere llegar a ser ETA
Al ser legal en Espa?a, no se pod¨ªa introducir a Batasuna en las listas de grupos terroristas
Era el colof¨®n de otro encuentro previo, celebrado el 11 de diciembre de 1998 en las cercan¨ªas de Burgos, y en el que por primera y ¨²ltima vez se vieron las caras la misma representaci¨®n del Gobierno con otra de Batasuna (entonces Euskal Herritarrok), con la participaci¨®n de Arnaldo Otegi, I?igo Iruin y Rafael D¨ªez Usabiaga. Si en el encuentro con ETA Zarzalejos constat¨® que la banda no quer¨ªa saber nada del Gobierno central, en el encuentro con Batasuna comprob¨® c¨®mo esta formaci¨®n pol¨ªtica no ten¨ªa ninguna influencia sobre ETA. Sus representantes insistieron a los enviados gubernamentales en que conectaran directamente con la banda porque ellos no pod¨ªan actuar ni siquiera como intermediarios.
Zarzalejos, que hab¨ªa seguido muy de cerca los proleg¨®menos del proceso de paz en Irlanda del Norte desde su puesto de alto funcionario en la Embajada de Espa?a en Londres, confirm¨® sus temores de que Batasuna no pod¨ªa jugar con ETA el papel del Sinn Fein respecto del IRA, por la nula influencia que ten¨ªa sobre la banda y por la tambi¨¦n "nula voluntad negociadora de ETA".
De ambos encuentros, seg¨²n asegura ahora, sali¨® Zarzalejos convencido de que ETA acabar¨ªa rompiendo la tregua, lo que ocurri¨® en diciembre de 1999. Ese mes comienza el pre¨¢mbulo de la futura ilegalizaci¨®n de Batasuna.
"En realidad, el verdadero juicio de ilegalizaci¨®n de Batasuna ha durado los 25 a?os de su vida. Cuando nace, con el inicio del juego democr¨¢tico, se le presentaban tres opciones: el frente pol¨ªtico que tiene que organizar ETA para lograr su apoyo social; una organizaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s, que llega a adquirir su propia din¨¢mica aut¨®noma, y el recept¨¢culo pol¨ªtico del fin de ETA", se?ala el secretario general de la Presidencia.
"La ruptura de la tregua por parte de ETA y la total sumisi¨®n de Batasuna demuestran de manera definitiva esta ¨²ltima es el brazo pol¨ªtico de la banda", precisa Zarzalejos.
Pero Zarzalejos y su interlocutor socialista en el Pacto Antiterrorista, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, coinciden en que, con la perspectiva de hoy, la ruptura de la tregua de ETA en diciembre de 1999 tiene un alcance mucho m¨¢s profundo: supone el entierro definitivo por la banda de la tradicional teor¨ªa de la acumulaci¨®n de fuerzas (la suma de atentados) para obligar al Estado a negociar la autodeterminaci¨®n. Y, paralelamente, en ese momento aflora la estrategia sustitutiva -iniciada a mediados de los noventa- de una construcci¨®n nacional apoyada por el terrorismo callejero y la "socializaci¨®n del sufrimiento", recogida en la ponencia Oldartzen de KAS.
ETA inicia la materializaci¨®n de su nueva estrategia en enero de 1995 con el asesinato de Gregorio Ord¨®?ez, teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n, el primer edil del PP asesinado. "Entonces no lo sab¨ªamos. Pero a?os despu¨¦s constatar¨ªamos que ETA llevaba a la pr¨¢ctica en ese momento su teor¨ªa de la construcci¨®n nacional, con la eliminaci¨®n f¨ªsica de la disidencia no nacionalista y el condicionamiento pol¨ªtico del nacionalismo gobernante del PNV y EA, dejando de lado la perspectiva de la negociaci¨®n con el Gobierno central", aseguran Zarzalejos y P¨¦rez Rubalcaba.
"El papel de Batasuna en la nueva estrategia es apuntalar ese Estado dentro del Estado en que pretende convertirse la banda y su entorno. Y el Pacto de Lizarra, alcanzado por Batasuna con todos los partidos nacionalistas vascos, la expresi¨®n pol¨ªtica de esa estrategia de la construcci¨®n nacional".
El cambio de orientaci¨®n de ETA empuja al Gobierno a modificar sus planes antiterroristas. El primer paso es el Pacto Antiterrorista, impulsado por el secretario general del PSOE, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y suscrito por el Gobierno y el PSOE en diciembre de 2000.
El Pacto Antiterrorista ya no se refiere a una hipot¨¦tica soluci¨®n negociada con ETA, como sucedi¨® con su precedente, el Pacto de Ajuria Enea, de 1988, sino en dirigir a la banda un mensaje disuasorio: gobierne quien gobierne en Espa?a, ETA jam¨¢s lograr¨¢ sus objetivos. Tampoco participa el PNV, que aunque se desmarca de Batasuna, no cambia su pol¨ªtica frentista en un af¨¢n de captar el voto disidente del nacionalismo radical.
Zarzalejos y P¨¦rez Rubalcaba destacan otros tres fen¨®menos nuevos que influyen en la decisi¨®n de la ilegalizaci¨®n. El primero, las grandes movilizaciones contra el terrorismo que adquieren una fuerza imparable desde que, en julio de 1997, ETA asesina al concejal del PP de Ermua Miguel Angel Blanco. "ETA asesina mucho menos ahora que en los a?os setenta y ochenta, pero el impacto de sus asesinatos es exponencialmente mayor. Hay una enorme presi¨®n social que incide sobre las fuerzas democr¨¢ticas en demanda de justicia, cuyo motor son las asociaciones de v¨ªctimas", se?ala P¨¦rez Rubalcaba.
El segundo fen¨®meno son las investigaciones judiciales sobre la naturaleza de ETA y su red de apoyo, de la que Batasuna es clave, en las que juega un protagonismo indudable el juez Baltasar Garz¨®n. El tercer elemento es la decisi¨®n de Estados Unidos y la Uni¨®n Europea de actuar m¨¢s contundentemente contra el terrorismo, tras los ataques contra EE UU de septiembre de 2001.
El Gobierno, recuerda Zarzalejos, se encontr¨® con el problema de que no pod¨ªa introducir a Batasuna en las listas de organizaciones terroristas que propuso la UE, porque era legal en Espa?a. De ah¨ª que en noviembre de 2001, tras una reuni¨®n que Aznar presidi¨® en La Moncloa con la c¨²pula de su Gobierno, decidiera la f¨®rmula de reformar la gen¨¦rica Ley de Partidos de 1978 para ilegalizar Batasuna.
El ministro del Interior y entonces de Justicia, ?ngel Acebes, impulsor del proyecto de ley, recuerda c¨®mo los partidos nacionalistas dec¨ªan que iba a arder Euskadi si se ilegalizaba Batasuna. "Suspendi¨® en agosto sus actividades el juez Garz¨®n y no pas¨® nada. Se han tomado medidas m¨¢s duras contra la kale borroka y pr¨¢cticamente ya no existe. En 1997, la Mesa Nacional de Batasuna fue encarcelada por orden judicial y tampoco pas¨® nada".
Acebes atribuye esta situaci¨®n a que ETA y su entramado est¨¢n m¨¢s d¨¦biles que nunca mientras las instituciones democr¨¢ticas se han fortalecido. Rehuye el debate sobre al ascenso electoral que puede tener el PNV con la ilegalizaci¨®n de Batasuna. "Eso no me lo he planteado. Lo importante de la ilegalizaci¨®n de Batasuna es que es buena para la lucha antiterrorista, porque se golpea a ETA". Zarzalejos y Rubalcaba parafrasean al escritor Fernando Savater al se?alar: "S¨®lo se explica la continuidad de ETA por las importantes complicidades que ha tenido en las instituciones. Con la ilegalizaci¨®n de Batasuna se golpea la base de ETA".
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