Por unos segundos de cine

El anuncio en la prensa local no pod¨ªa ser m¨¢s discreto. En la secci¨®n de breves, sin ning¨²n tipo de recuadro o extra. Pero dec¨ªa la palabra m¨¢gica: Rodaje. "Rodaje pel¨ªcula en M¨¢laga precisa hombres y mujeres mayores de 18 a?os de aspecto espa?ol (mujeres con pelo largo y moreno)". Eso y la intuici¨®n de que la pel¨ªcula en cuesti¨®n era El puente de San Luis Rey, de la que ya se sab¨ªa que la iban a protagonizar Robert de Niro y Harvey Keytel y que una parte se iba a rodar en M¨¢laga, bast¨® para desencadenar para lo que ayer se produjo en la ciudad: una aut¨¦ntica avalancha de aspirantes a unos segundos de inmortalidad cinematogr¨¢fica.

A las 8.00 de la ma?ana, el local de la Uni¨®n de Actores en la avenida Santa Rosa de Lima presentaba una cola que ni la del Cristo de Medinaceli. Ocho horas despu¨¦s, y a pesar de los denodados esfuerzos de los responsables del casting por disuadir a los que ten¨ªan menos posibilidades, la fila segu¨ªa doblando la esquina de la calle, y m¨¢s de una decena de cabelleras rubias segu¨ªan so?ando con que su fotogenia lograse superar la traba de parecerse a una chica peruana del siglo XVII, que era lo que iban a representar, lo que un huevo a una casta?a.

El director de Reparto de Figuraci¨®n de la pel¨ªcula, Rafael Bernases, aguantaba con modales exquisitos la insistencia o el enfado de algunos rechazados. "Lo siento, es que su perfil ya lo tenemos cubierto. En otra ocasi¨®n habr¨¢ m¨¢s suerte", repet¨ªa a una madre coraje muy poco convencida con sus argumentos. "Pero mire usted, es que mi hija se ha pasado todo el d¨ªa en la cola", insist¨ªa ella, mientras la joven, azorada, le ped¨ªa que lo dejara. "?Es que ya sab¨ªa yo que estas cosas van por enchufe", bram¨® la madre, encendida, en la retirada.

Pero el problema era que entre los aspirantes predominaban abrumadoramente los j¨®venes, y claro, el cupo se cubri¨® muy pronto. A partir de las tres de la tarde, a menos que uno fuera la reencarnaci¨®n del inca Moctezuma adolescente, ten¨ªa poco que hacer.

En cambio faltaban maduros y ni?os. Por eso Francis, un funcionario de 45 a?os que hab¨ªa ido por acompa?ar a sus hijos Abrah¨¢m y Olimpia, los dej¨® en la cuneta cuando, para su sorpresa, Bernases le dijo que el ¨²nico que le interesaba de los tres era ¨¦l. Los chavales, de todos modos, se colaron hasta el exiguo local donde se iba fotografiando a los seleccionados para ver a Francis pasar el mal trago desde la ventana. Otros directamente cog¨ªan el pase para las fotos que les hab¨ªan dado a sus mayores y lo presentaban como propio. "?Seguro que este papel te lo he dado yo a t¨ª?", interrogaba un Bernases inasequible al estr¨¦s. "Seguro", enrojec¨ªa la picaruela quincea?era. El director del casting, finalmente, ced¨ªa: "Bueno, venga, pasa, pero os repetimos que ya no nos hacen falta m¨¢s j¨®venes".

La cola, aunque abarrotada, avanzaba r¨¢pido. En una media hora se sab¨ªa el veredicto. Pero m¨¢s r¨¢pido a¨²n iba lo dem¨¢s. Rellenar unos papeles, pegarse a la pared, mirar a la c¨¢mara, disparo y fuera. Total, un minuto. "Hemos hecho m¨¢s de 2.000 fotos, ya ni lo s¨¦", comentaba uno de los asistentes de Bernases. "?Que si es normal que venga tanta gente? ?Qu¨¦ va, ¨¦sto es alucinante! Y s¨®lo necesitamos a 300 personas". El caso es que, unos por gusto y otros por los 50 euros al d¨ªa, hasta los beb¨¦s probaban suerte, ellos s¨ª arrastrados por sus madres.