Sant Jordi, mucho m¨¢s que libros y rosas
La fiesta supera la tradici¨®n y se convierte en una cita imprescindible a la que nadie quiere faltar
El sue?o eterno, de Raymond Chandler, abri¨® ayer Sant Jordi. A las nueve en punto de la ma?ana, en la min¨²scula caseta de la librer¨ªa Negra y Criminal, situada en frente del mercado de la Boqueria, ya hab¨ªa clientela. En su mayor¨ªa, mujeres y casi todas tenderas. Una hora m¨¢s tarde, por Las Ramblas ya no se pod¨ªa dar un paso, y poco despu¨¦s de las once, afortunadamente, cortaron el tr¨¢fico. A la misma hora, el paseo de Gr¨¤cia era un hervidero de gente. Durante todo el d¨ªa, la ciudad fue tomada, desde el mar a la monta?a, por los ciudadanos y por un n¨²mero incre¨ªblemente elevado de turistas, sorprendidos por la inmensa fiesta popular que se viv¨ªa en las calles. Fue uno de esos d¨ªas tan especiales en que no se pod¨ªa salir a la calle sin encontrarse a toda Barcelona.
Las aceras se llenaron de casetas donde se vend¨ªan desde art¨ªculos ins¨®litos a solidaridad
Miles de extras acuden al 'casting' para el filme 'La llegenda del llibre i la rosa'
Desde hace mucho tiempo, Sant Jordi es la cita anual obligada del libro y la rosa, pero cada vez m¨¢s, y ayer qued¨® patente, supera la tradici¨®n para convertirse en un foro en el que cabe pr¨¢cticamente todo: reivindicaciones sociales, presentaciones comerciales de lo m¨¢s imaginativas, promociones culturales, propaganda pol¨ªtica, jornadas de puertas abiertas y cualquier clase de actividad. El mundo entero quiere estar en Sant Jordi.
El invento tuvo un gran ¨¦xito. Los organizadores no pararon de fichar aspirantes a actor. M¨¢s de 5.000 hab¨ªan pasado a media tarde por la caseta, situada en el meollo de los puestos de libros. El caos fue considerable. All¨ª hab¨ªa de todo: colegiales, adolescentes con piercing, parejas de novios, jubilados, ejecutivos con su malet¨ªn y hasta se?oras endomingadas, como Merc¨¨, Blanca y Consol, tres amigas en la sesentena. "Mam¨¢, quiero ser artista", bromeaba Blanca, y Merc¨¨ presum¨ªa de no ser novata en estas lides. Ya fue extra junto a John Wayne en El fabuloso mundo del circo, que se rod¨® a principios de la d¨¦cada de 1960 en Barcelona. La convocatoria tambi¨¦n tuvo su particular pol¨¦mica. Un grupo de miembros de la Asociaci¨®n de figurantes de Catalu?a, que re¨²ne a unos 200 socios, se person¨® para defender que cualquiera no puede ser extra. "Estamos aqu¨ª para recordar a la industria audiovisual que hay profesionales de esto", reivindic¨® Graham Roberts, su flamante presidente.
Por las cuatro capitales catalanas pas¨®, asimismo, pero en helic¨®ptero, la eurovisiva Beth. De centro comercial en centro comercial, firm¨® su primer disco con rosa incluida.
Ikea se apunt¨® a Sant Jordi para anunciar la apertura, hoy, de su nuevo establecimiento en L'Hospitalet. Visti¨® la ciudad de amarillo y azul en una original campa?a publicitaria: autocares, una vistosa manifestaci¨®n de hombres, mujeres y ni?os con enormes paraguas y, el bien m¨¢s preciado, flores de cart¨®n, en realidad vales de descuento para sus productos. Se hicieron ver. Amarillos fueron tambi¨¦n los globos que regalaba Caixa Laietana para ofrecer una cuenta corriente para j¨®venes. Y as¨ª...
Adem¨¢s de los 300 puestos de libros de cada a?o, las aceras se llenaron de cientos de stands m¨¢s donde se vend¨ªan no s¨®lo rosas. Se pod¨ªan encontrar desde los productos m¨¢s ins¨®litos hasta solidaridad e ideas. La Fundaci¨®n Frederic Engels exhibi¨® con ¨¦xito los cl¨¢sicos del marxismo. Los vendedores del top manta hicieron su agosto. Los antitrasvase recog¨ªan firmas y convenc¨ªan con camisetas y mucha marcha. En un peque?o puesto, se reinvidicaba la reaparici¨®n del diario vasco Egunkaria, con un peri¨®dico en catal¨¢n titulado Egunkaria endavant. La plataforma Nunca M¨¢is y el movimiento Aturem la guerra estuvieron presentes en diversos puntos de la ciudad. Las emisoras de radio sacaron sus programas de los estudios y los colocaron en los sitios m¨¢s estrat¨¦gicos. Lo mismo hicieron los bibliobuses de la Diputaci¨®n. Tampoco faltaron las ONG en el paisaje de la ciudad, donde hab¨ªa tantas senyeras como coloridas banderas pacifistas.
Las casetas de los pol¨ªticos brotaron por las zonas m¨¢s concurridas. Estamos en v¨ªsperas de elecciones y no se puede perder ripio. No dispuesta a desaprovechar la ocasi¨®n, la Generalitat, en la plaza de la Catedral, regalaba: una banderola de papel cuatribarrada, un juego de la oca llamado El joc de Sant Jordi, en el que gana el concursante que mata al drag¨®n, una l¨¢mina para colorear alusiva al patr¨®n de Catalu?a y, no se lo pierdan, el cuento La petita hist¨°ria de Sant Jordi, ilustrado por Pilar¨ªn Bay¨¦s y prologado en esta edici¨®n por el conseller en cap, Artur Mas, de quien se incluye una fotograf¨ªa.
De todas maneras, la pol¨ªtica fue una simple gota de agua en medio de la gran fiesta ciudadana. El enorme ¨¦xito de Sant Jordi se debe, como dijo el escritor Fernando G. Delgado, a que se trata de "una iniciativa privada y popular". "A las autoridades s¨®lo se les pide que gestionen el buen tiempo", ironiz¨®. Ayer cumplieron. El escritor argentino Ra¨²l Argem¨ª resumi¨®: "En un mundo globalizado en que se compra todo lo que sale en televisi¨®n, es fant¨¢stico que la gente se lance a la calle para comprar y regalar libros y rosas".
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