Horas de espera en Cuatro Vientos
Desde las siete de la ma?ana, miles de j¨®venes comenzaron a ocupar el aer¨®dromo
La fe mueve monta?as. Ayer, moviliz¨® cuerpos, sillas de ruedas, p¨ªcaros, nubes e historias. Muchas historias y m¨¢s peticiones. Entre las cerca de 600.000 personas que, seg¨²n los organizadores, se trasladaron ayer hasta el aer¨®dromo de Cuatro Vientos, en la periferia de Madrid, hab¨ªa almas tan j¨®venes como la de Emma, que a sus dos a?os disfrut¨® como loca con la lluvia artificial que fabricaron los bomberos para evitar que las lipotimias y desmayos ocasionados por el calor se multiplicaran. Los mayores tambi¨¦n agradecieron los manguerazos. Sentados en sillas de pl¨¢stico algunos, de ruedas otros.
A las siete de la ma?ana, los prados de espigas que rodean las pistas de despegue del aer¨®dromo militar acog¨ªan a los primeros fieles, seg¨²n cont¨® Carla, una portuguesa de 15 a?os que hab¨ªa llegado desde su pa¨ªs en un autocar repleto de peregrinos. "Ya hab¨ªa gente. No mucha, pero la hab¨ªa". Las espigas causaron numerosos problemas de alergia.
Cuando el Papa aterrizaba en el aeropuerto de Barajas, a las 12 del mediod¨ªa, 2.000 estampas de Juan Pablo II esperaban en una mesa plegable a ser adquiridas por "la voluntad". Las distribu¨ªa Juan, cerca de la salida de metro de Cuatro Vientos. "Normalmente, me dedico a la reventa de entradas de f¨²tbol y de toros. He hecho 2.000 estampas. Las peque?as me han salido a seis c¨¦ntimos de euro, las grandes a ocho", explicaba.
Y los peregrinos acogieron bien la oferta. Entre c¨¢nticos, con una sonrisa imborrable en el rostro y dispuestos a todo, dejaban monedas de un euro sin dudar. "Es que est¨¢ muy guapo el Papa en esta foto", comentaba una fiel.
C¨¦sar sabe que tiene buena estrella. Su bar est¨¢ en la ruta de peregrinaje desde la boca de metro hasta el escenario en el que no pararon de sucederse grupos especializados en canci¨®n religiosa. Y eso, al tercer d¨ªa de haber abierto el establecimiento. Ayer factur¨® "un 400% m¨¢s" que en los d¨ªas anteriores.
A las dos y media de la tarde el sol ca¨ªa a plomo sobre las cabezas de los congregados. Los responsables del Samur-Protecci¨®n Civil (servicios sanitarios municipales) empezaron a temerse lo peor. En uno de los hospitales de campa?a instalados en el aer¨®dromo ya hab¨ªan atendido cerca de 40 casos de lipotimias y desmayos. "Pero desde ahora, los casos se agravar¨¢n. El peor sol es el que hay entre las tres y las cuatro de la tarde", explicaba un responsable del Samur. Pero la reuni¨®n no se vio deslucida por desmayos numerosos. Unas oportunas nubes hicieron de parasol en la hora que tanto tem¨ªan los m¨¦dicos y el resto del personal sanitario. Ayudaron las nubes y el bombero que desde el techo de un cami¨®n rojo regaba a los asistentes.
"El agua ayuda, pero no tanto como la fe. Eso es lo que nos hace aguantar cualquier cosa". Desde los 12 a?os estudia en un seminario. Se llama Javier y ahora, con 17, s¨®lo "un milagro" hubiera podido apartarle del puesto que ha conseguido en primera fila para ver al Papa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.