Reacci¨®n nuclear
Las maquinaciones del calendario y de la competici¨®n convertir¨¢n la pr¨®xima jornada en una comedia de enredo. Adem¨¢s, los goles de Anoeta y el Camp Nou ser¨¢n al torneo lo que la masa cr¨ªtica es a la energ¨ªa nuclear: tendr¨¢n las propiedades del fulminante. Reventar¨¢n en varias direcciones, har¨¢n parpadear los marcadores del campeonato y se transformar¨¢n en el eslab¨®n inicial. En resumen, provocar¨¢n una reacci¨®n en cadena que alcanzar¨¢ sucesivamente la tabla clasificatoria, la Copa de la UEFA, la Liga de Campeones, la popularidad de media docena de directivos, la n¨®mina de una veintena de futbolistas y el ritmo card¨ªaco de seguidores, simpatizantes, espont¨¢neos, amigos y vecinos.
Para ambientar el escenario, gente como Nihat, Kovacevic, Ra¨²l, Ronaldo, Kluivert, Saviola, Luque o Makaay est¨¢ inyect¨¢ndose p¨®lvora en las venas. Sin embargo, habr¨¢ un variado reparto de papeles en la jerarqu¨ªa de los candidatos.
Los chicos de la Real Sociedad, pongamos por caso, no disponen de otro recurso que el conocimiento del oficio ni de otra salida que la sobreexcitaci¨®n: si quieren crecer, tendr¨¢n que multiplicarse. En el buen entendimiento de que su suerte es una simple cuesti¨®n de trabajo y de que la cuenta de resultados se deduce del estricto cumplimiento de las obligaciones, no deben comportarse como una orquesta, sino como una factor¨ªa. Provistos de cinta m¨¦trica y cron¨®metro, volver¨¢n a exigirse un preciso sentido de las distancias y un irreprochable reparto de los tiempos. Saben que una sola pieza fuera de lugar puede descomponer toda la maquinaria.
El Madrid, en cambio, es m¨¢s una orquesta que una factor¨ªa. En su fiesta, cada cual toca como quiere. Si el solista se llama Figo, el equipo entra en el desgarrado comp¨¢s del fado; si se llama Roberto Carlos, organiza una batucada; si se llama Ronaldo, puede cantar cualquier cosa; si se llama Ra¨²l, canta con los dientes apretados. S¨®lo hay una excepci¨®n: cuando llega Zinedine Zidane, todos se ponen a bailar.
Bajo la paciente mirada de Irureta, que sigue mascando su invariable pastilla de chicle, el Deportivo se rodea de futbolistas de todas las edades y procedencias para interpretar un abigarrado repertorio: practica una fusi¨®n musical que a ratos suena como una sinfon¨ªa y a ratos como una serrer¨ªa.
Finalmente, el Bar?a est¨¢ buscando su propia partitura. Mientras termina de encontrarla, es sobre todo la suma de Puyol, Kluivert, Overmars y Saviola. Un mast¨ªn, m¨¢s un galgo, m¨¢s una ardilla, m¨¢s un conejo. Quiz¨¢ no tenga un plan, pero sigue teniendo mucho peligro.
Puesto que los partidos Real Sociedad-Real Madrid y Bar?a-Deportivo no admiten un ¨²nico pron¨®stico, s¨®lo podemos predecir que nadie escapar¨¢ a los efectos secundarios de la radiaci¨®n. El domingo por la noche, podridos de euforia o de desaz¨®n, todos seremos insomnes.
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