Espontaneidad bien calculada

Juega El sue?o de Valent¨ªn a ser cine con aires de ligereza y espontaneidad, casi inventado ante la c¨¢mara, pero algunos de sus giros dan pistas de lo contrario, de que es un filme muy h¨¢bilmente trabajado y en el que casi nada est¨¢ dejado al azar.

Por un lado, su discurso busca l¨ªneas de menor resistencia, cosa que se percibe en que desarrolla dram¨¢ticamente una pantalla con una sucesi¨®n de d¨²os y m¨¢s d¨²os, pocos y muy leves tercetos y ning¨²n cuarteto recordable, lo que simplifica mucho y allana las cosas al director, que (al ser tambi¨¦n el escritor) se pone a s¨ª mismo en bandeja un gui¨®n de caramelo.

Y no es ¨¦sta la ¨²nica f¨¦rtil y astuta inconsecuencia de esta bonita, tierna y agradable (aunque peque?a, menor) pel¨ªcula argentina, pues deja ver otro sinsentido en el empleo como narrador del ni?o protagonista, que as¨ª moldea su (un poco redicho) personaje desde fuera, lo que facilita algo que no es f¨¢cil: hacer cre¨ªbles en boca de un ni?o verbalizaciones de la imagen y alquimias literarias propias de un adulto.

Lo mejor de El sue?o de Valent¨ªn es la intensa verdad del tel¨®n de fondo que inunda con su presencia Carmen Maura. Hace f¨¢cil cuanto hace; derrocha oficio y alma esta enorme actriz, due?a en la pantalla de un lugar expresivo sin equivalencia. Junto a ella, el ni?o, y buen int¨¦rprete, Rodrigo Noya se crece y logra instantes de sabia r¨¦plica a Maura, lo que es un m¨¦rito que a?adir a su capacidad para decir sin que chirr¨ªen, y con ellas hacer gracia, cosas de viejo reviejo.