Qu¨¦ suerte: no tenemos petr¨®leo

Me gustar¨ªa compartir un sue?o que tuve la otra noche y que me despert¨® aterrorizado por tratarse de una pesadilla.

Todo empez¨® cuando en nuestro pa¨ªs, de forma inesperada, se descubri¨® una gran bolsa de petr¨®leo, una de las m¨¢s grandes que exist¨ªa en la tierra. Nuestra econom¨ªa se puso a la cabeza de todas las econom¨ªas del mundo. Se acab¨® con el paro y todo marchaba sobre ruedas.

Pero, de buenas a primeras, el presidente de otro pa¨ªs, en Norteam¨¦rica, del cual no recuerdo el nombre, s¨®lo recuerdo la imagen de un hombre alcoholizado, nos dijo que ¨¦ramos terroristas y nos situ¨® dentro del eje del mal.

Intentamos convencer al mundo de que era mentira, que no pose¨ªamos armas de destrucci¨®n masiva ni que ¨¦ramos terroristas, y aunque el mundo crey¨® nuestra verdad, este hombre no dud¨® en invadirnos con su potente aparato militar.

En tan s¨®lo escasos d¨ªas vimos c¨®mo desde nuestro cielo ca¨ªan y ca¨ªan bombas, bombas que estaban matando a nuestros padres, mujeres e hijos; destruyendo nuestras escuelas, hospitales, puentes, y nos sent¨ªamos impotentes entre las l¨¢grimas derramadas por las muertes de nuestros hermanos.

Acab¨® la guerra y nos impusieron un general invasor como mandatario de nuestro pa¨ªs; ¨¦ste, por cierto, mand¨® tirar todas las estatuas y monumentos arqueol¨®gicos de la historia de nuestro pa¨ªs, y fue entonces cuando despert¨¦ exaltado y sudoroso. Fue entonces cuando comprend¨ª la suerte que ten¨ªamos de que en nuestra tierra no existiera petr¨®leo.