?lava, la llave del futuro del Pa¨ªs Vasco
El constitucionalismo conf¨ªa en que la moderaci¨®n alavesa permitir¨¢ desbaratar el proyecto soberanista de Ibarretxe
?lava, la hermana peque?a de la comunidad vasca, guarda en su singularidad una de las llaves del futuro de Euskadi cuando el nacionalismo se propone obtener un primer refrendo electoral, impl¨ªcito, a su proyecto soberanista. El territorio alav¨¦s es la pieza que no encaja en el proyecto Ibarretxe, el elemento rebelde que desde la proclama de la doble identidad vasca y espa?ola desaf¨ªa permanentemente el asimilacionismo nacionalista. Aunque hace ya tiempo que los alaveses tomaron conciencia de su propia importancia, su comportamiento electoral se presume trascendental ahora que empieza a librarse la batalla por los territorios. ?lava es un freno poderoso, un obst¨¢culo mayor, "es la esperanza de una Euskadi en convivencia, leal y solidaria", dice el alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso, convencido de que el PNV tendr¨¢ que renunciar a su proyecto si no consigue reconquistar ?lava.
?lava podr¨ªa negarse a pagarle al Gobierno vasco la recaudaci¨®n de los impuestos
El nacionalismo se impone en gran parte de las zonas rurales por su labor de seducci¨®n
La Diputaci¨®n y el Ayuntamiento, hoy dirigidos por el PP, son las dos grandes palancas institucionales que pueden determinar el rumbo del Pa¨ªs Vasco. Si el nacionalismo las necesita para transportar a los alaveses al pretendido estatus de libre asociaci¨®n con Espa?a, los constitucionalistas tienen ah¨ª dos fortalezas con las que conjurar el proyecto soberanista. Ante un panorama tan vidrioso e inquietante, los dirigentes del PP y del PSE-PSOE alav¨¦s evitan cargar las tintas del enfrentamiento, conscientes de que en ?lava pierde el que resquebraja la convivencia, el que crispa y divide gratuitamente, el que se sale del actual marco estatutario. Pero por grande que sea el pudor con que los pol¨ªticos locales se manejen en este asunto, a nadie se le escapa que si el 25-M sigue dejando las instituciones alavesas en manos constitucionalistas y si los alaveses no respaldan el proyecto soberanista en la anunciada consulta de Ibarretxe, el nacionalismo vasco tendr¨¢ que hacer frente a una crisis interinstitucional de gran magnitud.
En un escenario de desaf¨ªo a la legalidad estatutaria, apuntan los entendidos, nada le impedir¨ªa a la Diputaci¨®n alavesa negarse a pagar al Gobierno vasco la parte de la recaudaci¨®n de los impuestos que le corresponde, ni a descolgarse de una Vizcaya y una Guip¨²zcoa lanzadas a la aventura, habida cuenta del derecho territorial sobre el que se asienta tanto el estatuto de autonom¨ªa como la configuraci¨®n misma de la comunidad aut¨®noma. "No quiero ni pensarlo, pero si Euskadi se va de Espa?a, ?lava se ir¨¢ de Euskadi", dice el diputado general Ram¨®n Rabanera.
Se dar¨ªa entonces la paradoja de que el foralismo actuara de mortaja del soberanismo y se cumplir¨ªa as¨ª el vaticinio: "A m¨¢s soberanismo, menos Euskadi", inspirado emp¨ªricamente en el caso navarro. Ya en los primeros a?os de la transici¨®n, el terrorismo y el asimilacionismo nacionalista provocaron en Navarra una fuerte reacci¨®n refleja de retraimiento ante la idea perturbadora de Euskadi, en una poblaci¨®n que hasta entonces, dentro del cuadro de identidades compartidas, navarra, vasca y espa?ola, hab¨ªa aceptado la condici¨®n de vasca con bastante naturalidad.
No es casual, desde luego, que Navarra sea hoy una clara referencia alternativa en ?lava aunque, en la actualidad, s¨®lo los regionalistas de Uni¨®n Alavesa (UA), partido capitidisminuido a beneficio del PP, reclamen la separaci¨®n de Euskadi y un estatuto uniprovincial como el de la Comunidad Foral. ?lava y Navarra tienen un com¨²n haber mantenido sus respectivos conciertos econ¨®micos durante el largo per¨ªodo franquista y una resistencia mayor a la homogeneizaci¨®n cultural y pol¨ªtica nacionalista. Como las de Navarra, las carreteras y la red asistencial administrada por la rica Diputaci¨®n alavesa, eran ya de las mejores de Espa?a mucho antes de la creaci¨®n de la Comunidad Aut¨®noma Vasca. As¨ª que el proceso auton¨®mico no suscit¨® en ?lava el mismo efecto euforizante que tuvo en Vizcaya y Guip¨²zcoa.
Aunque los alaveses, excepci¨®n hecha de UA, se declaran mayoritariamente c¨®modos en la Euskadi auton¨®mica y en Espa?a, -"tampoco nos ha ido mal con el Estatuto", dice Rabanera- hay un discurso del agravio comparativo, una denuncia de marginaci¨®n que se vierte contra el Gobierno vasco. "A los alaveses no nos ha ido nada bien en este negocio com¨²n de los tres territorios. Estoy dispuesto a demostr¨¢rselo a qui¨¦n sea", sostiene el secretario general del sindicato alav¨¦s (SEA), Jos¨¦ Manuel Farto.
Industrializada
No es que ?lava sea precisamente una provincia amenazada de desahucio. Cierto, ha perdido la condici¨®n de primera provincia espa?ola en renta per c¨¢pita que ostent¨® en los a?os 70, pero actualmente ocupa la cuarta plaza, una posici¨®n manifiestamente mejor que la que Vizcaya (decimosegunda) y Guip¨²zcoa (decimocuarta) presentaban a finales de los 90. Contra la imagen enga?osa que identifica a ?lava como una sociedad agr¨ªcola, -"los patateros" se les ha llamado hasta hace poco-, el sector primario aporta ¨²nicamente el 1,9% del Producto Interior Bruto del territorio, contra el 46,6% del sector industrial. De hecho, ?lava es una de las provincias m¨¢s industrializadas de Espa?a y, sin duda, la m¨¢s industrializada del Pa¨ªs Vasco. Su renta per c¨¢pita supera en un 30% la media espa?ola y en un 20% la media de Euskadi, sostiene el director de Econom¨ªa de la Diputaci¨®n, Javier Lasarte.
Seg¨²n el Instituto Vasco de Estad¨ªstica, ?lava disfruta de una situaci¨®n de pr¨¢ctico pleno empleo, (3,9% de paro) en la poblaci¨®n masculina, con una tasa de paro femenino de s¨®lo el 9,1%. Con el 13% de la poblaci¨®n de la Comunidad Aut¨®noma Vasca produce el 16,74% del PIB vasco y genera un volumen de exportaciones cuyo valor, en descenso ciertamente en los ¨²ltimos a?os, representa el 30% del conjunto de las exportaciones vascas. A la vista de estos datos, cualquiera dir¨ªa que "la peque?a joya de la corona" vasca, que f¨ªa su ¨¦xito a su propia dimensi¨®n, -apenas 290.000 habitantes- y a las excelencias competitivas de su industria -la acertada conjunci¨®n entre las multinacionales Mercedes Benz, Michel¨ªn, Pepsico, Guardian..., y una buena red de pymes- no deber¨ªa tener grandes motivos de queja.
Por no hablar de Vitoria, ciudad modelo en infraestructuras p¨²blicas, que con 230.000 habitantes acoge al 80% de la poblaci¨®n de la provincia. La capital alavesa est¨¢ entre las 10 ciudades de tama?o medio europeas punteras en equipamientos urban¨ªsticos, en zonas verdes, guarder¨ªas p¨²blicas y en asistencia domiciliaria. Todos sus barrios -no hay ¨¢reas sociales marginadas, ni guetos- disponen de centros c¨ªvicos con polideportivo, ludoteca, piscina, teatro, biblioteca, guarder¨ªa y sala de estudios. Cuenta, incluso, con un campo de golf p¨²blico de 9 hoyos, el Urturi, accesible a un precio de 12 euros.
Y, sin embargo, la sensaci¨®n de agravio alimentada por la ausencia de grandes inversiones p¨²blicas, el rechazo a la "instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica de lo vasco" y el temor a los efectos econ¨®micos de la radicalizaci¨®n nacionalista contin¨²an alimentando el alavesismo y el vitorianismo, un sentimiento m¨¢s difuso y descafeinado, quiz¨¢s, que el navarro, que, desde la singularidad propia trata igualmente de levantar una barrera frente al prop¨®sito asimilacionista. Tampoco la capitalidad constituye, por lo visto, un amarre suficiente. "No nos enga?emos: Vitoria es una capital ficticia, la verdadera capital vasca es Bilbao, que es la que concentra el poder econ¨®mico y pol¨ªtico", indica Farto, quien minimiza el peso en la econom¨ªa de la ciudad de los miles de funcionarios que trabajan en la sede del Gobierno y Parlamento vascos. "El 80% viene, trabaja y se vuelve a Vizcaya o Guip¨²zcoa; es dudoso que Vitoria obtenga una beneficio de todo esto", a?ade. El alcalde sigue reclamando sin ¨¦xito el estatuto de capitalidad que le aportar¨ªa a Vitoria un presupuesto especial con el que hacer frente a unos gastos corrientes cada vez m¨¢s abultados.
"Somos claramente el territorio vasco con mayores posibilidades de futuro, pero llevamos 15 a?os sin inversiones importantes. Los alaveses miramos tanto a Navarra, porque a ellos, que nos han sobrepasado en renta, les ha ido muy bien en solitario", se lamenta el secretario general del sindicato empresarial alav¨¦s. "De fondo", subraya Jos¨¦ Manuel Farto, "est¨¢ el problema de la soberan¨ªa. Para unos, no somos suficientemente vascos, y para otros, somos como los dem¨¢s vascos. As¨ª que nadie nos considera seguros a largo plazo", indica. A su juicio, el Gobierno de Madrid no ha hecho gran cosa para respaldar con inversiones la labor de la diputaci¨®n y el ayuntamiento. "No puedo decir que nos haya comprado el voto", ironiza.
Bilba¨ªno de nacimiento, alav¨¦s hoy de coraz¨®n, el dirigente del sindicato empresarial asegura que la permanente desestabilizaci¨®n del marco pol¨ªtico ha enfriado notablemente la inversi¨®n, pese a que las multinacionales instaladas en suelo alav¨¦s han respondido generalmente de forma positiva. "Tenemos una industria moderna y competitiva, suelo industrial, buenos accesos, una ubicaci¨®n estrat¨¦gica entre la meseta y el norte de Espa?a, una poblaci¨®n en crecimiento y m¨¢s joven que en el resto de Euskadi, equilibrio social y buena formaci¨®n profesional. Deber¨ªamos estar en el punto de mira de las grandes inversiones europeas y americanas y, sin embargo, llevamos ya m¨¢s 10 a?os sin inversi¨®n extranjera. No hay otra raz¨®n para esta sequ¨ªa inversora que la pol¨ªtica. El problema", explica, "es la incertidumbre. Mire lo que nos dicen los inversores y las grandes multinacionales: 'A nosotros nos parece perfecto que ustedes adopten el marco pol¨ªtico que quieran, pero dec¨ªdanse de una vez porque, entre otras cosas, necesitamos saber si vamos a invertir en Espa?a con un mercado de 40 millones de consumidores o en una rep¨²blica independiente de Euskadi con dos millones de habitantes". El secretario general del SEA dice poder probar que ?lava est¨¢ ya acusando las consecuencias de esta incertidumbre, pese a que, mayoritariamente, los alaveses no discuten el statu quo del Estatuto de Gernika.
Recaudaciones
"Cada vez recaudamos m¨¢s y nos quedamos con menos y eso a pesar de que como Diputaci¨®n estamos asumiendo competencias de bienestar social que no nos corresponden", afirma el diputado general Ram¨®n Rabanera, sin ocultar que siente una "envidia sana" ante los grandes proyectos -el Metro, el Guggeheim- acometidos en Bilbao. A su juicio, el Gobierno vasco pretende agotar las capacidades de las diputaciones "a base de reducirnos los presupuestos y de impulsar un proceso de progresiva centralizaci¨®n". De acuerdo con los ¨²ltimos datos oficiales, el Ejecutivo vasco se queda con el 70,44% de lo que se recauda en ?lava
"?lava es diferente", vienen a decir muchos de los protagonistas de la vida alavesa y lo que quieren decir es que, aunque no se consideran una rareza, la provincia guarda diferencias notables con Guip¨²zcoa y Vizcaya. El porcentaje oficial de vascoparlantes es s¨®lo del 8,6%, inferior incluso al de Navarra. Salvo en la zona de Aramaio, lindante con Guip¨²zcoa, y en Llodio, municipio natal del lehendakari, que hist¨®ricamente ha vivido m¨¢s conectado a Bilbao, el euskera ha estado pr¨¢cticamente ausente del territorio alav¨¦s durante bastantes siglos. El rechazo a la pol¨ªtica de euskaldunizaci¨®n del Gobierno vasco, m¨¢s patente aqu¨ª, particularmente por la encendida reacci¨®n de los regionalistas de Uni¨®n Alavesa, no va acompa?ado de desafecci¨®n por la lengua -las instituciones alavesas controladas hoy por el PP han dado continuidad a los programas de euskaldunizaci¨®n-, aunque s¨ª de oposici¨®n a los excesos y a la instrumentalizaci¨®n y manipulaci¨®n pol¨ªticas. "Si desde el resto de Euskadi se nos ve como unos vascos algo raros", dice el vicerrector de la Universidad vasca y catedr¨¢tico de Historia Antonio Ribera, "es porque el nacionalismo ha cambiado el arquetipo de lo vasco, no porque los alaveses hayamos cambiado".
?lava practica sin complejos un vasquismo que se expresa en castellano, vive con naturalidad esa manera de sentirse vasco liberado de la trascendencia y el dramatismo que el nacionalismo le confiere. La condici¨®n de "VTV", (vitoriano de toda la vida) sigue siendo una vitola exitosa en una ciudad en la que m¨¢s de la mitad de sus habitantes, tienen origen for¨¢neo. A la relaci¨®n vecinal con Navarra, Burgos, La Rioja, Guip¨²zcoa y Vizcaya, hay que sumar las gentes que hace tres y cuatro d¨¦cadas llegaron desde Extremadura, Andaluc¨ªa, Palencia o Galicia, preferentemente. Pocas casas regionales en Espa?a cuentan con instalaciones como las que andaluces y gallegos disponen en la capital alavesa. Conscientes del caudal de votos en juego, los partidos vascos cuidan mucho esa relaci¨®n y el mismo lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, es un asistente asiduo a la fiesta del Roc¨ªo que en Vitoria adquiere un empaque y un brillo sorprendentes. En los ¨²ltimos comicios, sobre todo, tras la retirada hace 4 a?os del anterior alcalde, Jos¨¦ ?ngel Cuerda, los partidos constitucionalistas ganan en Vitoria con el margen suficiente como para enjuagar el voto nacionalista mayoritario en la provincia.
Cercanos a Espa?a
"Vitoria es un crisol de identidades que se reconocen en un sentimiento com¨²n de lo alav¨¦s, lo vasco y lo espa?ol"; "El alav¨¦s es una persona moderada, trabajadora, conservadora, que no se siente alejada de Espa?a ni se identifica con el nacionalista permanentemente cabreado que vive obsesionado por conquistar nuevas cotas de soberan¨ªa"; "La sociedad no est¨¢ aqu¨ª tan compartimentada pol¨ªticamente; no hay una sensaci¨®n tan fuerte de pertenencia a una ideolog¨ªa y por eso se produce un alto trasvase de votos, seg¨²n el tipo de elecciones". Son frases que se repiten en la ronda de entrevistas de este reportaje.
Un elemento extravagante lo constituye el hecho de que el nacionalismo se imponga mayoritariamente en buena parte de las zonas rurales, incluso en aquellas que aparentemente muestran un perfil sociol¨®gico, pol¨ªtico y cultural poco favorable. En general, se atribuye ese dato a la labor de seducci¨®n ejercida por el nacionalismo en el poder a trav¨¦s de las inversiones p¨²blicas en zonas vitivin¨ªcolas tan ricas como La Rioja Alavesa, poblada hoy de "bodegas-museo", en los cr¨¦ditos clientelares de la Caja Vital, en las ayudas del Departamento de Agricultura del Gobierno vasco, en el Plan Foral de ayudas a los ayuntamiento. El PNV habr¨ªa ido tejiendo as¨ª pacientemente una red clientelar que explicar¨ªa la adhesi¨®n al nacionalismo en el campo alav¨¦s.
Otro factor es el miedo, la inhibici¨®n y autocensura que en ¨²ltima instancia imponen las pistolas. "En Laguardia somos la lista m¨¢s votada en las generales pero no hay un solo afiliado dispuesto a ser candidato", indica Alfonso Alonso. Como se ha visto en el intento frustrado por modificar la ley electoral de las Juntas Generales, (Parlamento provincial que elige al diputado general), el PNV ha tratado de aprovechar la vieja tensi¨®n entre la capital y la provincia para incrementar la representaci¨®n del campo frente a Vitoria.
"Recuerdo muy bien que en los a?os 80, cuando ¨ªbamos de vacaciones a La Puebla de Labarca, a nosotros nos llamaban los vascos y que diez a?os m¨¢s tarde algunos de sus vecinos nos recib¨ªan con la frase: "Aqu¨ª vienen los hijo putas de espa?oles", comenta el concejal socialista Juan Carlos Alonso. "Votan nacionalista pero no son nacionalistas al uso guipuzcoano o vizca¨ªno", se?ala Antonio Rivera. "Aunque el PNV presenta el proyecto Ibarretxe como el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s, dudo mucho que, llegado el caso, esos votantes est¨¦n por separarse de Espa?a", indica.
?Pero cu¨¢l es la singularidad alavesa? ?Qu¨¦ fundamento tiene el alavesismo, m¨¢s all¨¢ del agravio y del discurso victimista? ?Por qu¨¦ hay tantos vitorianos de adopci¨®n en una ciudad bien servida y estructurada s¨ª, pero que carece de la elegante p¨¢tina donostiarra o de la energ¨ªa urbana de Bilbao? La respuesta puede estar en el irresistible atractivo que la moderaci¨®n y la convivencia ejercen en esta Euskadi convulsa. Aunque sacudida por las mismas ondas pol¨ªticas, las mismas pol¨¦micas insidiosas, los mismos elementos perturbadores que envenenan la atm¨®sfera de Euskadi, la capital alavesa sigue siendo todav¨ªa un espacio de encuentro, un territorio mestizo donde se amortiguan las agresiones, se reconducen las diferencias y se recrean las relaciones propias de una normalidad perdida. Los constitucionalistas vascos podr¨ªan decir con raz¨®n todos somos alaveses.
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