La derrota del capit¨¢n Abdul
Un oficial iraqu¨ª relata su experiencia con las tropas de Sadam: mala preparaci¨®n, falta de equipos y mediocridad de los mandos
Abdul al Ubaidi, de 31 a?os, capit¨¢n de artiller¨ªa del Ej¨¦rcito iraqu¨ª, camina con dificultad arrastrando una pierna que le recuerda constantemente lo vivido a finales del mes de marzo en Kalat Saleh, al norte de la ciudad de Nasiriya. Abdul perdi¨® a casi todos sus hombres cuando se enfrentaron al avance de las tropas estadounidenses, cay¨® herido y fue hecho prisionero. "Las heridas de la mente son las peores", asevera su padre. Abdul no sabe a qui¨¦n dirigir m¨¢s reproches, hacia los estadounidenses que considera han humillado a su pa¨ªs, o hacia los mandos impuestos por Sadam Husein.
"Nos hab¨ªamos desplegado en Kalat Saleh hac¨ªa apenas un par de semanas, cuando lleg¨® un hombre con galones de general y ¨®rdenes de Bagdad de tomar el mando de nuestro batall¨®n. No ten¨ªa ni idea de t¨¢cticas militares. Hab¨ªa sido nombrado porque era de Tikrit, la gobernadur¨ªa donde naci¨® Sadam Husein". Seg¨²n el militar, adem¨¢s de dar ¨®rdenes absurdas que provocaban el desconcierto, su general huy¨® en cuanto supo que los estadounidenses avanzaban hacia all¨ª.
Cuando lo liberaron no sab¨ªa que los norteamericanos hab¨ªan ganado la guerra
"Apareci¨® una ma?ana vestido de civil, se meti¨® en su coche particular y sali¨® pitando hacia el norte", relata. Su situaci¨®n era ya muy mala: "Est¨¢bamos mal desplegados, no pod¨ªamos contactar con algunas unidades. El equipo era muy pobre y la comida inexistente. Llev¨¢bamos tres d¨ªas comiendo macarrones crudos cuando fuimos atacados".
Abdul se niega a relatar qu¨¦ ocurri¨® en Kalat Saleh. Es su madre la que explica lo que pas¨® en la batalla. "Debi¨® de ser terrible. Los americanos llegaron una ma?ana disparando y mataron a muchos chicos. Al contrario que mi hijo, la mayor¨ªa no sab¨ªa qu¨¦ hacer ni c¨®mo rendirse. En lugar de levantar un trapo blanco cog¨ªan las metralletas y corr¨ªan hacia los americanos y ellos disparaban y disparaban".
Abdul y otros cinco compa?eros se refugiaron en un veh¨ªculo, pero los estadounidenses apuntaban con sus carros contra todos los veh¨ªculos militares iraqu¨ªes. Abdul recibi¨® disparos en una mano y una pierna. "?l dice que ha visto c¨®mo los americanos disparaban contra los heridos. No ten¨ªan piedad y eso es injusto. La guerra no es una pel¨ªcula, somos personas y ellos no eran ni fedayin [voluntarios a las ¨®rdenes de Sadam] ni terroristas, sino militares", dice su madre.
El militar iraqu¨ª cre¨ªa que lo iban a matar cuando los estadounidenses llegaron hasta ¨¦l y su grupo, pero en lugar de eso aparecieron unos soldados del cuerpo sanitario que trataron a los heridos. "No me trataron mal. S¨®lo uno vino, me arranc¨® los galones y los tir¨® al suelo".
Los cuatro compa?eros fueron trasladados en helic¨®ptero a un hospital de campa?a que Abdul no sabe localizar. "Yo creo que est¨¢ en alguna parte de Kuwait. All¨ª hab¨ªa m¨¦dicos americanos e ingleses y nos trataron bien, con humanidad. Una vez le coment¨¦ a una m¨¦dico inglesa que ten¨ªa las u?as muy largas y ella, aunque lo ten¨ªa prohibido, me prest¨® un cortau?as".
Tras un par de semanas, Abdul fue trasladado al campo de prisioneros de Um Qasr, junto a la frontera con Kuwait. "No vest¨ªa ropa militar y me preguntaron si era civil; respond¨ª que s¨ª". Fue interrogado dos veces. "Nada de insultos, ni golpes, eran preguntas referentes a mis datos personales, domicilio y esas cosas". Despu¨¦s fue trasladado a Basora. Hab¨ªa recibido ropa limpia, una manta y 15.000 dinares (unos 8 euros). "Nos dijeron: 'Sois libres de ir donde quer¨¢is'. Y yo me fui a casa". Su Irak hab¨ªa cambiado. "No sab¨ªa que los americanos hab¨ªan ganado la guerra, ni que hab¨ªan entrado en Bagdad. No me lo pod¨ªa creer".
El viernes 26 de abril, a las 8 de la ma?ana, Abdul llam¨® a la puerta de su casa en el barrio de Adahamiya, en Bagdad. Cuando abri¨® la puerta, su padre no le reconoci¨®. Ten¨ªa el pelo y la barba mucho m¨¢s largos de lo normal y estaba demasiado delgado, pero su madre supo qui¨¦n era al instante. Y se desmay¨®. "Reanimamos a mi madre y le dije de broma: 'Mam¨¢, no te tires al suelo que ahora no puedo levantarte', pero ella s¨®lo lloraba y me tocaba la cara", relata el joven.
Abdul no es optimista respecto al futuro. Ni el de Irak, ni el suyo personal. Sigue pensando como un militar profesional. "Fue una guerra poco honorable, no ten¨ªamos ni la ropa, ni el armamento, ni los jefes adecuados. Una banda de ignorantes. Si encuentran a alguno, p¨ªdanles que les se?alen Espa?a en el mapa, seguro que no son capaces". Seg¨²n su madre, apenas puede conciliar el sue?o y llora pensando en sus compa?eros muertos. "Se pasa el d¨ªa en la mezquita, es un hombre religioso", dice, "y un patriota iraqu¨ª", a?ade su padre.
Detenido el dos de corazones
El Ej¨¦rcito de EE UU confirm¨® ayer la detenci¨®n de uno de los m¨¢ximos responsables del partido Baaz en Irak y hombre de confianza de Sadam Husein. Se trata de Gazi Hamud al Adib, quien era presidente del Baaz y comandante en jefe de los combatientes paramilitares de la regi¨®n Wasit, al sur de Bagdad, cuya capital es Kut.
Con Al Adib, que figura como el 2 de corazones en la baraja de los 55 iraqu¨ªes m¨¢s buscados por EE UU, son ya 19 las personalidades del antiguo r¨¦gimen detenidas. El portavoz militar no revel¨® si Al Adib fue detenido o si pact¨® previamente su entrega.
La ciudad de Kut fue escenario de duros enfrentamientos durante la ofensiva estadounidense y tras la guerra ha sido v¨ªctima de la anarqu¨ªa reinante, sobre todo en la parte central del pa¨ªs, ante la falta de autoridades civiles. La semana pasada, el entonces administrador de EE UU en Irak, Jay Garner, orden¨® la detenci¨®n de un autoproclamado alcalde de la ciudad por "entorpecer las labores de reconstrucci¨®n de las fuerzas de la coalici¨®n". Con ello evit¨® la creaci¨®n de un gobierno local que no contaba con el apoyo de ninguna fuerza pol¨ªtica ni tribal de la zona. Desde entonces, las tropas estadounidenses mantienen una fuerte presencia en Kut sin que se hayan registrado incidentes.
Precisamente ayer, la ciudad santa chi¨ª de Kerbala, al sur de Bagdad, no pudo elegir a los miembros del nuevo Consejo municipal debido a que decenas de j¨®venes asaltaron el lugar donde los representantes locales estaban reunidos. Unas informaciones aseguran que eran islamistas que reclamaban una mayor representaci¨®n chi¨ª. Otras, por el contrario, sostienen que eran simpatizantes del r¨¦gimen defenestrado.
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