Al¨ª se queda sin nada
El ni?o Smain, de 12 a?os, ha perdido los brazos y a toda su familia
Sin brazos, sin padre, sin madre, sin hermanos, sin t¨ªos y sin primos. La bomba se llev¨® a 12 de los suyos y lo dej¨® a ¨¦l. El doctor Osama Sal¨¦ entr¨® con paso tranquilo en la unidad de quemados del hospital Kindi y advirti¨®: "Van a ver ahora la mayor tragedia del mundo". Lo que hab¨ªa mostrado hasta ese momento no era precisamente ninguna comedia: un hombre de 60 a?os, alcanzado por la metralla la noche anterior cuando dorm¨ªa, deliraba en su cama y a¨²n no sab¨ªa que hab¨ªa muerto su esposa; otro hombre de 32 a?os yac¨ªa sin una pierna; en otra sala, cuatro ni?os que la noche antes jugaban frente a la casa de uno de ellos se repon¨ªan de las fracturas. "El ni?o que van a ver se llama Al¨ª Smain", dijo el doctor.
"La historia de Al¨ª Smain es la m¨¢s tr¨¢gica que me ha tocado conocer hasta ahora"
El doctor Osama Sal¨¦, que habla buen ingl¨¦s y algo de espa?ol que aprendi¨® en Cuba, mostr¨® tambi¨¦n a una ni?a de cara sonriente, que dej¨® de sonre¨ªr en cuanto la madre mostr¨® una foto de la hermana de la chiquilla, muerta cuando estall¨® una bomba. "Si ustedes luchan por la paz", le dec¨ªa la ni?a a los brigadistas, "hagan algo para que se pare esto de una vez. ?Qu¨¦ hemos hecho para que maten a mi hermana?".
Nadie lo sab¨ªa a¨²n, pero cuatro horas m¨¢s tarde iba a llegar otra tanda de m¨¢s de 35 heridos, producto de una nueva masacre en un barrio humilde del norte de Bagdad donde fallecieron ayer seis ni?os y una mujer adulta.
El doctor Osama Sal¨¦, que no ten¨ªa a¨²n idea del trabajo que le esperaba por la tarde, volvi¨® a advertirlo: "El ni?o que van a ver se llama Al¨ª Smain. Y su historia es la m¨¢s tr¨¢gica que me ha tocado conocer hasta ahora". Desnudo, con el sexo a¨²n sin vello, los ojillos semicerrados, el ni?o Al¨ª Smain parec¨ªa no enterarse de lo que le hab¨ªa pasado. Sobre su cuerpo hab¨ªan colocado una b¨®veda de hierro para que la manta no le rozase la piel. Ten¨ªa el tronco y el abdomen quemado como un trozo de lata, los dos brazos amputados. "Ha perdido a su padre, a su madre y a los dos hermanos", explic¨® el doctor. "Los padres viv¨ªan en Bagdad, pero decidieron irse a un pueblo que est¨¢ a unos 15 kil¨®metros al sur de la ciudad, una zona de campo, para evitar los bombardeos. Murieron anteayer a las dos de la madrugada. Por si fuera poco, Al¨ª se qued¨® tambi¨¦n sin ocho parientes que viv¨ªan en la casa de su t¨ªo, justo enfrente de donde sus padres. Ahora, si ustedes quieren les ense?o unas fotos para que vean c¨®mo qued¨® su familia".
En ese moment¨® entr¨® una comisi¨®n de m¨¦dicos griegos a la habitaci¨®n de Al¨ª. Alguna de las doctoras levant¨® las manos como diciendo qu¨¦ podemos hacer. Otra dijo: "Siento verg¨¹enza de todo esto". Otra doctora se inclin¨® sobre Al¨ª y comenz¨® a hablarle en ingl¨¦s en el tono en el que se le habla a los ni?os cuando se pretende ser afectuosos con ellos. Pero Al¨ª no entend¨ªa nada. La miraba con los ojos semicerrados.
Las fotos que ense?¨® momentos despu¨¦s el doctor en un ordenador son las que uno no querr¨ªa ver nunca, el complemento necesario para comprender el destino de tanta r¨¢faga luminosa que atraviesa el cielo cada noche: un amasijo de brazos, piernas y cabezas donde de repente aparec¨ªa la mano de Al¨ª Smain. Tambi¨¦n se le ve¨ªa a ¨¦l con los brazos como trozos de le?o quemado, antes de entrar en quir¨®fano. Y la cara de la madre en la morgue, toda negra, menos la boca, toda roja. Y una cabeza aplastada exactamente igual que una maceta. Y una cabeza con los ojos fuera de las ¨®rbitas y la boca desencajada, deformada, como si imitara el cuadro de El Grito
"El ni?o no creo que pueda sobrevivir. Las quemaduras son demasiado profundas", coment¨® el doctor Osama Sal¨¦. Horas despu¨¦s, el mismo hospital recib¨ªa decenas de ni?os heridos a consecuencia de un proyectil que estall¨® al norte de la ciudad, en uno de los barrios m¨¢s pobres, y dej¨® un reguero de seis ni?os muertos y una mujer. El barrio se llama Fdeia y est¨¢ habitado por shi¨ªes y kurdos en su gran mayor¨ªa.
El proyectil cay¨® sobre las 14.30 en mitad de una calle de unos cuatro metros de ancho e impact¨® sobre varias casas. La explosi¨®n mat¨® a tres ni?os y a una mujer de una familia y a otros tres menores pertenecientes a otra familia. Dej¨® tambi¨¦n un reguero de 80 heridos.
Los nueve brigadistas espa?oles que se encuentran en Bagdad luchando por el no a la guerra se toparon ayer tarde con la llegada de heridos al hospital de Kindi. "Hemos visto llegar a una ni?a de unos ocho a?os pr¨¢cticamente muerta, con el cr¨¢neo destrozado; a una mujer metida en una ambulancia tambi¨¦n con la cabellera totalmente desprendida del tronco y suelta en la ambulancia. Tambi¨¦n hemos visto a padres con los chavales reci¨¦n curados en brazos y alg¨²n hombre con la camiseta llena de sangre. Nos fuimos enseguida al barrio", coment¨® el coordinador de los brigadistas, Carlos Varea. "En el barrio el panorama era desolador. Era una calle con aguas residuales en medio y el proyectil impact¨® en ella y abri¨® un boquete de un metro de di¨¢metro aproximadamente. Hab¨ªa un establo al lado y un vecino nos coment¨® tambi¨¦n que "murieron 80 vacas", a?adi¨® Varea. "No s¨¦ cuanto tiempo va a durar esto ni durante cu¨¢nto tiempo podremos soportarlo, comentaba el doctor Osama Sal¨¦. En una ciudad cuyos cuatro millones de habitantes se acaban de quedar en su gran mayor¨ªa sin tel¨¦fono, a consecuencia de los bombardeos sobre los centros de telecomunicaciones, ?c¨®mo se las arreglan las ambulancias para llegar al lugar de las explosiones? "No lo s¨¦", confesaba el m¨¦dico. "Supongo que hay ambulancias en cada barrio y que al o¨ªr la explosi¨®n se acercan all¨ª".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.