Bagdad y "el esp¨ªritu de los tiempos"
No es nuevo lo que ocurre en Irak en estos d¨ªas y no me refiero a que estemos asistiendo a una reedici¨®n de la guerra de 1991, con la que sin duda hay no pocas concomitancias por la repetici¨®n de escenarios y actores, pero tambi¨¦n diferencias esenciales que quienes dicen gobernarnos se empe?an en no ver. No es una referencia tan cercana la que me mueve a comparaci¨®n, sino otra toma de Bagdad en plena Primera Guerra Mundial, en 1917, que motiv¨® por parte del secretario de Asuntos Orientales brit¨¢nico en El Cairo, Mark Sykes, un proyecto que titul¨®, no sin cierto cinismo, Nuestra posici¨®n en Mesopotamia en relaci¨®n con el esp¨ªritu de los tiempos.
Escrib¨ªa Sykes, conocido por el famoso reparto de Oriente Medio efectuado en mayo de 1916 con Georges Picot, c¨®nsul franc¨¦s en Beirut, con el ¨²nico instrumento de un l¨¢piz rojiazul sobre un mapa de la zona y unas cuantas instrucciones recibidas desde Londres y Par¨ªs, que "si los ingleses deben dirigir, debemos encontrar las razones de moda (up to date) para actuar as¨ª y las f¨®rmulas de moda para hacer que el pa¨ªs marche. Tenemos que convencer a nuestra propia democracia de que son los ingleses quienes deben hacer el trabajo y hacerlo tambi¨¦n de cara a las dem¨¢s democracias del mundo".
Se nos vende que ser¨¢ un Irak democr¨¢tico. ?Pero c¨®mo levantar sobre ruinas esa democracia?
En medio de una guerra de la envergadura de la de 1914, el frente iraqu¨ª era suficientemente menor por alejado de los escenarios europeos, pero no carec¨ªa de importancia porque constitu¨ªa un lugar estrat¨¦gico clave por sus propios yacimientos y por su cercan¨ªa a los de la Iranian Petroleum Company. S¨®lo dos a?os antes, en 1912, la Marina brit¨¢nica hab¨ªa abandonado el carb¨®n por el petr¨®leo. Por esa raz¨®n, al iniciarse la guerra, los brit¨¢nicos ocupan en unas semanas, no sin esfuerzo y resistencia, Basora, cuyos ciudadanos no los recibir¨¢n precisamente -al igual que ha ocurrido ahora- con los brazos abiertos. El camino hacia Bagdad fue mucho m¨¢s cruento y lento, como lo describiera Edmund Chandler en su libro The Long Road to Baghdad y no se conquist¨® la capital hasta 1917 tras duros reveses como el de Kut en 1916. Durante toda esta larga guerra, los ingleses fueron considerados "una fuerza extranjera que invad¨ªa un territorio enemigo", como recuerda T. E. Lawrence en Los siete pilares de la sabidur¨ªa, que calificar¨¢ los m¨¦todos empleados para conquistar el territorio de "t¨¢cticas de le?ador".
El proyecto de Sykes para Mesopotamia no mostraba fe alguna en el pueblo conquistado. En tiempos de los 14 puntos del presidente Wilson que se apoyaban en el derecho de los pueblos a disponer de s¨ª mismos, nada menos "de moda" que decir: "Los pueblos mesopot¨¢micos no pueden desarrollarse por s¨ª mismos, no hay ninguna posibilidad de extraer de inmediato un gobierno de los cuatro o cinco n¨²cleos cerrados que son las oligarqu¨ªas municipales, una colecci¨®n de truhanes ribere?os y una franja de n¨®madas patriarcales". Esa era una de las fuertes razones que se esgrim¨ªan para hacerse cargo de la direcci¨®n del pa¨ªs, si bien la principal no era otra que la consideraci¨®n de Mesopotamia vomo "uno de los yacimientos potenciales de petr¨®leo y de alimento para el mundo", ya que los turcos, de seguir control¨¢ndola, no har¨ªan sino utilizarlo en provecho de su potencia militarista e imperial.
El documento planteaba, como se hace en la guerra de ahora, la posguerra. Cierto que las guerras de entonces no eran tan destructoras como para que constituyeran un negocio de la envergadura del que ahora se anuncia en Irak. Crey¨¦ndose un dem¨®crata moderno, Sykes argumentaba que el desarrollo del nuevo Irak deb¨ªa ser abordado sin que beneficiase a un ¨²nico grupo capitalista, sin que presupusiese el aumento del poder¨ªo militar de quien estuviese llamado a gobernarlo y sin trabar la libertad de sus habitantes. Pero para convencer a los otros pa¨ªses era necesario demostrar que las poblaciones prefer¨ªan a los brit¨¢nicos frente al mantenimiento del viejo poder otomano o incluso frente a la independencia inmediata que la administraci¨®n tutelar deb¨ªa prefigurar.
Todo ello exig¨ªa tomar unas medidas que hoy suenan a clara manipulaci¨®n, como por otra parte demostr¨® la historia posterior. En primer lugar, era necesario preparar el terreno, lo que pasaba por presionar a los cristianos y jud¨ªos que habitaban en el territorio, apenas un 6% de la poblaci¨®n de Irak, a fin de que reclamasen la presencia brit¨¢nica como garant¨ªa. El m¨¦todo propuesto no era ni m¨¢s ni menos, seg¨²n sus propias palabras, que la "manipulaci¨®n de los comit¨¦s sionistas y armenios" para conseguir sus fines.
Pero era tambi¨¦n necesario, de un lado, fomentar las "ventajas de la civilizaci¨®n" de cara a las clases medias urbanas, al tiempo que "subvencionar a los grandes jefes beduinos del desierto". Algo que Gran Breta?a ya practicaba desde hac¨ªa tiempo con las familias de emires que gobernaban en los peque?os enclaves del llamado Golfo de la Tregua (el Golfo arabo-p¨¦rsico) o incluso con la familia saud¨ª que por entonces abordaba en solitario su conquista de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. Estas subvenciones fueron de gran utilidad a la hora de obtener respuestas favorables en el refer¨¦ndum que se llev¨® a cabo en Irak en diciembre de 1918 y enero de 1919 entre los notables, a fin de justificar el establecimiento de "un Estado ¨¢rabe bajo control brit¨¢nico". Londres consigui¨® lo que quer¨ªa pero no evit¨® que cuajase el malestar entre las poblaciones shi¨ªes del sur del pa¨ªs, que se alzaron contra la ocupaci¨®n en la revuelta de junio de 1920, dirigida por los religiosos de las ciudades santas de Nayaf y Kerbala, saldada con millares de muertos.
El documento de Sykes identificaba a un actor que habr¨ªa de servir de instrumento para llevar a cabo su plan: el nacionalismo ¨¢rabe, que por entonces emerg¨ªa frente a los turcos y que ya hab¨ªa prestado algunos servicios en la figura del Emir Faisal. Sykes propon¨ªa nada menos que "lanzar un movimiento nacionalista ¨¢rabe reclutado entre la inteligencia ¨¢rabe y promover sus miembros a los puestos oficiales". Nacionalismo ¨¢rabe que deb¨ªa ser el fundamento de la ense?anza impartida en las escuelas. Naturalmente se trataba de un nacionalismo instrumental, difundido tambi¨¦n por una prensa ¨¢rabe que deb¨ªa ser subvencionada para fomentar el odio a los turcos y presentar a los brit¨¢nicos como sus protectores.
A la pregunta de si la apuesta de los brit¨¢nicos por el nacionalismo ¨¢rabe fue o no correcta, se responder¨ªa que no hubo en realidad tal apuesta, sino traici¨®n a las aspiraciones de los nacionalistas, que pretend¨ªan crear un reino unido en lo que hoy es ese mosaico explosivo de Oriente Medio. M¨¢s bien se instrumentaliz¨® a algunos de sus l¨ªderes, instal¨¢ndolos en tronos y gobiernos del despedazado territorio. El nacionalismo ¨¢rabe se convirti¨® as¨ª en un irredentismo que termin¨® volvi¨¦ndose en contra de quienes lo fomentaron como ideolog¨ªa de apoyo a su proyecto "liberador". Ese nacionalismo no es otro que el que aflora hoy en las poblaciones iraqu¨ªes en contra de quienes consideran invasores.
?En qu¨¦ factor, ideolog¨ªa o grupos van a apoyarse las fuerzas americano-brit¨¢nicas en la guerra actual? ?Qu¨¦ Irak pretenden construir? Se nos vende que ser¨¢ un Irak liberado, un Irak democr¨¢tico. ?Pero c¨®mo levantar sobre ruinas y rencores esa democracia? Sykes propon¨ªa apoyarse en "quienes buscan un empleo, en la inteligencia, en quienes quieren seguridad en su vida y bienes, en los comerciantes y jud¨ªos, en quienes buscan menos impuestos sin servicio militar, en el campesinado sedentario, en quienes aspiran a una posici¨®n, en los notables...".?En qui¨¦nes se apoyar¨¢n los americanos y brit¨¢nicos para que el pa¨ªs desarticulado no cambie simplemente de unas redes mafiosas a otras nuevas? ?Terminar¨¢n tal vez por admitir que sean los mismos baasistas sin Sadam reconvertidos en "flamantes dem¨®cratas" los que configuren el nuevo mando que los americanos necesitan? Al fin y al cabo eso fue lo que a la postre hicieron los brit¨¢nicos al apoyarse en la vieja casta sun¨ª que hab¨ªa servido de apoyo a los otomanos.
Sobre los a?os de dictaduras acumuladas, la sociedad iraqu¨ª ha padecido los efectos de la pol¨ªtica de aislamiento y embargo, lo que ciertamente ha contribuido a esquilmar y desconectar del exterior a su d¨¦bil sociedad civil, impidiendo que configure una alternativa sobre la que construir el futuro del pa¨ªs. ?De qu¨¦ servir¨¢ una reconstrucci¨®n f¨ªsica -aparte de beneficiar a las empresas que se repartan el negocio- sin anteponer la reconstrucci¨®n humana de un pueblo como el iraqu¨ª que no ha conocido un solo minuto de democracia en las ocho d¨¦cadas desde que se constituy¨® con sus actuales fronteras?
Se habla de r¨¦gimen provisional, se nombran incluso los proc¨®nsules que han de dirigirlo. El protectorado est¨¢ servido. Naturalmente "el esp¨ªritu de los tiempos" le llamar¨¢ r¨¦gimen de garant¨ªa de las libertades bajo administraci¨®n provisional americana o algo as¨ª. Los nuevos vencedores no ocultan un descaro y un cinismo similares al de Sykes en 1918 cuando propon¨ªa establecer un r¨¦gimen provisional en Irak por 25 a?os bajo tutela inglesa, a pesar de que "el esp¨ªritu de los tiempos" de entonces obligaba a arrojar en el "desv¨¢n diplom¨¢tico" t¨¦rminos como imperialismo, anexi¨®n, esferas de influencia. De ah¨ª que se inventara un nuevo t¨¦rmino: "Mandato". Por entonces se acababa de crear una entidad supranacional, la Sociedad de Naciones, que era la que se arrogaba el derecho de conceder ese mandato. Hoy por hoy, la legalidad internacional est¨¢ representada por Naciones Unidas que no ha confiado ning¨²n encargo a ning¨²n pa¨ªs para llevarlo a cabo en Irak. Pero hoy no est¨¢ en el "esp¨ªritu de los tiempos" nada parecido.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del Islam contempor¨¢neo en la UAM.
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