Mi derecho a pensar diferente
Necesito escribir este art¨ªculo, para decir en p¨²blico lo injustamente que se ha planteado en Espa?a, en mi opini¨®n, el debate sobre el desarme de Irak y, tras el inicio del conflicto, lo sectaria que est¨¢ siendo la inmediata continuaci¨®n de ese debate para con el PP.
De entrada, la alternativa extrema entre "guerra no" o "guerra s¨ª" con que se distingui¨® a unos y otros hace semanas nos dej¨® fuera de juego a los partidarios del desarme inmediato y sin condiciones de Sadam Husein, a los que amamos la paz y, por ello, sabemos que en ocasiones hay que luchar para preservarla, ser inflexible en su defensa. Si no estabas por el "no a la guerra" con todas sus connotaciones pol¨ªticas, adquiriendo el paquete completo, ten¨ªas que ser un belicista, pero no se contemplaban otras opciones. No se admit¨ªan otros "no a la guerra" que no fueran el oficializado, el de la marca registrada y el logotipo homologado, el contrario a la pol¨ªtica del Gobierno. Se proclam¨® una sola verdad p¨²blica y, por primera vez en la historia moral de los conflictos democr¨¢ticos en sociedades libres, hubo un lado correcto y otro incorrecto donde ubicarse, unos propietarios exclusivos de la raz¨®n. En Espa?a, la oposici¨®n a la guerra se confundi¨® con la oposici¨®n al Gobierno; la plataforma Nunca M¨¢is cedi¨® el testigo de la pancarta a las plataformas contrarias al conflicto con Irak; los l¨ªderes de izquierdas y nacionalistas se pusieron en la foto de todas las manifestaciones y, al final, seg¨²n ellos si eras del PP no pod¨ªas ser del "no a la guerra" y si quer¨ªas ser del "no a la guerra" ten¨ªas que dejar de ser del PP. Pero no porque el PP quisiera la guerra, no. M¨¢s bien, porque los dirigentes pol¨ªticos que encabezaron el "no a la guerra" eran tambi¨¦n los del "no al PP".
La oposici¨®n ha jugado la baza de identificar las siglas del PP con la guerra
?Por qu¨¦ el pacifismo para con Sadam se traduce en intolerancia hacia nosotros?
La oposici¨®n ha jugado la baza de identificar argumentalmente nuestras siglas con la guerra. Ni en EE UU ni en Gran Breta?a ni en Alemania ni en Francia, en ning¨²n lugar, los l¨ªderes de la oposici¨®n han llegado tan lejos. Y tampoco se han lanzado a la calle como lo han hecho en Espa?a, transmitiendo la sensaci¨®n de que algo grav¨ªsimo e inquietante ocurre en la pol¨ªtica nacional. Porque cuando los parlamentarios dejan sus esca?os y cambian su tribuna por una pancarta, quiere decir que se sienten insatisfechos de lo que pueden hacer en el Parlamento, que la v¨ªa parlamentaria se ha agotado y que necesitan dar un paso m¨¢s. Pero si esos parlamentarios no hacen en el Parlamento todo lo que podr¨ªan (no presentan una moci¨®n de censura, por ejemplo) y, sin embargo, se unen a todas las manifestaciones que pasan por su lado, acaban dando la impresi¨®n peor a¨²n de que el Parlamento est¨¢ inutilizado o de que protestar en la calle es la v¨ªa cotidiana y la ¨²nica efectiva para resolver los conflictos en nuestra democracia. Si de verdad se piensa del Gobierno lo que se est¨¢ diciendo del Gobierno por ah¨ª, se debe presentar una moci¨®n de censura, pero, aunque parezca gratuito e inocente, es un error caro buscar la deslegitimaci¨®n sentimental del Ejecutivo en la calle sin instar tambi¨¦n la formal del Parlamento. Con ello se perjudica mucho el cr¨¦dito de las instituciones representativas, parece que se trata de obtener por la presi¨®n lo que se ha renunciado a obtener por el debate o el intercambio institucional de puntos de vista. Se le dan alas a los argumentos antisistema.
De un modo bastante inaudito pero notorio, se ha intentado instalar en buena parte de la opini¨®n p¨²blica la firme creencia de que el 95% de ciudadanos que est¨¢ en contra de la guerra est¨¢n tambi¨¦n en contra del Gobierno y que los dirigentes y parlamentarios del PP constituimos ese exiguo 5% partidario de las bombas y la destrucci¨®n. Sin matices ni mayores explicaciones. As¨ª que esta es la conclusi¨®n obligada para todos; si el PP quiere la guerra y el pueblo quiere detenerla, no hay m¨¢s que paralizar a este partido para que la guerra se pare. Quien quiera parar la guerra tiene que parar a los del PP, es el mensaje subyacente en multitud de discursos nacionalistas y de izquierdas sobre este tema. No digo que se aliente la violencia contra el PP ni tampoco que se justifique, m¨¢s bien lo contrario, se condena con contundencia. Ahora bien, s¨ª digo que esa violencia se explica en algunos discursos y que, en otros, encuentra amparo causal. Si se proclama desde la tribuna del Congreso que los del PP somos los responsables de la muerte de ni?os en Irak, ?c¨®mo no entender que quien lo escuche y no quiera m¨¢s ni?os muertos (todos los espa?oles, por supuesto) no vaya a detener al PP de cualquier modo que est¨¦ a su alcance?
Leemos en los peri¨®dicos a intelectuales que dicen que Espa?a est¨¢ bajo una dictadura igual a la de Irak; vemos en televisi¨®n a artistas que, adem¨¢s de promocionar el boxeo, tildan de fascista a un Gobierno salido de las urnas; contemplamos c¨®mo los estudiantes de pol¨ªticas cuelgan simb¨®licamente de las barandillas de su facultad a los diputados "asesinos" del PP; alg¨²n prelado desliza que podr¨ªa darse para nosotros una excomuni¨®n con la que nunca amenaz¨® a ning¨²n radical dirigente pol¨ªtico vasco; se animan y se jalean desde algunos medios importantes las deserciones en las filas populares como si deshacer al PP fuera un objetivo deseable y, sin embargo, muy pocos se atreven a ver que estos discursos tan excitantes est¨¢n da?ando puentes y consensos esenciales para nuestra convivencia democr¨¢tica.
El otro d¨ªa, en la provincia de C¨¢diz, Carlos Iturgaiz tuvo que refugiarse en una sede para protegerse de quienes le gritaban "asesino" y, hace poco, un grupo de famosos actores se negaron a cenar con Alberto Ruiz-Gallard¨®n porque no renunciaba a sus ideas y, en su opini¨®n, no era "pac¨ªfico". Javier Madrazo, la cara de IU en el Pacto de Estella, ha comparado a Aznar con un terrorista de ETA y Pasqual Maragall, la cara nacionalista del PSOE, con el nazi Goering. Y yo pregunto. ?Por qu¨¦ el pacifismo de algunos para con Sadam Husein se traduce en intolerancia hacia nosotros, sus democr¨¢ticos vecinos? ?Qu¨¦ inter¨¦s puede tener nadie en alentar viejos desasosiegos y despertar desconfianzas hist¨®ricas? ?Qu¨¦ prisa, qu¨¦ urgencia puede justificar eso? Si los del PP nos asustamos y no hacemos pol¨ªtica o desertamos y fragmentamos el partido, como interesadamente nos sugiere que hagamos la oposici¨®n, ?de verdad alguien se cree que as¨ª se gana algo que merezca la pena?
No pido que nadie nos de la raz¨®n; pido que nadie se crea pose¨ªdo por ella. Porque si uno despoja de cualquier rastro de raz¨®n moral a los otros, los convierte en contendientes pol¨ªticos sin causa, intrascendentes y prescindibles. Perseguibles. Se nos puede decir que contra Sadam se lucha mejor de una forma o de otra, pero no que somos culpables por enfrentarnos a Sadam.
Este art¨ªculo es para pedir que se nos tolere pensar libremente, pensar distinto, pensar diferente. Este art¨ªculo es para pedir que nadie se crea representante exclusivo de la voluntad popular s¨®lo por haber estado a la cabeza de una manifestaci¨®n en la que hubo much¨ªsimas personas, pero en la que tambi¨¦n faltaron much¨ªsimas m¨¢s. Este art¨ªculo es para pedir que se entienda que no hay una sola forma de luchar por la paz, que nuestra aspiraci¨®n a la paz es tan honda y leg¨ªtima como la de cualquiera. Este art¨ªculo es para aclarar que son las contradicciones de la oposici¨®n, la comparaci¨®n simple entre lo que hicieron cuando eran Gobierno y lo que dicen ahora, las que nos hacen dudar de la buena intenci¨®n de quien presume de acertar siempre. Este art¨ªculo es para pedir que se condene, alto y claro, como se sabe hacer cuando se quiere, la asfixia pol¨ªtica a la que se est¨¢ sometiendo al PP por compartir hoy la opini¨®n de los partidos republicano y dem¨®crata, laborista y conservador, de las nada desde?ables democracias brit¨¢nica y norte-americana. Este art¨ªculo es para pedir tolerancia, sensatez y responsabilidad entre nosotros, los dem¨®cratas espa?oles. Que no nos tengamos que arrepentir por haber abierto la vieja caja de los truenos cuando m¨¢s cerrada estaba y la hab¨ªamos olvidado. Ahora estoy en paz, ya lo he dicho.
Esteban Gonz¨¢lez Pons es senador y portavoz del Grupo Popular en la C¨¢mara alta.
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