Recuperaci¨®n a medio plazo
La econom¨ªa no estar¨¢ creciendo a su tasa potencial hasta finales de 2004, si no hay nuevos choques imprevistos
Si por recuperaci¨®n se entiende cuando las distintas econom¨ªas del mundo van a poder volver a crecer a sus tasas de crecimiento potencial, la ¨²nica respuesta realista ante esta pregunta tan repetida es la siguiente: por supuesto que no en 2003 y probablemente s¨®lo bien entrado 2004. Es decir, si todo marcha bien, hacia el ¨²ltimo trimestre de 2004 y a lo largo de 2005 hay una elevada probabilidad de que la econom¨ªa mundial est¨¦ creciendo, de nuevo, a su tasa de crecimiento potencial de entre el 4% y el 4,5%, en lugar del 2% en 2001, el 2,7% en 2002 o el previsto 2,9% en 2003. El crecimiento potencial de Estados Unidos es del 3% al 3,25%, mientras que el de la Uni¨®n Europea es s¨®lo del 2,25% al 2,50%, pero tiene mayores probabilidades de alcanzarlo antes la UE que EE UU. Ahora bien, este escenario es s¨®lo v¨¢lido siempre que no haya nuevos choques externos o internos imprevistos, tales como nuevos ataques terroristas, nuevas epidemias o nuevas guerras, que, l¨®gicamente, retrasar¨ªan todav¨ªa m¨¢s dicha recuperaci¨®n. Existen varias razones econ¨®micas que apoyan esta respuesta:
La econom¨ªa mundial no ha llevado a cabo el ajuste suficiente para absorber el pinchazo de la burbuja burs¨¢til m¨¢s importante del ¨²ltimo siglo
El fin de la guerra de Irak despeja parcialmente una incertidumbre importante que afectaba a su duraci¨®n, su coste y al precio del petr¨®leo, pero no es una condici¨®n suficiente para que dicha recuperaci¨®n tenga lugar inmediatamente despu¨¦s, ya que existen problemas coyunturales y estructurales en la econom¨ªa mundial que hacen que ¨¦sta ya estuviese en una situaci¨®n muy d¨¦bil y vulnerable antes de dicha guerra y que dichos problemas necesitan todav¨ªa tiempo para solucionarse.
El choque petrol¨ªfero
En primer lugar, los a?os de tasas de crecimiento potencial en los a?os noventa, coincidieron con un precio medio del petr¨®leo de unos 16-17 d¨®lares por barril de brent. Entre 1999 y 2002 subi¨® a un promedio de 25-26, despu¨¦s, en lo que va de 2003, ha estado por encima de 30 en promedio y ahora despu¨¦s de la guerra, ha vuelto al escal¨®n previo de 25 d¨®lares, lo que ya en s¨ª es una ayuda, pero no se ha desmoronado como pensaban muchos optimistas. Es decir, la econom¨ªa mundial sigue sufriendo un choque petrol¨ªfero, de cerca de 10 d¨®lares por barril, respecto de sus a?os de crecimiento potencial. Se ha calculado, con cierto rigor, que cada aumento de 10 d¨®lares del barril de petr¨®leo supone un menor crecimiento mundial de un 0,5% aproximadamente, al cabo de un a?o. No es previsible que, en los pr¨®ximos a?os, el precio del barril pueda volver a unos niveles de precios como los a?os noventa. Como mucho, podr¨ªa volver a situarse en una banda de entre 21 y 25 d¨®lares. Pero para conseguirlo habr¨ªa que esperar a que Venezuela vuelva a poder producir y exportar sus niveles habituales, previos a sus problemas pol¨ªticos internos, a que se inviertan miles de millones de d¨®lares en poner al d¨ªa y recuperar la producci¨®n iraqu¨ª y a que no surjan nuevos problemas o tensiones en otros pa¨ªses productores, como ha ocurrido recientemente en Nigeria.
En segundo lugar, conviene no olvidar que, desde 1995 hasta 2002, el ¨²nico motor del crecimiento mundial ha sido EE UU, al que ha contribuido en aproximadamente dos tercios del total. A pesar de su mayor debilidad actual, todav¨ªa lo sigue siendo, ya que este a?o se espera que crezca un 2,2%, frente a un 1% de la UE o un 0,8% de Jap¨®n. Para colmo, el resto de Asia, que se encontraba con unas expectativas de crecimiento de m¨¢s del 6% para este a?o y que iba a poder ayudar a EE UU a dinamizar el crecimiento del resto del mundo, puede verse muy negativamente afectada por la explosi¨®n de la llamada neumon¨ªa v¨ªrica o at¨ªpica, que, por el momento, no parece que pueda controlarse, lo que puede restar notablemente a su crecimiento esperado, aunque sea s¨®lo durante este a?o. De momento, se espera que el crecimiento de esta regi¨®n pueda llegar a caer un punto porcentual en 2003 respecto a las previsiones de hace un mes. No es f¨¢cil que la econom¨ªa mundial repunte cuando sus actuales motores est¨¢n creciendo muy por debajo de su potencial y lejos de sus tasas de los a?os noventa.
En tercer lugar, la econom¨ªa mundial no ha llevado a cabo, todav¨ªa, el ajuste suficiente para absorber tanto el pinchazo de la burbuja burs¨¢til m¨¢s importante del ¨²ltimo siglo como su resaca posterior. A¨²n queda mucho por hacer, especialmente en EE UU, pero tambi¨¦n en la UE. Es verdad que las empresas de EE UU han realizado un ajuste masivo de reducci¨®n de sus costes laborales, de sus necesidades de financiaci¨®n y de su inversi¨®n.
Sin embargo, todav¨ªa la mayor¨ªa de ellas se encuentra muy apalancada y en d¨¦ficit, cuando lo l¨®gico es que tuviera ya un peque?o super¨¢vit financiero, como tradicionalmente ocurre al final de la recesi¨®n o al principio de la recuperaci¨®n, que les permitiese reanudar sus procesos normales de inversi¨®n. El problema es que, por un lado, la utilizaci¨®n de su capacidad instalada es todav¨ªa muy baja, lo que hace que la rentabilidad marginal de la inversi¨®n tambi¨¦n lo sea, con lo que no exista incentivo para invertir en nuevo capital y, por otro lado, la debilidad de las cotizaciones burs¨¢tiles hace que las expectativas futuras de rentabilidad de la inversi¨®n sigan siendo reducidas. Adem¨¢s, la recuperaci¨®n de la inversi¨®n se ha dado siempre con posterioridad a un aumento del consumo de las familias. Sin embargo, los consumidores norteamericanos se han ajustado mucho menos que las empresas al desmoronamiento de las cotizaciones burs¨¢tiles, ya que han conseguido seguir gastando gracias a la fuerte reducci¨®n de tipos de inter¨¦s, a la rebaja de impuestos, a la refinanciaci¨®n barata de las hipotecas sobre sus viviendas, facilitada por unos tipos reales cero o negativos y a que el aumento del precio de los activos inmobiliarios ha compensado, en parte, la fuerte ca¨ªda de los precios de los activos financieros. Esto hace que el consumo en EE UU siga siendo muy vulnerable a una ca¨ªda de los precios inmobiliarios, a una nueva ca¨ªda de la Bolsa o a un aumento de los precios del petr¨®leo.
La situaci¨®n en la UE es tambi¨¦n preocupante. Las empresas se han ajustado menos que las americanas, en buena parte por limitaciones y costes mayores de despido y porque los tipos de inter¨¦s y el coste de su deuda se han mantenido m¨¢s elevados. De hecho, la inversi¨®n lleva contray¨¦ndose desde 2000 y no muestra ning¨²n indicio de repunte. Aunque los efectos del colapso de la burbuja han sido algo menores sobre el consumo, ya que las familias europeas tienen un menor porcentaje de acciones en el total de su riqueza financiera, los precios de las acciones han ca¨ªdo en mayor medida que en EE UU. Adem¨¢s, ha habido menores incentivos a mantener la demanda interna, ya que la pol¨ªtica monetaria ha sido menos expansiva que la americana y, aunque la fiscal s¨ª ha sido expansiva, lo ha hecho, en buena parte, de forma pasiva, es decir, m¨¢s por el juego de los llamados estabilizadores autom¨¢ticos que por una reducci¨®n de impuestos personales y, adem¨¢s, sigue limitada por el Pacto de Estabilidad. Por otro lado, las reformas estructurales, necesarias para hacer la econom¨ªa m¨¢s flexible y para poder recuperarse antes, o no se han hecho o se est¨¢n haciendo lenta y parcialmente.
En cuarto lugar, la recuperaci¨®n no puede llegar sostenida y estable mientras no se reduzcan los enormes desequilibrios actualmente existentes. El d¨¦ficit presupuestario de EE UU puede alcanzar el 5% del PIB este a?o, cuando exist¨ªa un fuerte super¨¢vit en 2000, y su d¨¦ficit por cuenta corriente de la balanza de pagos puede llegar a alcanzar este a?o el 6% del PIB y va a seguir creciendo mientras EE UU crezca m¨¢s r¨¢pido que la UE y Jap¨®n. Este d¨¦ficit se compensa, casi en su totalidad, con un super¨¢vit por cuenta corriente de la UE, de Jap¨®n y del resto de Asia, lo que significa que est¨¢n exportando ahorro a EE UU, con lo que ¨¦ste puede conseguir financiarlo. Dado que dicho d¨¦ficit, por definici¨®n, mide la diferencia entre el ahorro nacional y el gasto nacional, significa que la econom¨ªa de EE UU y, sobre todo, su sector privado van a tener que ajustarse todav¨ªa mucho m¨¢s. Dicho ajuste lo puede conseguir, bien a trav¨¦s de un mayor ahorro interno de las familias y de las empresas, lo que supone matem¨¢ticamente una ca¨ªda del consumo y de la inversi¨®n interna y, por tanto, una potencial nueva recesi¨®n; bien a trav¨¦s de una continuada depreciaci¨®n del d¨®lar que impulse las exportaciones de bienes y servicios, reduzca las importaciones y cierre poco a poco la brecha externa, o bien a trav¨¦s de una combinaci¨®n de ambas. La otra alternativa, que es que la UE, Jap¨®n y los pa¨ªses en desarrollo sigan financiando dicho d¨¦ficit, tiene una probabilidad cada vez menor, ya que llega un momento en que es m¨¢s rentable la inversi¨®n interna.
Las soluciones a este problema no son nada f¨¢ciles. Una nueva recesi¨®n en EE UU ser¨ªa catastr¨®fica, ya que reducir¨ªa el crecimiento mundial y retrasar¨ªa la recuperaci¨®n. Una depreciaci¨®n continuada del d¨®lar significa que la UE y Jap¨®n van a tener que crecer exclusivamente generando mayor demanda interna y, de momento, ¨¦sta es muy d¨¦bil en ambos y no parece que existan tampoco suficientes est¨ªmulos monetarios y fiscales para fortalecerla, aunque, sin duda, la apreciaci¨®n del euro va a aumentar la demanda de consumo.
Todos estos argumentos avalan una postura de enorme prudencia y realismo ante el futuro cercano de la econom¨ªa mundial, que va a depender de que cada pa¨ªs y cada regi¨®n haga sus deberes, con pol¨ªticas de ajuste y de reforma, para conseguir que, a medio plazo, se pueda volver a una nueva etapa de crecimiento potencial estable y sostenible, lo que necesita un cierto tiempo.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
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