Diez ambientes intensamente romanos
El buen tiempo y la opulencia art¨ªstica se al¨ªan en la capital italiana
Calzado c¨®modo y un buen mapa son las mejores armas para una traves¨ªa romana. Pero adem¨¢s, en primavera, limoneros, jazmines, hiedras y azaleas apuran el contraste con el color almagre de las fachadas. Y las zonas peatonales, cada vez m¨¢s numerosas en el centro, se llenan de terrazas desde las que asistir al espect¨¢culo de romanas y romanos, cuya belleza y estilo de vestir son el mejor ant¨ªdoto contra la tristeza. Roma en la noche, "oscura voz de fuente"; Roma en la luz, "clara canci¨®n del d¨ªa", como escribi¨® Rafael Alberti.
1 El Pante¨®n bajo la lluvia
Por la ma?ana, la lluvia cae en el interior del Pante¨®n. Por la tarde luce el sol y desde la c¨²pula de San Pedro se divisa una perspectiva inagotable. Diez paradas en una ruta primaveral por Roma.
En el Pante¨®n hab¨ªa una estatua de Venus con unos pendientes engastados con una perla partida por la mitad. Seg¨²n la leyenda, fue Marco Antonio quien arrebat¨® la perla a Cleopatra para que ¨¦sta no se la bebiese disuelta en vinagre
El templo de J¨²piter, el mayor de Roma, presid¨ªa la colina sur del Capitolio, centro de poder en todas las edades, all¨ª donde Bruto areng¨® al pueblo, "todav¨ªa en caliente", tras el asesinato de C¨¦sar, y donde Petrarca fue coronado con laurel
En un d¨ªa romano de lluvia, nada mejor que acercarse al Pante¨®n y asistir, en "el m¨¢s perfecto de todos los monumentos de la antig¨¹edad", seg¨²n lo describi¨® William Thomas en 1549, a un fen¨®meno sorprendente: el agua entrando al interior por el ¨®culo de nueve metros de di¨¢metro, tambi¨¦n llamado la pupila del c¨ªclope, ¨²nica fuente de luz del edificio a puerta cerrada. Los gu¨ªas dicen que la presi¨®n del aire interno permite que entre la luz y no la lluvia por el hueco. Pero en uno de esos d¨ªas romanos de chaparr¨®n, cuando las baldosas desencajadas que empapan los zapatos amenazan a quienes corren por las calles, llegar al Pante¨®n y ver c¨®mo el agua penetra la c¨²pula, moja el suelo y se pierde por los desag¨¹es de este espacio sublime es quiz¨¢ la experiencia m¨¢s intensamente romana que se pueda imaginar ("en Roma, uno se acostumbra a verlo todo magnificado", escribi¨® Goethe).
La b¨®veda tiene un di¨¢metro de 43,30 metros, la mayor realizada nunca de f¨¢brica (la de San Pedro mide 42,56). La altura es igual al di¨¢metro, por lo que el interior forma una esfera ideal, perfecta y armoniosa, comparada por Dion Casio con la b¨®veda celeste. Comenzado por Agripa entre el 27 y el 25 antes de Cristo, fue Adriano, nacido en It¨¢lica e hijo adoptivo de Trajano, quien hacia el a?o 125 mand¨® construir el Pante¨®n sobre el templo precedente para darle la forma que se ha mantenido, incre¨ªblemente conservada, hasta hoy. All¨ª destacaban las estatuas de los dioses cubiertas de joyas, y, seg¨²n Plinio, hab¨ªa una de Venus con unos pendientes en las orejas engastados con una perla partida por la mitad. Seg¨²n la leyenda, fue Marco Antonio quien arrebat¨® la perla de las manos a Cleopatra para que ¨¦sta no se la bebiese disuelta en vinagre, como hab¨ªa hecho con una perla gemela para ganar una apuesta.
Saliendo del fabuloso monumento, un paseo de unos minutos por el coraz¨®n hist¨®rico de Roma lleva a la Piazza Navona y, tras el asombro de cruzarla, a la Piazza del Fico. En esta encantadora plaza romana se sit¨²an la trattoria Da Francesco, donde los clientes se sientan en mesas de manteles a cuadros para dar cuenta de jugosos y sencillos platos t¨ªpicamente italianos a buen precio, y el bar del Fico, un cl¨¢sico de la noche romana. Muy cerca, en Via del Governo Vecchio, Da Baffetto abre sus puertas con la reputaci¨®n de ser una de las mejores pizzer¨ªas de la ciudad.
2 Los frescos de la villa de Livia Drusilla
La idea de jard¨ªn cerrado tiene en ¨¦poca romana un ejemplo fascinante: los frescos de la villa de Livia, que actualmente se muestran en el Museo Nacional Palazzo Massimo; uno de esos secretos romanos que el viajero avisado no debe dejar pasar de largo. Este jard¨ªn, pintado en 5 por 11 metros, compone una alegre y optimista celebraci¨®n de la naturaleza y la fertilidad, caracter¨ªsticas del arte de la era de Augusto. Los frescos de las paredes representan un pino, un roble, cuatro piceas, laureles, mirtos, adelfas, granados y membrillos, sobrevolados por ruise?ores, golondrinas, orop¨¦ndolas y otras especies, entre ellas una urraca (se supone que Augusto pose¨ªa una urraca parlante, un cuervo y un loro).
Los frescos proceden de la casa de campo de la mujer de Augusto, una villa tambi¨¦n conocida como la de las gallinas albas y situada en Prima Porta, 15 kil¨®metros al norte de Roma. Los frescos fueron trasladados a la capital en 1955, y hoy se exhiben en el Palazzo Massimo en una habitaci¨®n que reconstruye el cenador de aquel dominio en el que Livia, la madre de Tiberio, sigui¨® viviendo despu¨¦s de la muerte de Augusto en el 14 de nuestra era. Se considera que la estancia -una puerta y cuatro paredes sin ventanas- era subterr¨¢nea y en ella se reun¨ªan los invitados huyendo del calor.
3 La 'trattoria' de Pasolini
Pommidoro es una forma de decir tomate en el sur de Italia (en italiano de manual, pomodoro). Tambi¨¦n nombra al restaurante romano de la Piazza dei Sanniti, 44, en cuyas mesas se han sentado desde Almod¨®var hasta Capello. Uno de los locales favoritos de Pier Paolo Pasolini, de Moravia y Elsa Morante en el coraz¨®n del barrio de San Lorenzo, feudo de la bohemia universitaria. Roma al cien por cien.
4 La c¨²pula de San Pedro
Miguel ?ngel no lleg¨® a ver c¨®mo se levantaba la c¨²pula de la bas¨ªlica de San Pedro, en el Vaticano, pese a su obsesi¨®n por ella. Fue un arquitecto de menor categor¨ªa, Giacomo della Porta, quien la construy¨® variando la ancha forma proyectada por Miguel ?ngel y aumentando la altura en nueve metros. Primero en ascensor, luego por los 302 escalones en tramos cada vez m¨¢s empinados y secretos, se accede hoy a la b¨®veda hasta salir a un mirador extraordinario. Desde all¨ª se contempla el equilibrio imperfecto de Roma, los estilos enfrentados que se superponen y dialogan con una gracia asombrosa e inesperada.
Treinta y dos papas tuvieron que sucederse para que la bas¨ªlica coronada por esta c¨²pula se viera terminada en 1667 con la columnata de la plaza, obra de Gianlorenzo Bernini. Los trabajos hab¨ªan comenzado casi dos siglos antes, con Julio II (1447-1513), un papa alto e incansable, enfermo de s¨ªfilis y padre de tres hijas, irascible hasta el punto de golpear con su bast¨®n a Miguel ?ngel en una agria disputa en la que conminaba al artista a que terminara de una vez los frescos de la Capilla Sixtina.
La primera piedra de San Pedro se puso en 1506, fecha de la que data el primer plano de Bramante, y a partir de ah¨ª m¨¢s de una docena de arquitectos se fueron relevando. A Bramante le suceder¨ªan, entre otros, Rafael y Miguel ?ngel. La idea inicial de Bramante, m¨¢s las de Miguel ?ngel, inspiradoras de la fachada y de la c¨²pula, son citadas como cruciales en el proceso constructivo.
5 Via Condotti-Mercado de Porta Portese
El s¨¢bado en Via Condotti, una marea de turistas y de romanos elegantes y despreocupados va de tienda en tienda. En las ¨¦pocas de rebajas se forman colas en las aceras, y es entonces, al 50%, cuando Via Condotti ofrece un perfil un poco m¨¢s accesible y humano. Esta calle, que une la Via del Corso con la plaza de Espa?a, se ha convertido en el centro de toda un ¨¢rea dedicada a la moda. De Prada a Gucci, las principales marcas abren sus espacios junto a otras tiendas de firmas menos consagradas, pero en ocasiones igual de interesantes (e incluso m¨¢s, cuando se percibe todav¨ªa viva la insuperable tradici¨®n artesanal italiana). Via Borgognona, Via delle Vite y Bocca di Leone son reclamos en un recorrido que puede acabar en el hist¨®rico caf¨¦ Greco, en el 85 de Via Condotti. Una lista de personajes que frecuentaron el caf¨¦ da cuenta de su solera: Goethe, Byron, Stendhal, Leopardi, Casanova, Schopenhauer, Wagner, Liszt, Bizet, Balzac, Gogol, Thackeray, Tennyson, Keats...
La otra cara de Via Condotti hay que buscarla el domingo en el mercado de Porta Portese, en la calle del mismo nombre en el Trast¨¦vere. Un mercadillo para comprar a bajo precio y, sobre todo, asistir a un desfile humano en el que los carabineros dan la espalda en aparente armon¨ªa a trileros que parecen sacados de una pel¨ªcula de Monicelli. Abundan las falsificaciones de bolsos que en Via Condotti resultan prohibitivos y que aqu¨ª se venden 20 veces por debajo del precio del original. El rastro ha perdido inter¨¦s por la acumulaci¨®n de puestos de ropa o artilugios diversos en detrimento de los anticuarios y almonedas, pero aun as¨ª pueden surgir agradables sorpresas.
6 El templete de Bramante
Subir las escaleras hasta la sede de la Academia de Espa?a en Roma es el mejor final en un paseo por el Trast¨¦vere, el barrio m¨¢s aut¨¦ntico de Roma, el barrio de Anna Magnani y Rafael Alberti ("Trata de no mirar sus monumentos, / caminante, si a Roma te encaminas. / Abre cien ojos, clava cien retinas, / esclavo siempre de los pavimentos"). All¨ª, en el patio, se encuentra el Tempietto circular de San Pietro in Montorio, comenzado en 1502 por encargo de los Reyes Cat¨®licos. Fue la obra con la que Bramante (1444-1514) deslumbr¨® a sus contempor¨¢neos. Para el cr¨ªtico Paul Johnson, es "el ¨²nico edificio de todo el Renacimiento que se acerca a la perfecci¨®n". Basado en una serie de templos romanos tomados como prototipo, observa las reglas de la proporci¨®n de Vitrubio y, al mismo tiempo, logra una originalidad plenamente renacentista. "Y tiene una ¨²ltima cualidad", observa Johnson en su obra El Renacimiento, "y es que, aunque peque?o, exhibe toda la dignidad de un edificio de vastas dimensiones. En peque?o, representa el sue?o de monumentalidad de cualquier arquitecto, logrado con los m¨ªnimos medios".
7 Un restaurante
Abierto por Alessandra Marino y Alessandro Tudini en la Piazza de Augusto Imperatore, Gusto es un restaurante cuyo concepto y refinamiento lo han convertido en uno de los lugares m¨¢s frecuentados de la ciudad. Reformado por el arquitecto Roberto Liorni y con Dario Laurenzi como responsable de los fogones, ofrece servicios de restaurante, pizzer¨ªa, viner¨ªa, librer¨ªa, tienda de utensilios de cocina y cantina. Adem¨¢s, los fines de semana sirve el brunch. Dise?o y buen gusto italiano a raudales.
8 Villa Borghese
El palacio rodeado de jardines es hoy, tras la restauraci¨®n de los a?os noventa, uno de los museos romanos m¨¢s arrebatadores, que alberga varias obras maestras de Gianlorenzo Bernini. Ni?o prodigio y artista longevo (muri¨® a los 81 a?os en 1680), Bernini representa el triunfo del barroco y se destaca como el gran director art¨ªstico de la Roma del XVII. Estuvo ligado en su juventud a Scipione Borghese, un refinado y extravagante cardenal sobrino del papa Pablo V. La Galleria Borghese muestra la extraordinaria colecci¨®n de este mecenas, y en ella se encuentran las esculturas del precoz Bernini, que con 24 a?os ya hab¨ªa empezado su Apolo y Dafne, un barroqu¨ªsimo tour de force con el dios persiguiendo a la ninfa y ¨¦sta transform¨¢ndose en laurel. El rapto de Proserpina y el David son otras de las obras juveniles de Bernini expuestas en las exquisitas salas de la villa, obra del arquitecto Giovanni Vasanzio
9 Los 'caravaggios' de la iglesia de San Luis de los Franceses
De iglesia en iglesia, de museo en museo, los cuadros de Caravaggio (1571-1610), esparcidos por toda Roma, componen un completo recorrido por el realismo turbulento, la sensualidad provocadora y la conquista de la luz de este maestro del arte capaz de pintar a san Mateo como un anciano con los pies sucios o trasladar de la calle al lienzo a personajes de vitta violenta. Aunque una parte de su carrera se desarroll¨® en Roma, "su fuerte enraizamiento popular, su atracci¨®n por los j¨®venes del puerto y su gusto por las peleas lo convierten en el primer y el m¨¢s grande int¨¦rprete de ese caos de sufrimientos y pasiones que llamamos N¨¢poles", escribe Dominique Fern¨¢ndez en su Viaje a Italia. El novelista parisiense destaca en el pintor el tumulto y la efervescencia interior que derivan en escorzos dram¨¢ticos y claroscuros fuliginosos, rasgos de los que nace el gusto moderno, "la fiebre de la gran ciudad y de las multitudes transmitida por los temblores de las sombras". La ruta romana de Caravaggio pasa por la pinacoteca vaticana (el Descendimiento), Santa Maria del Popolo (Crucifixi¨®n de san Pedro y Conversi¨®n de san Pablo en el camino de Damasco), la Galleria Doria Pamphili (Reposo durante la huida a Egipto), los museos capitolinos (San Juan Bautista ni?o), la Galleria Borghese (David con la cabeza de Goliat y Madonna dei Palafrenieri), San Agust¨ªn (Virgen de los peregrinos), o la Galleria Nazionale dell'Arte Antica, en el Palazzo Barberini (Judith y Holofernes). Hasta llegar, en un paseo desde la Piazza Navona hasta el Pante¨®n, a la iglesia de San Luis de los Franceses, que contiene tres de sus m¨¢s logradas pinturas religiosas: San Mateo y el ¨¢ngel, La conversi¨®n de san Mateo y El martirio de san Mateo.
10 Piazza del Campidoglio y Museos Capitolinos
Hoy, la colina sigue siendo un lugar donde el precio de subir las escaleras de acceso depara emociones superlativas: el equilibrio de la plaza proyectada por Miguel ?ngel (con la estrella que forma el pavimento, realizada en 1940 por Antonio Mu?oz seg¨²n un dibujo del genial artista); las colecciones de los Museos Capitolinos (en el Palazzo Nuovo y en el Palazzo dei Conservatori), y las vistas del Foro que se obtienen desde el subterr¨¢neo del tercero de los edificios, el Palazzo Senatorio. En esta zona, en la ¨¦poca imperial, se alzaba el templo de J¨²piter, el mayor de Roma. Presid¨ªa la colina sur del Capitolio, centro de poder en todas las edades, all¨ª donde Bruto areng¨® al pueblo, "todav¨ªa en caliente", tras el asesinato de C¨¦sar, y Petrarca fue coronado con laurel. En su amena obra Roma, biograf¨ªa de una ciudad, Christopher Hibbert recuerda asimismo que Edmund Gibbon (1737-1794) concibi¨® la que luego ser¨ªa su gran Historia, "mientras disfrutaba del Capitolio en la penumbra de un atardecer de octubre".
A un lado de este m¨ªtico promontorio, y para recordarnos que siempre habr¨¢ gente dispuesta a ahogar las perspectivas, se levanta un "lujoso urinario", as¨ª definido por Papini: el monumento de 1911 a Vittorio Emmanuele II, primer rey de Italia, obra de Giuseppe Sacconi. Aunque el detestado edificio arrincona al Capitolio y a la iglesia medieval de Santa Maria in Aracoeli -que guarda al Santo Bambino, imagen tallada en el siglo XV, seg¨²n la leyenda, en madera de un olivo de Getseman¨ª-, las vistas desde su terraza no son desde?ables.
La ciudad que fascin¨® a Goethe y Byron
El 1 de noviembre de 1786, Goethe llega a Roma en busca de ese centro que le atra¨ªa "como una exigencia irresistible". Y a?ade en su diario que para ¨¦l "comienza una nueva vida". El esp¨ªritu rom¨¢ntico encuentra en Roma su destino mayor, y lord Byron lo expresa as¨ª: "Mientras est¨¦ en pie el Coliseo / Roma estar¨¢ en pie. / Cuando caiga el Coliseo, Roma se extinguir¨¢; / y cuando Roma caiga, el mundo". Johann Winckelmann, el experto en arte cl¨¢sico que llega a Roma en 1755 y cuyos estudios iniciaron un periodo de recuperaci¨®n de monumentos y excavaciones arqueol¨®gicas, ve en ella la escuela superior para todos, una escuela para purificarse y examinarse. Y Goethe, para quien en Roma el hombre m¨¢s vulgar se mejora, por poco que sea, advierte enseguida que es inagotable, un lugar donde la historia se lee de dentro hacia fuera. De todos los objetos magn¨ªficos que ve, algunos le arrebatan con tanta violencia que durante un tiempo se siente indiferente a otros, incluso injusto con ellos. "As¨ª, por ejemplo, el Pante¨®n, el Apolo del Belvedere, algunas cabezas colosales y, hace poco, la Capilla Sixtina se han apoderado con tanta fuerza de mi alma que apenas hay en ella sitio para algo m¨¢s". M¨¢s o menos ilustre, m¨¢s o menos vulgar, cualquier viajero pasa examen en Roma. Lo mismo el dieciochesco lord Baltimore, rico propietario de Maryland y Virginia que viajaba con un m¨¦dico, dos eunucos y seis mujeres, y que vio Villa Borghese en 10 minutos y nada le gust¨® tanto como San Pedro y el Apolo del Belvedere, que James Boswell, quien en 1765 experiment¨® en el Foro "emociones sublimes y melanc¨®licas" e imagin¨® el estrado desde el que se afin¨® la elocuencia de Cicer¨®n. "Si en otras ciudades hay que buscar los objetos dignos de inter¨¦s, aqu¨ª ¨¦stos nos acosan y saturan", escribe Goethe.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
Prefijo telef¨®nico: 00 39. Poblaci¨®n:
2,6 millones de habitantes en el centro.
C¨®mo ir
- Air Europa (902 40 15 01). A Roma, desde Madrid, a partir de 303 euros m¨¢s tasas. En www.aireuropa.com, desde 180 euros m¨¢s tasas.
- Iberia (902 40 05 00). Desde Madrid, comprando con 21 d¨ªas antelaci¨®n, 290,62 euros, y con 14 d¨ªas, 366,62; desde Barcelona, 264 y 340,62 euros.
- Alitalia (902 10 03 23). Comprando con 14 d¨ªas de antelaci¨®n, para volar a partir del 19 de abril, desde Madrid, 278 m¨¢s tasas, y desde Barcelona, 252.
Comer y beber
- Gusto. 063 22 62 73. Piazza Augusto Imperatore, 9. A partir de 20 euros.
- Da Francesco. Piazza del Fico. Unos 12 euros.
- Da Baffetto. 066 86 16 17. Via del Governo Vecchio. Unos 12 euros.
- Pommidoro. 064 45 26 92. Piazza dei Sanniti, 44. Unos 20 euros.
- Caff¨¨ Greco. 066 79 17 00. Via Condotti, 86. Caf¨¦s y postres.
- Bar del Fico. 066 86 52 05. Piazza del Fico, 26-28.
Informaci¨®n
- Museos y hoteles. Los horarios y los precios de 264 museos, iglesias y otros monumentos romanos se encuentran en la p¨¢gina web www.enit.it. Esta p¨¢gina tambi¨¦n cuenta con un apartado de hoteles por categor¨ªa y precio. Otras p¨¢ginas recomendables: www.timeout.com y www.romeby.com.
- Oficina de turismo de Italia en Madrid (915 59 97 50).
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