Explicaciones sobre una tilde

Escribo todav¨ªa con los pelos de punta despu¨¦s de leer la carta de Daniel T. Garc¨ªa (EL PA?S, 19 de abril). Con el t¨ªtulo No es posible, el lector se queja, con raz¨®n, de que en la portada de El PA?S se escribe la palabra env¨ªa sin su acento correspondiente. Hasta aqu¨ª, de acuerdo. Lo que me deja perpleja es su explicaci¨®n del error: "Consigo descifrar el porqu¨¦ de la falta de tilde. En catal¨¢n el final ia de las palabras forma diptongo (sic) y no se acent¨²a la i. ?Consecuencias de la pol¨ªtica nacionalista de inmersi¨®n al precio que sea?".

Culpar de la falta de un acento "a la pol¨ªtica nacionalista de inmersi¨®n al precio que sea" en lugar de culpar al corrector, es lo m¨¢s fan¨¢tico y lo m¨¢s nacionalista que he le¨ªdo en mucho tiempo. Por esta regla de tres, yo podr¨ªa decir que el error que comete don T. Garc¨ªa al decir que el final ia en catal¨¢n forma diptongo (es, l¨®gicamente, al rev¨¦s, por eso no se acent¨²a) es una causa de la pol¨ªtica nacionalista de negar los hechos.

Yo, como muchos compradores de El PA?S, soy catalanohablante. Cartas como la del se?or Garc¨ªa sugieren que la lengua en la que leo, escribo, hago el amor y aprend¨ª a decir padre y madre es un invento moderno de los nacionalistas, y que el hecho de hablar dos lenguas tiene consecuencias nefastas.