Una guerra est¨²pida
Lleno de contradicciones, mentiras descaradas y afirmaciones sin fundamento, el espeso torrente medi¨¢tico de informaciones y comentarios sobre la guerra contra Irak (que todav¨ªa contin¨²a librando un ente llamado "la coalici¨®n", cuando es una guerra de Estados Unidos con algo de ayuda brit¨¢nica) ha oscurecido la estupidez criminal de su preparaci¨®n, propaganda y justificaci¨®n a manos de expertos pol¨ªticos y militares. Durante las dos ¨²ltimas semanas, he viajado por Egipto y L¨ªbano, al tiempo que intentaba mantenerme al d¨ªa del interminable volumen de noticias y desinformaciones procedentes de Irak, Kuwait, Qatar y Jordania, en muchos casos err¨®neamente optimistas, pero en otros, de un dramatismo espantoso tanto en sus consecuencias como en su realidad inmediata. Los canales ¨¢rabes por sat¨¦lite, de los que el m¨¢s famoso y eficiente es hoy Al Yazira, han ofrecido una visi¨®n de la guerra totalmente opuesta al material oficial suministrado por los periodistas incrustados -con las especulaciones sobre iraqu¨ªes a los que hab¨ªan asesinado por no luchar, levantamientos de masas en Basora, cuatro o cinco "ca¨ªdas" de Um Qasr y Fao-, que han dado una mugrienta imagen de s¨ª mismos, tan perdidos como los soldados de habla inglesa con los que conviv¨ªan. Al Yazira ha contado con enviados en Mosul, Bagdad, Basora y Nasiriya, uno de ellos, el admirable Taysir Aloni, un curtido periodista veterano de la guerra de Afganist¨¢n, y han presentado un relato mucho m¨¢s detallado y preciso de la escalofriante realidad de los bombardeos que han destrozado Bagdad y Basora, adem¨¢s de la extraordinaria resistencia y la indignaci¨®n de la poblaci¨®n iraqu¨ª, ¨¦sa que se supon¨ªa que no era m¨¢s que un triste pu?ado de gente ansiosa por ser liberada y arrojar flores a unos imitadores de Clint Eastwood.
"Al Yazira ha presentado un relato mucho m¨¢s detallado y preciso de la escalofriante realidad"
"Se han reproducido de forma inquietante las t¨¢cticas israel¨ªes en las acciones de EE UU"
"Pobres iraqu¨ªes, que todav¨ªa tienen que sufrir mucho m¨¢s antes de poder ser, por fin, liberados"
"Esta guerra es ejemplo de una arrogancia imperial que no sabe nada del mundo"
Veamos sin m¨¢s tardar qu¨¦ es lo que tiene esta guerra de est¨²pido y mediocre, dejando aparte, por el momento, su ilegalidad y su vasta impopularidad, para no hablar de lo devastadoras, humanamente inaceptables y completamente destructivas que han sido las guerras estadounidenses del ¨²ltimo medio siglo. En primer lugar, nadie ha demostrado de forma convincente que Irak posea armas de destrucci¨®n masiva capaces de ser una amenaza inminente para Estados Unidos. Nadie. Irak es un Estado tercermundista, enormemente debilitado, y gobernado por un r¨¦gimen desp¨®tico al que todos aborrecen: sobre este aspecto no existe ninguna discrepancia, y mucho menos en el mundo ¨¢rabe e isl¨¢mico. Ahora bien, pensar que es una amenaza para alguien en su actual estado de asedio es rid¨ªculo, una idea que ninguno de los periodistas de alt¨ªsimos sueldos que pululan alrededor del Pent¨¢gono, el Departamento de Estado y la Casa Blanca se ha molestado jam¨¢s en investigar.
Sin embargo, en teor¨ªa, Irak podr¨ªa haber desafiado a Israel en el futuro, puesto que es el ¨²nico pa¨ªs ¨¢rabe con los recursos humanos, naturales y de infraestructuras necesarios para hacer frente, no tanto a la arrogante brutalidad de Estados Unidos como a la de los israel¨ªes. Por eso la fuerza a¨¦rea de Begin llev¨® a cabo bombardeos preventivos contra Irak en 1981. Conviene destacar, por tanto, hasta qu¨¦ punto se han reproducido de forma inquietante las hip¨®tesis y t¨¢cticas israel¨ªes (todas ellas, como voy a demostrar, plagadas de importantes fallos) en los planes y las acciones de Estados Unidos dentro de su campa?a actual derivada del 11-S, su guerra preventiva. Qu¨¦ l¨¢stima que los medios de comunicaci¨®n se hayan mostrado timoratos y no hayan investigado c¨®mo se est¨¢ apoderando poco a poco el Likud del pensamiento militar y pol¨ªtico de Estados Unidos sobre el mundo ¨¢rabe. Existe tanto miedo a la acusaci¨®n de antisemitismo que circula temerariamente por ah¨ª, aireada incluso por el rector de Harvard, que el dominio de la pol¨ªtica estadounidense por parte de los neoconservadores, la derecha cristiana y los halcones civiles del Pent¨¢gono se ha convertido en una especie de realidad que obliga a todo el pa¨ªs a adoptar una actitud de beligerancia absoluta y hostilidad sin cortapisas. Cualquiera podr¨ªa pensar que, si no hubiera sido por el dominio mundial de Estados Unidos, nos habr¨ªamos encaminado hacia otro holocausto.
En segundo lugar, tampoco ten¨ªa sentido, desde el punto de vista humano, pensar que la poblaci¨®n de Irak fuera a dar la bienvenida a las fuerzas estadounidenses que entraron en el pa¨ªs despu¨¦s de unos bombardeos a¨¦reos aterradores. Pero el hecho de que esa idea absurda se convirtiera en uno de los ejes de la pol¨ªtica de Estados Unidos es prueba de las patra?as que hab¨ªan contado a la Administraci¨®n los componentes de la oposici¨®n iraqu¨ª (muchos de cuyos miembros no ten¨ªan ni idea de lo que ocurr¨ªa en su pa¨ªs y estaban deseosos de impulsar su situaci¨®n en la posguerra a base de convencer a los estadounidenses de que la invasi¨®n iba a ser muy f¨¢cil) y los dos acreditados expertos en Oriente de los que se sabe hace tiempo que son los que m¨¢s influyen en la pol¨ªtica de Estados Unidos para Oriente Pr¨®ximo, Bernard Lewis y Fouad Ajami.
Lewis, ahora casi nonagenario, lleg¨® a Estados Unidos hace aproximadamente 35 a?os para ense?ar en Princeton, donde su ferviente anticomunismo y su sarc¨¢stica desaprobaci¨®n de todo lo relacionado con el islam y los ¨¢rabes modernos (excepto Turqu¨ªa) le colocaron en primera l¨ªnea del frente pro-israel¨ª durante los ¨²ltimos a?os del siglo XX. Es un orientalista de la vieja escuela, que pronto qued¨® sobrepasado por los avances en las ciencias sociales y las humanidades con los que se form¨® una nueva generaci¨®n de estudiosos que trataban el islam y a los ¨¢rabes como sujetos vivos y no como unos nativos atrasados. Para Lewis, las grandes generalizaciones sobre todo el islam y el atraso de "los ¨¢rabes" en materia de civilizaci¨®n eran v¨ªas l¨®gicas para llegar a una verdad que s¨®lo estaba al alcance de un experto como ¨¦l. El sentido com¨²n sobre la experiencia humana hab¨ªa quedado anticuado, y se pusieron de moda los pronunciamientos sonoros sobre el choque de civilizaciones (Huntington descubri¨® su lucrativo concepto en uno de los ensayos m¨¢s estridentes de Lewis sobre "el regreso del islam"). Lewis, un generalista e ide¨®logo que recurr¨ªa a la etimolog¨ªa para subrayar sus argumentos sobre el islam y los ¨¢rabes, hall¨® un nuevo p¨²blico en el lobby sionista estadounidense, al que dirig¨ªa sus pontificaciones tendenciosas en publicaciones como Commentary y, m¨¢s tarde, The New York Review of Books, unas afirmaciones que serv¨ªan para reforzar, en definitiva, los estereotipos negativos existentes sobre ¨¢rabes y musulmanes.
Lo que hac¨ªa que las consecuencias de la labor de Lewis fueran tan espantosas era que, a falta de otras opiniones que contrarrestaran las suyas, los estadounidenses (en especial los responsables pol¨ªticos) se las creyeron. Esto, unido al fr¨ªo aire de distanciamiento y su actitud desde?osa, hizo de Lewis una "autoridad" a pesar de que hac¨ªa d¨¦cadas que no hab¨ªa visitado el mundo ¨¢rabe, ni mucho menos vivido en ¨¦l. Su ¨²ltimo libro, What Went Wrong?, ha sido un ¨¦xito de ventas tras el 11 de septiembre, y me han dicho que es lectura obligada en el ej¨¦rcito de Estados Unidos, a pesar de su superficialidad y sus afirmaciones sin fundamento -y normalmente a partir de datos equivocados- sobre los ¨¢rabes durante los ¨²ltimos 500 a?os. Al leer el libro, se piensa que los ¨¢rabes son unas gentes primitivas, atrasadas e in¨²tiles, m¨¢s f¨¢ciles de atacar y destruir que nunca.
Lewis formul¨® asimismo la tesis, tambi¨¦n fraudulenta, de que en Oriente Pr¨®ximo hay tres c¨ªrculos conc¨¦ntricos: los pa¨ªses con poblaci¨®n y Gobierno proamericanos (Jordania, Egipto y Marruecos), los que tienen poblaci¨®n proamericana y Gobierno antiamericano (Irak e Ir¨¢n) y los que tienen poblaci¨®n y Gobierno antiamericanos (Siria y Libia). Como se ver¨ªa despu¨¦s, todo esto fue desliz¨¢ndose gradualmente en la estrategia del Pent¨¢gono, sobre todo a medida que Lewis segu¨ªa ofreciendo sus f¨®rmulas simplistas en televisi¨®n y en art¨ªculos para la prensa de derechas. Los ¨¢rabes no iban a luchar, no saben c¨®mo, nos iban a dar la bienvenida y, sobre todo, eran totalmente susceptibles a cualquier poder que pudiera ejercer Estados Unidos.
Ajami es un chi¨ª liban¨¦s, educado en Estados Unidos, que se hizo famoso como comentarista pro-palestino. A mediados de los a?os ochenta era ya profesor John Hopkins y se hab¨ªa convertido en un ferviente ide¨®logo nacionalista y anti¨¢rabe, por lo que fue r¨¢pidamente adoptado por el lobby sionista de extrema derecha (en la actualidad trabaja para gente como Martin Peretz y Mort Zuckerman) y grupos como el Consejo de Relaciones Exteriores. Le gusta definirse como un Naipaul de no ficci¨®n y citar a Conrad, aunque consigue que parezca tan malo como Khalil Jibran. Adem¨¢s, Ajami es aficionado a las frases pegadizas, perfectas para televisi¨®n, pero no para un pensamiento profundo. Es autor de dos o tres libros mal informados y tendenciosos y ha adquirido influencia porque, al ser un "informador nativo", puede soltar su veneno a los espectadores televisivos y condenar a los ¨¢rabes a la condici¨®n de criaturas infrahumanas, cuyo mundo y cuya realidad no interesan a nadie. Hace 10 a?os empez¨® a utilizar el "nosotros" como una colectividad justa e imperial que, en compa?¨ªa de Israel, nunca hace nada mal. Los ¨¢rabes tienen la culpa de todo y, por consiguiente, merecen "nuestro" desprecio y "nuestra" hostilidad.
Irak ha sido especial objeto de su veneno. Fue uno de los primeros partidarios de la guerra de 1991 y, en mi opini¨®n, ha enga?ado de forma deliberada al pensamiento estrat¨¦gico estadounidense, fundamentalmente ignorante, y le ha hecho creer que "nuestra" fuerza puede arrreglar las cosas. Dick Cheney, en un importante discurso del pasado mes de agosto, cit¨® como suya la frase de que los iraqu¨ªes iban a "darnos" la bienvenida a los liberadores en "las calles de Basora", unas calles en las que, cuando escribo estas l¨ªneas, todav¨ªa se est¨¢ luchando. Como Lewis, Ajami no vive en el mundo ¨¢rabe desde hace a?os, aunque se rumorea que tiene una estrecha relaci¨®n con los saud¨ªes, a quienes ha calificado razonablemente de modelos para la forma futura de gobernar el mundo ¨¢rabe.
Si Ajami y Lewis son las principales figuras intelectuales de la estrategia estadounidense sobre Oriente Pr¨®ximo, da escalofr¨ªos pensar en c¨®mo otros personajillos del Pent¨¢gono y la Casa Blanca, todav¨ªa m¨¢s superficiales e ignorantes, han transformado esas ideas en el gui¨®n de una operaci¨®n r¨¢pida en un Irak amistoso. El Departamento de Estado, despu¨¦s de una larga campa?a sionista contra sus presuntos "arabistas", ha quedado limpio de cualquier opini¨®n contraria, y Colin Powell -conviene recordarlo- no es m¨¢s que un fiel servidor del poder. Con todo ello, y en vista de que el Irak de Sadam ten¨ªa posibilidades de crear problemas para Israel, se decidi¨® acabar con el pa¨ªs pol¨ªtica y militarmente, sin tener en cuenta su historia, lo complejo de su sociedad, su din¨¢mica interna ni sus contradicciones. Paul Wolfowitz y Richard Perle lo expresaron exactamente en esos t¨¦rminos cuando asesoraron a Benjam¨ªn Netanyahu en su campa?a para las elecciones de 1996. Sadam Husein, desde luego, es un tirano espantoso, pero no hay que olvidar que, por ejemplo, la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes han sufrido terriblemente debido a las sanciones de Estados Unidos y no estaban, ni mucho menos, dispuestos a aceptar m¨¢s castigos por la lejana posibilidad de que fueran a "liberarlos". Despu¨¦s de semejante liberaci¨®n, ?qu¨¦ perd¨®n puede haber? Al fin y al cabo, pensemos en la guerra contra Afganist¨¢n, que tambi¨¦n tuvo bombas y s¨¢ndwiches de mantequilla de cacahuete. Es verdad que Karzai ocupa ahora un poder muy incierto, pero los talibanes, los servicios secretos paquistan¨ªes y los campos de amapolas han regresado, igual que los se?ores de la guerra. No es precisamente un modelo ideal para Irak, que, en cualquier caso, no se parece demasiado a Afganist¨¢n.
La oposici¨®n iraqu¨ª en el exilio ha sido siempre un grupo variopinto. Su dirigente, Ahmad Chalabi, es un hombre brillante al que se busca en Jordania por malversaci¨®n de fondos y que no tiene verdaderos apoyos fuera del despacho de Paul Wolfowitz en el Pent¨¢gono. Sus colaboradores y ¨¦l (por ejemplo, el siniestro Kanan Makiya, que ha dicho que los despiadados bombardeos desde gran altura lanzados por Estados Unidos contra su tierra natal son "m¨²sica para mis o¨ªdos"), junto con unos cuantos ex baazistas, cl¨¦rigos chi¨ªes y otros, han dado tambi¨¦n al Gobierno norteamericano gato por liebre al hablar de guerras r¨¢pidas, soldados desertores y multitudes jubilosas, asimismo sin respaldarlo con pruebas ni experiencias vividas. Como es natural, no se puede criticar a estas personas por querer librar al mundo de Sadam Husein: todos estar¨ªamos mejor sin ¨¦l. El problema ha consistido en la falsificaci¨®n de la realidad y la creaci¨®n de panoramas ideol¨®gicos o metaf¨ªsicos para que unos estrategas pol¨ªticos estadounidenses, fundamentalmente ignorantes y descontrolados, se los endilgaran de manera antidemocr¨¢tica a un presidente fundamentalista y un p¨²blico muy poco informado. Al final, ha sido como si Irak fuese la Luna, y el Pent¨¢gono y la Casa Blanca, la Academia de Lagado de Swift.
Otras ideas racistas en las que se basa la campa?a de Irak son las alucinantes afirmaciones sobre la capacidad de redibujar el mapa de Oriente Pr¨®ximo, el prop¨®sito de poner en marcha un "efecto domin¨®" al llevar la democracia a Irak y la insistencia en suponer que el pueblo iraqu¨ª es una especie de t¨¢bula rasa sobre la que se pueden inscribir las ideas de William Kristol, Robert Kagan y otros profundos pensadores de extrema derecha. Como dec¨ªa en un art¨ªculo anterior para la LRB, el primero que puso a prueba tales ideas fue Ariel Sharon en L¨ªbano, durante la invasi¨®n de 1982, y ha vuelto a hacerlo despu¨¦s en Palestina desde que asumi¨® su cargo, hace dos a?os. El resultado ha sido mucha destrucci¨®n, pero poco m¨¢s en materia de seguridad, paz y conformidad. No importa: las fuerzas especiales estadounidenses, con todo su entrenamiento, han practicado y perfeccionado la irrupci¨®n en hogares civiles con los soldados israel¨ªes en Yen¨ªn. Es dif¨ªcil creer, a medida que avanza esta guerra en Irak, tan mal concebida, que las cosas vayan a ser muy distintas a ese otro episodio sangriento, pero, con la intervenci¨®n de otros pa¨ªses como Siria e Ir¨¢n, m¨¢s problemas todav¨ªa para los reg¨ªmenes ya inestables y la indignaci¨®n general de los ¨¢rabes en plena ebullici¨®n, no se puede pensar que la victoria en Irak vaya a parecerse a ninguno de los ingenuos mitos postulados por Bush y su camarilla.
Lo que resulta verdaderamente extra?o es que la ideolog¨ªa reinante en Estados Unidos siga apoy¨¢ndose en la opini¨®n de que el poder norteamericano es fundamentalmente ben¨¦volo y altruista. ?sa es la raz¨®n de que se indignen los expertos y funcionarios estadounidenses porque los iraqu¨ªes tienen la osad¨ªa de presentar resistencia o de que, cuando capturan a soldados de Estados Unidos, les exhiban en la televisi¨®n iraqu¨ª. Es una costumbre mucho peor que a) bombardear mercados y ciudades enteras y b) ense?ar c¨®mo se obliga a filas enteras de prisioneros iraqu¨ªes a arrodillarse o tenderse boca abajo en la arena. De pronto, se menciona el Convenio de Ginebra, no a prop¨®sito del campamento Rayos X, sino de Sadam, y, cuando sus soldados se esconden en el interior de las ciudades, eso es trampa, mientras que arrasar una ciudad con bombas lanzadas desde 10.000 metros de altura es juego limpio.
?sta es la guerra m¨¢s est¨²pida e insensata de los tiempos modernos. Es ejemplo de una arrogancia imperial que no sabe nada del mundo, no tiene las trabas de la competencia o la experiencia, no se inmuta ante la historia ni la complejidad humana y no se arrepiente de recurrir a una violencia brutal y crueles aparatos electr¨®nicos. Decir que es "cuesti¨®n de fe" es dar a la fe una fama todav¨ªa peor de la que tiene. Con sus cadenas de abastecimiento demasiado largas y vulnerables, su salto de la labia analfabeta a la ciega agresi¨®n militar, sus defectos de planificaci¨®n log¨ªstica y sus c¨ªnicas y elocuentes explicaciones, la guerra de Estados Unidos contra Irak queda encarnada, casi a la perfecci¨®n, en los esfuerzos del pobre George Bush para mantenerse al d¨ªa y estar al tanto de los textos que le preparan y que tanto le cuesta leer, y en la palabrer¨ªa petulante de Rummy Rumsfeld, que env¨ªa a montones de j¨®venes soldados a morir o matar a cuantos m¨¢s, mejor. Es casi imposible pensar las repercusiones que tendr¨¢ ganar -o perder- esta guerra. Pero pobres iraqu¨ªes, que todav¨ªa tienen que sufrir mucho m¨¢s antes de poder ser, por fin, "liberados".
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