El Museo Picasso de Par¨ªs explica la creativa relaci¨®n del artista malague?o con la prensa
Se exponen 150 obras del pintor en las que el papel de peri¨®dico sirve de soporte y pretexto
Se trata de tan s¨®lo cuatro salas en las que se re¨²nen unas 150 obras supuestamente menores y, sobre todo, de contemplar una trayectoria infrecuente de Pablo Picasso que abarca desde 1894 hasta 1967, y de hacerlo de la mano de la prensa. El Museo Picasso de Par¨ªs ha sacado para la ocasi¨®n parte del material de sus fondos y lo muestra con otros procedentes de otras colecciones y pa¨ªses. El resultado es una exposici¨®n sorprendente, un prodigio de rigor e inteligencia. La exposici¨®n permanecer¨¢ abierta hasta el pr¨®ximo 30 de junio.
La muestra descubre tanto al artista en acci¨®n como al ciudadano que se interesa por lo que ocurre a su alrededor, al amigo cari?oso o al hombre enamorado, cuatro Picassos en uno gracias tambi¨¦n al talento de la comisaria de la muestra, Anne Baldassari, autora adem¨¢s de un magn¨ªfico ensayo: Picasso papiers journaux.
En 1894, adolescente, Picasso dibuja una rudimentaria historieta e ilustra su correspondencia o diario personal. La prensa espa?ola de la ¨¦poca le sirve de referente y a menudo deja correr su l¨¢piz o su pluma sobre las p¨¢ginas del peri¨®dico. "?Por qu¨¦ cree usted que dato todo lo que hago?", le preguntaba muchos a?os despu¨¦s al fot¨®grafo Brassa?. "No basta con conocer las obras de un artista, hay que saber tambi¨¦n cu¨¢ndo las hizo, por qu¨¦, c¨®mo y en qu¨¦ circunstancias", a?ad¨ªa el artista, empe?ado "en dejar a la posteridad una documentaci¨®n tan completa como sea posible".
Trabajar a partir de diarios impresos, utilizarlos como fuente de inspiraci¨®n, recortarlos para incorporarlos a la obra como material, transformarlos cr¨ªtica o humor¨ªsticamente, descubrir en ellos informaci¨®n que reciclar art¨ªsticamente, citarlos en la propia pintura, todo eso y m¨¢s lo hizo Picasso. Lo que empieza como un juego, muy pronto se convierte en encargos de ilustrador para m¨¢s tarde, en compa?¨ªa de Georges Braque, ayudarle a inventarse el cubismo. "Se puede pintar con lo que se quiera, con pipas, sellos de correos, postales o naipes, candelabros, pedazos de impermeable, papeles pintados o peri¨®dicos...", decide un Picasso que quiere "expresar la realidad con materiales. El papel encolado permite disociar netamente el color de la forma". Y no s¨®lo eso, gracias a la multiplicaci¨®n de los puntos de vista "la tela deja de ser una porci¨®n muerta de espacio".
Arte en acci¨®n
Los diarios participan de esa revoluci¨®n y adem¨¢s permiten seguirla cronol¨®gicamente. Cada hoja remite a un acontecimiento, a un d¨ªa determinado. Picasso reconvierte una foto de Ely en "retrato de rebelde marroqu¨ª"; maniobra sobre unas im¨¢genes de un Paris-Soir de 1941 concebidas como elogio de las trabajadoras al servicio del ocupante nazi y las metamorfosea en galer¨ªa de monstruos, en una justa venganza de "Arte degenerado". A veces el humor no basta y la rabia contra una situaci¨®n lleva a negar los reportajes de propaganda, como es el del Paris-Soir, siempre de 1941, que oculta bajo los gruesos trazos de pintura negra el elogio de unos "caballos moros" que encuentran su lugar en "la nueva Espa?a", es decir, en esa Espa?a de Franco en la que la fuerza de los m¨²sculos derrotaba al motor de explosi¨®n, el f¨ªsico a la inteligencia.
A veces los diarios pueden recortarse en forma de calavera, en otras oportunidades recogen un retrato de Stalin que el PCF no acepta porque Picasso ha rejuvenecido al dictador y no lo muestra bajo el prisma definitivo de "padre de los pueblos". El mismo pintor que participa de ciertas ceremonias de congresos a favor del "progreso y la paz", se despacha a gusto manejando fotos de Vogue, so?ando de nuevo con mujeres ligadas a un insaciable apetito sexual.
Picasso, tras la Segunda Guerra Mundial y la desaparici¨®n de la mejor prensa ilustrada, adopta otra mirada respecto a la fotograf¨ªa. Las im¨¢genes ya no le inspiran el Guernica, las carretillas rebosantes de cad¨¢veres ya no son el motor de su rabia. Prefiere centrarse de nuevo en las novias, en los interiores burgueses e impolutos para comentarlos con acidez o tacharlos como el ni?o que se tapa los ojos para ocultarse de los dem¨¢s.
El papel de peri¨®dico serv¨ªa entonces para envolver el pescado o para encontrar entretenimiento, la conexi¨®n con el mundo pasaba por ¨¦l y Picasso lo utiliz¨® "como polea que levanta masas de historia", dice Baldassari, pues gracias "a la variedad de sus firmas, su aparente neutralidad, su ideolog¨ªa an¨®nima, su manera de relacionarse con el lector, parece hablar la lengua de la realidad". El malague?o sabe que se trata de un espejismo y recorta los diarios para hacerles decir lo que ¨¦l quiere, para que sean formas que se pliegan a su deseo, para que recuerden lo que ¨¦l estima digno de ser recordado, para destruir lo que ¨¦l cree debe serlo.
En la ocupaci¨®n, durante los a?os en que los nazis se pasean por Par¨ªs, las noticias aparecen a menudo tachadas, ocultadas tras un gesto de rabia, una negativa clara a aceptar lo inaceptable. Y eso vale para el franquismo pero tambi¨¦n para la guerra de Argelia.
Lo que indigna a Picasso, lo que pone en marcha su mano, no es s¨®lo el hecho en s¨ª, el horror de un bombardeo o de la muerte, sino tambi¨¦n la manera de contarlo, la glorificaci¨®n del crimen. Es un artista sensible a la comunicaci¨®n moderna, alguien formado por las auques (aleluyas) y perfectamente consciente del poder de la imagen. Cuando se instala en Par¨ªs, a principios del siglo XX, ¨¦l ya es un ciudadano moderno que lee el diario cada d¨ªa, que valora la informaci¨®n gr¨¢fica. "?Es la realidad la que crea la realidad o una idea construida de esa realidad la que la provoca y la hace aparecer?". A todo eso intenta responder la exposici¨®n, que permanecer¨¢ abierta hasta el 30 de junio.
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