El 'show'
"I want to live". ?sa es la expresi¨®n que utiliz¨® "the anarchic Catalan novelist Terenci Moix" al abandonar la cl¨ªnica Teknon para trasladarse a su domicilio barcelon¨¦s, donde, como es sabido, falleci¨® el pasado mi¨¦rcoles. Evidentemente, Terenci no dijo "I want to live"; dijo "vull viure" o "quiero vivir", pero en la edici¨®n inglesa de EL PA?S que viene con el Herald International Tribune y que suelo hojear un d¨ªa s¨ª y el otro tambi¨¦n (siempre hay ligeros cambios en relaci¨®n con la edici¨®n castellana: lo de "anarchic" no aparece en ¨¦sta, igual que Pasolini "became his lover", aunque se insin¨²a), se lee "I want to live". Y, le¨ªdo en ingl¨¦s, resulta pr¨¢cticamente id¨¦ntico -tan s¨®lo falta un signo de admiraci¨®n- al t¨ªtulo de una pel¨ªcula que a Terenci le gustaba mucho: I want to live! , una pel¨ªcula de Robert Wise, de 1958, basada en hechos reales: la historia de una prostituta, Barbara Graham, condenada a la c¨¢mara de gas por un crimen que no cometi¨®. El personaje lo interpreta la actriz Susan Hayward, a la que premiaron con un merecid¨ªsimo Oscar. La pel¨ªcula se convirti¨® en un alegato contra la pena de muerte. Terenci me coment¨® en cierta ocasi¨®n el hecho curioso de que, en los ¨²ltimos a?os del franquismo, la pel¨ªcula, previamente programada para su pase en la tele espa?ola, desaparec¨ªa del programa cuando se avecinaba una ejecuci¨®n. As¨ª ocurri¨®, creo recordar, cuando le dieron garrote a Salvador Puig Antich. El caso de Terenci es distinto: fue ¨¦l quien se conden¨® a muerte.
El jueves fui a su funeral, una ceremonia civil en el Sal¨® de Cent del Ayuntamiento. Al parecer, eso de despedirle en el Ayuntamiento fue una idea de "la nena" (Terenci, a su hermana Ana Mar¨ªa, la llamaba "la nena"), la cual recordaba la agradable impresi¨®n que le causaron a Terenci los funerales de su querida Maria Aur¨¨lia Capmany en "la Casa del Poble". La hermana no invit¨® a "la derecha" (PP y CiU), aunque hay quien dice que eso fue algo que sali¨® de Maruja Torres, la cual no hizo m¨¢s que trasladar el deseo de Terenci. En todo caso, me parece un disparate. Porque "la Casa del Poble", en un r¨¦gimen democr¨¢tico, es la casa de todos los barceloneses, y no puede ped¨ªrsele a un concejal del PP o de CiU que abandone su casa, que es, insisto, la casa de todos, del barcelon¨ªsimo Terenci y del barcelon¨ªsimo marqu¨¦s de Samaranch, el cual no tiene ning¨²n rubor en declararse franquista. Afortunadamente as¨ª lo entendi¨® el consejero de Cultura, el se?or Vilajoana, que se sent¨® en primera fila, junto al diputado socialista Higini Clotas, un consejero probablemente atra¨ªdo por el glamour que desped¨ªa Terenci. Como lo entendi¨® el se?or Miguel Boyer, ex superministro del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y hoy estrechamente vinculado al PP, buen amigo del difunto, el cual acudi¨® al funeral acompa?ado de su bell¨ªsima y elegant¨ªsima esposa.
En el acto, en el show, como lo bautiz¨® Papitu Benet y Jornet, uno de los oficiantes, hubo de todo. Desde la canci¨®n de los enanitos de Blancanieves que regresan a casa a descansar, hasta un hermoso poema de Kavafis le¨ªdo por una N¨²ria Espert a punto de echarse a llorar ("es que lo interpreta", dijo un gracioso), pasando por una canci¨®n mallorquina cantada a capella por Maria del Mar Bonet, que fue, sin duda, el momento m¨¢s emotivo del acto. Pero el instante m¨¢s esperado fue cuando apareci¨® el se?or Boris Izaguirre. M¨¢s de una senyora Maria de las muchas que llenaban el Sal¨® de Cent se debi¨® de preguntar si lo har¨ªa. ?El qu¨¦? Si conocen al se?or Izaguirre, si han visto por la tele al se?or Izaguirre, ya pueden imagin¨¢rselo. Pero no, el se?or Izaguirre se comport¨® decentemente y se limit¨® a leer un texto de Terenci, lo cual debi¨® de defraudar a alguna que otra se?ora, y alg¨²n que otro amigo, familiar de Terenci, se debi¨® de preguntar si eso que no hizo el se?or Izaguirre es lo que le hubiese gustado a Terenci que su amigo hiciese en su funeral.
Ech¨¦ en falta una voz autorizada que nos dijese en cuatro palabras lo que representaba Terenci para la ciudad de Barcelona, o si lo prefieren, cu¨¢l era la Barcelona que encontramos en la obra de Terenci. Por un momento pens¨¦ que esa misi¨®n le hab¨ªa sido encomendada a Benet i Jornet, pero Papitu, que no es precisamente la alegr¨ªa de la huerta, consumi¨® 10 largos minutos dici¨¦ndonos que se hab¨ªa pasado la noche pensando lo que ten¨ªa que decir y que todav¨ªa no lo ten¨ªa muy claro, lo cual nadie puso en duda. Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n hubiese podido decirnos esas cuatro palabras -en realidad ya lo hizo en su art¨ªculo del pasado jueves- , y mejor a¨²n el acad¨¦mico, y amigo ¨ªntimo de Terenci, Pere Gimferrer, que es quien mejor conoce la obra del corrosivo (el calificativo es suyo), y no tan "dulce" como lo pint¨® Papitu, Terenci Moix. Pero Manolo no estaba, o no le vi, y Gimferrer, que s¨ª estaba, no intervino en el acto.
Afortunadamente, el mismo d¨ªa en que se celebraba el show, en el Quadern de EL PA?S ven¨ªa un espl¨¦ndido art¨ªculo de Jordi Llovet sobre W. H. Auden, un art¨ªculo titulado El pa¨ªs no d¨®na per a m¨¦s, en el que Auden cita un famoso verso de Catulo que a Terenci, a pesar de no ser un latinista, le agradaba mucho y, en p¨²blico y en privado, hab¨ªa utilizado en m¨¢s de una ocasi¨®n. El verso dice as¨ª: "Paedicabo ego vos et irrumabo". Un verso que Llovet traduce as¨ª: "Us la fotr¨¦ pel cul i me la xupareu".
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