Buscando la cacerola perfecta
Har¨¢ cosa de un a?o, en nuestros televisores apareci¨® un spot de seguros de coche en el que un ni?o utilizaba una tapa de cacerola como volante. Nadie pod¨ªa prever que no era m¨¢s que el inicio del renacimiento de los usos paralelos de la cacerola. Claro que las autoras de la primera cacerolada, que fue en Chile, idearon este sistema de protesta por una cuesti¨®n l¨®gica: ten¨ªan hambre y golpeaban sus pucheros porque estaban vac¨ªos. Siguiendo la misma l¨®gica, para reclamar el cese de la guerra, ser¨ªa m¨¢s acertado tirar petardos (para simbolizar el ruido de las bombas) o hacer pa?oladas. Pero a la moda no hay que buscarle coherencia. Si nos parece normal comprar pantalones rotos y descoloridos, tambi¨¦n tiene que parecernos normal la protesta de la temporada: la cacerolada. La idea ha triunfado tanto que estaba yo, el otro d¨ªa, batiendo un huevo en mi cocina para hacerme una tortilla cuando, al o¨ªr el ruido del tenedor, todos los vecinos del bloque empezaron a gritar: "?No a la guerra!". Comprend¨ª que no ten¨ªa sentido resistirse m¨¢s. Comprend¨ª que lo que tocaba era salir al balc¨®n con todos ellos. Eso s¨ª, ya que el objeto que golpear tiene que ser una cacerola, quiero la m¨¢s adecuada. En mi cacerolada no se va a aplicar el todo vale. No pienso usar, como algunas, ese cazo ro?oso donde caliento la cera para depilarme el bigote.
Para conseguir eco durante la cacerolada hay que coger dos tapaderas de acero inoxidable, una con reborde y otra plana, m¨¢s peque?a
La acreditada ferreter¨ªa Valls, en la calle del Comte d'Urgell esquina Tamarit, acaba de cumplir cien a?os de vida, y ha recibido por ello una medalla de la Generalitat. Tiene dos partes diferenciadas, que podr¨ªamos denominar la femenina y la masculina. En la femenina, a la izquierda, se venden ollas, cazuelas y objetos de regalo. En la masculina, serruchos, clavos y delantales de cuero. Es como en el Muro de las Lamentaciones, pero al rev¨¦s, porque, en el Muro de las Lamentaciones, la parte masculina est¨¢ a la derecha y la femenina a la izquierda. Entro y echo un vistazo. Enseguida veo interesantes objetos de protesta popular. Por 59,95 euros, la bater¨ªa de cocina Bra, por ejemplo, con dos ollas, una cazuela, tres cacerolas, paella y colador incorporado -que tambi¨¦n se vende suelto-, es ideal para una familia de siete miembros contrarios a la guerra. La fondue cuadrada Cervino de 11 piezas, por 49,90 euros, resulta perfecta para la cacerolada de los matrimonios bien avenidos. Tambi¨¦n veo una consistente olla a presi¨®n Fissler Vitaquik por 111,20 euros, que yo aconsejar¨ªa a los punkis pacifistas o a aquellas personas que simplemente, en su diaria protesta, tengan ganas de sufrimiento extra. Eso, por no hablar del wok con tapa de aluminio, por 29,35 euros, adecuado tanto para la cacerolada de los amantes del mestizaje como para el cocinero Ferran Adri¨¤, si se decide a protestar, de manera minimalista, desde El Bulli-Taller.
Adivinando mis dudas, se me acerca la amable dependienta Feli Pe?a. Cuando le explico lo que busco, me comprende a la perfecci¨®n. "Para la cacerolada lo mejor es el acero inoxidable. Eso por supuesto. El acero inoxidable es lo que hace m¨¢s ruido. Adem¨¢s, si es inoxidable bueno, como ¨¦ste de la casa Bra -que es la casa con la que trabajamos nosotros-, no se te abolla por mucho que golpees". Para demostr¨¢rmelo, le da unos toques de tenedor. "No te aconsejo el tefl¨®n", prosigue, "porque no te har¨¢ ruido y se te va a descascarillar". Es cierto. Ni el tefl¨®n ni las bater¨ªasde cocina de la marca San Ignacio, con sus estampados de colores, son lo m¨¢s adecuado para la protesta ciudadana. "Pero, claro, si yo quiero aconsejarte bien, tendr¨¦ que recomendarte que no uses cacerolas. Si eres tan amable de seguirme...". La sigo a trav¨¦s de pasillos repletos de moldes para tortells, escurrideras extensibles, cuchillos para lechuga y pinzas cierrabolsas. Se detiene frente al estante de las tapaderas. Es entonces cuando me dice esa frase que tantas veces o¨ªmos en un comercio cuando estamos a punto de adquirir un producto. Igual que la dependienta de La Balear te contar¨¢ que ese pintalabios que te llevas es el mismo que ella usa, igual que la dependienta de Women's Secret te explicar¨¢ que ella se ha quedado un conjuntito como el que te acabas de probar, la simp¨¢tica Feli Pe?a me dice: "Estas tapaderas de acero inoxidable son las que usamos en casa para la cacerolada. Son lo mejor para el ruido. Usamos una tapa grande y una m¨¢s peque?a para que cojan aire. Y mis vecinos hacen lo mismo. Claro que tambi¨¦n hay gente que golpea la tapa con el mortero, pero se abolla. De peque?os bien que lo hac¨ªamos con dos tapas ?no? Es lo que menos pesa. Adem¨¢s, el inoxidable, si es bueno, no se estropea. Con una tapa que tenga reborde y con otra plana, m¨¢s peque?a, mi hija consigue un resultado sorprendente: incluso consigue eco".
Muy convencida, compro la tapadera peque?a y la grande, que me cuestan 8,30 y 7,40 euros, respectivamente. Una vez en casa, corro a escribir este art¨ªculo. Termino a las cuatro de la ma?ana y salgo al balc¨®n. S¨¦ que es un poco tarde, pero a las diez a¨²n estaba con el primer p¨¢rrafo y, en el fondo, cualquier momento es bueno para sumarse a la protesta popular. "?No a la guerra!", proclamo, mientras hago chocar una tapadera con la otra. En una de las ventanas del edificio de enfrente se enciende la luz. "?C¨¢llate!" me gritan. ?Esos peperos, qu¨¦ intolerantes!
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