La ¨¦tica, con multa entra
Diez grandes firmas de Wall Street acuerdan pagar 1.400 millones de d¨®lares en multas por manipular el mercado
Diez grandes firmas, el 'qui¨¦n es qui¨¦n' financiero de Wall Street, han acordado pagar 1.400 millones de d¨®lares en multas y otros conceptos por sus manipulaciones de los mercados para atraer inversores hacia valores que eran trampas financieras. El acuerdo libra a las compa?¨ªas de futuras demandas, pero deja expuestos a sus ejecutivos y analistas a la furia de los defraudados inversores. Es el triste final del espejismo burs¨¢til fraguado por la 'nueva econom¨ªa' y que se ha saldado con la p¨¦rdida de unos siete billones de d¨®lares.
El acuerdo libra a las compa?¨ªas de futuras demandas, pero deja expuestos a sus ejecutivos y analistas a la furia de los defraudados inversores
Un a?o largo de pesquisas del fiscal general (equivalente a ministro de Justicia) de Nueva York, Eliot Spitzer, sobre el funcionamiento corrupto de Wall Street acaba de concluir con un acuerdo por el que lo m¨¢s granado del templo del capital abonar¨¢ 1.400 millones de d¨®lares para enmendar pasados yerros, que incluyen fraude, exageraci¨®n consciente de valores, recepci¨®n de pagos secretos, abonos de investigaciones interesadas y ofertas de sobornos a directivos para obtener sus concesiones de negocio. Analistas de bancos de inversiones y bancarios trabajaban coordinados, con aqu¨¦llos jaleando nuevos valores para que ¨¦stos obtuvieran la exclusiva de dirigir su salida a Bolsa. Dos analistas estrella, Jack Grubman, de Salomon, Smith, Barney, la banca de negocios de Citicorp, el primer banco del mundo, y Henry Blodget, el experto en Internet de Merrill Lynch, han quedado excluidos por vida del negocio y deber¨¢n pagar multas de 15 y 4 millones de d¨®lares, respectivamente.
Un aluvi¨®n de documentos, muchos de ellos nuevos, aunque confirman datos ya conocidos, demuestran que en los a?os de la burbuja financiera los analistas -cuya misi¨®n es enjuiciar los valores, en teor¨ªa independientemente- ten¨ªan un triple objetivo en la cabeza: "Primero, conseguir m¨¢s ingresos para la secci¨®n de banca. Segundo, conseguir m¨¢s ingresos para la secci¨®n de banca. Tercero, conseguir m¨¢s ingresos para la secci¨®n de banca", seg¨²n un e-mail de Craig Kloner, analista de Goldman Sachs.
Favores envenenados
Esos ingresos se lograban vitoreando las acciones de determinadas compa?¨ªas para conseguir que sus directivos concedieran al banco la gesti¨®n de la salida a Bolsa, en tiempos en que los nuevos valores sub¨ªan como cohetes al ser ofrecidos a un p¨²blico ansioso por hacerse con ellos. Los analistas segu¨ªan luego cantando las excelencias de la incipiente compa?¨ªa y su espl¨¦ndido futuro. Incluso cuando se sab¨ªa que las empresas no iban a ning¨²n lado y en privado se reconoc¨ªa su nulo valor, en p¨²blico se continuaban prodigando juicios favorables, que tambi¨¦n val¨ªan para empresas de solera que pasaban por malos momentos.
Entre los 1.179 valores analizados por Salomon, Smith, Barney en enero de 2001 s¨®lo dos recibieron valoraci¨®n p¨²blica negativa, seg¨²n comunic¨® un responsable de la secci¨®n a otros directivos, a los que alert¨® sobre la flagrante ridiculez de la relaci¨®n. Seg¨²n el fiscal Eliot, el documento prueba que los ejecutivos "sab¨ªan perfectamente c¨®mo se estaba manipulando las valoraciones" con el objetivo de conseguir negocio para la secci¨®n de banca.
Los bancos no dejaron tecla sin tocar. No s¨®lo vend¨ªan la burra ciega como si de un futuro ganador del derby de Kentucky se tratara, sino que pagaban a bancos de la competencia para que realizaran sus propios an¨¢lisis, de modo que un p¨²blico inexperto tomara la apertura de tales pesquisas como se?al de que el valor en cuesti¨®n deb¨ªa de tener gran potencial dado el inter¨¦s suscitado entre los expertos. Algunos analistas pasaban a las compa?¨ªas enjuiciadas sus valoraciones con petici¨®n expresa de que las revisaran antes de hac¨¦rselas llegar al p¨²blico y otros dise?aban junto a los bancarios una estrategia conjunta para ganar la voluntad (y el negocio) de los clientes. En varios casos, las retribuciones de los investigadores estaban vinculadas a la capacidad de incrementar la facturaci¨®n del banco.
En total, incurrieron en fraude tres bancos (Salomon, Smith, Barney; Merrill Lynch, y Cr¨¦dit Suisse First Boston/CSFB); realizaron "manifestaciones exageradas o inadecuadas" con mala fe Bear Stearns, CSFB, Goldman Sach, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Piper Jaffray, Salomon, Smith, Barney y UBS Warburg; recibieron o realizaron pagos secretos a cambio de investigaci¨®n Bear Stearns, J.P. Morgan Chase, Morgan Stanley, Piper Jaffray y UBS. Adem¨¢s, CSFB y Salomon ofrecieron valores de gran demanda a directivos de otras empresas para comparar su voluntad y conseguir negocio.
"Estos casos reflejan un triste cap¨ªtulo de la historia de los negocios en Estados Unidos, un cap¨ªtulo en el que quienes obtuvieron enormes beneficios a partir de la confianza de los inversores traicionaron profundamente esa confianza", manifest¨® William Donaldson, el presidente de la Comisi¨®n del Mercado de Valores (SEC), al anunciar las conclusiones de la investigaci¨®n y las sanciones impuestas.
En el desglose de los exactamente 1.387,5 millones a pagar, Salomon, Smith, Barney es el m¨¢s sancionado con 400, seguido de CSFB y Merrill Lynch (200 cada uno), Morgan Stanley (125), Goldman Sachs (110), Bear Stearns, J. P. Morgan, Lehman y UBS (80) y Piper Jaffary con 32,5. Ese aporte se dividir¨¢ entre multas propiamente dichas (487,5 millones), indemnizaciones para damnificados (387,5), creaci¨®n de un fondo para an¨¢lisis independientes durante cinco a?os que deber¨¢n recibir los inversores junto a los an¨¢lisis de los bancos (432,5) y educaci¨®n, otros 80 millones.
Actos reformados
Junto a las sanciones econ¨®micas, los acusados deber¨¢n realizar reformas estructurales en su modo de actuar. Los analistas no acompa?ar¨¢n a los bancarios en sus visitas a las empresas clientes; analistas y bancarios trabajar¨¢n con independencia mutua (se acab¨® la simbiosis que tanto beneficios les generaba a costa de los cr¨¦dulos inversores); las retribuciones de los analistas depender¨¢n de su capacidad profesional como tales y no de la de conseguir negocio para el banco; sus an¨¢lisis quedar¨¢n expuestos en los webs del banco para que los inversores pueden evaluar la calidad de los juicios emitidos; las firmas deber¨¢n comunicar los negocios que tienen o esperan tener con las sociedades analizadas.
A Sanford Weill, como presidente del Citigroup, el mayor violador de las normas de actuaci¨®n, se le somete a la humillaci¨®n adicional de no poder estar en contacto con sus analistas salvo en presencia de un abogado. Weill indujo en repetidas ocasiones a su analista estrella, Grubman, a "echar un nuevo vistazo" a la calificaci¨®n de las acciones de AT&T, hasta que el dictamen pas¨® de neutral (negativo, en la jerga de Wall Street) a positivo.
Los damnificados, invitados a la fiesta
Todos los bancos han aceptado las sanciones y el nuevo c¨®digo de conducta, pero ninguno ha reconocido haber incurrido en conducta delictiva. Los 1.400 millones apenas constituyen el 7% de los beneficios del pasado a?o y se compensar¨¢n pronto. Eliot Spitzer, el incansable fiscal, ha dejado el portillo abierto a futuras litigaciones de damnificados al acusar de fraude a Salomon, Smith, Barney, la rama de negocios de Citigroup, a Merrill Lynch y a Cr¨¦dit Suisse First Boston, cuyos directivos y analistas no est¨¢n cubiertos por el acuerdo que deja fuera del banquillo a las compa?¨ªas.
"Esto es s¨®lo el principio", manifest¨® Spitzer al presentar el resultado de sus investigaciones. "Uno de nuestros objetivos era poner esta informaci¨®n en el mercado para permitir a los inversores que busquen su propia compensaci¨®n. Espero que habr¨¢ notable litigaci¨®n civil".
El acuerdo deja muchos cabos sin atar, entre otros todo lo relativo a las indemnizaciones a recibir por quienes se dejaron embaucar por los cantos de sirena de Jack Grubman, Henry Blodget y compa?¨ªa. Se han apartado 387,5 millones para ese objetivo, pero las p¨¦rdidas de los inversores suponen miles de millones. Los bancos son realistas y, en conjunto, han aprovisionado del orden de 3.000 millones de d¨®lares para hacer frente a los costes de las inevitables demandas. La semana pasada, antes de que se anunciara el acuerdo, Stanley O'Neal, el primer ejecutivo de Merrill Lynch, escribi¨® una intensa columna en The Wall Street clamando contra la idea de Spitzer de regular el negocio y compensar a los inversores que hab¨ªan perdido su dinero. Seg¨²n O'Neal, ese intervencionismo acabar¨ªa con el riesgo inherente al capitalismo, generar¨ªa deflaci¨®n, estancamiento econ¨®mico y hasta colapso econ¨®mico.
Spitzer le respondi¨® con los datos en la mano, "?Es que no se enteran? Te lees la columna de O'Neal y piensas que no se enteran. Me pregunto si han aprendido algo. Lo que mantenemos con respecto a su compa?¨ªa es que cometi¨® fraude. Eso no es riesgo. Traspas¨® el riesgo a los desprevenidos inversores mientras usted cobraba en mano". El anuncio de las sanciones se produjo el mismo d¨ªa que Merrill Lynch celebraba junta general de accionistas.
El presidente del banco, David Komansky, pidi¨® disculpas por la pasada conducta y O'Neal estuvo contrito. "Est¨¢ claro que no somos perfectos y no siempre estamos a la altura de nuestros ideales", dijo. Pero tambi¨¦n protest¨® contra las indemnizaciones a los inversores. "Es como hacer una fiesta e invitar a todo el mundo, ?no?". Sin revelar la cantidad anunci¨® que Merrill ha hecho una provisi¨®n para responder a futuras demandas.
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