Petr¨®leo
A partir de ahora, y durante mucho tiempo, el petr¨®leo, la gasolina, el gasoil, oler¨¢n a muerte. Ese m¨¢gico olor que desprend¨ªa la oscuridad en el dep¨®sito del coche llega ahora mezclado con una evocaci¨®n de miseria y de matanza. La vida cotidiana despu¨¦s de cualquier gran guerra queda siempre tan consternada como los edificios que temblaron con los bombardeos, y si nuestra cotidianidad no ha variado mucho en lo m¨¢s aparente y material, internamente registra el da?o criminal de las batallas. La irisaci¨®n que fluct¨²a sobre el charco de petr¨®leo se corresponde ahora con el aciago sabor que ha dejado la guerra en las conciencias. Es indiferente que la destrucci¨®n de Irak y el exterminio de miles de sus habitantes pretendieran o no, como objetivo central, el expolio de sus reservas de crudo. La ecuaci¨®n de "sangre por petr¨®leo" se ha cumplido m¨¢s all¨¢ de su relevancia mercantil y ya, en el env¨¦s de cualquiera de los dos l¨ªquidos, resurge la met¨¢fora del otro. De esta manera, nuestros d¨ªas se han impregnado de desdicha, y hasta la inocente presencia de logos, objetos o shows norteamericanos remiten a una memoria aborrecible. Un insospechado esfuerzo de marketing necesitar¨¢ Estados Unidos para devolver a su planetaria cultura popular el rostro feliz de antes. Pero incluso la democracia, aireada como sagrada insignia para la supuesta liberaci¨®n de Irak o manipulada como divina inyecci¨®n purificadora, tardar¨¢ tiempo en perder su connotaci¨®n letal. Si el r¨¦gimen de Sadam era corrupto, el que trata de instaurarse se manifiesta asesino y malaventurado. No s¨®lo los norteamericanos, por efecto de su maldita Administraci¨®n de Bush, propagan hoy una imagen particular indeseable; tambi¨¦n, en cuanto a estampa superior de libertad y de progreso, Estados Unidos ha perjudicado el valor de ambas. ?A qu¨¦ acudir, en fin, tras las ruinas? S¨²bitamente la civilizaci¨®n parece tan desacreditada que las gentes rebuscan en lo m¨¢s b¨¢sico y primitivo. Las manifestaciones contra la guerra, el clamor pacifista del mundo, no invocan ning¨²n sistema concreto. S¨®lo conf¨ªan en la condici¨®n humana esencial. O bien s¨®lo proclaman la defensa directa y a secas de la vida, enjugada de sangre y de gasoil, recobrada como referencia ¨²nica y soberana para la pol¨ªtica o cualquier idea de prosperidad.
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