Futuro de las pensiones
En Francia, Alemania, Austria e Italia se han producido en las ¨²ltimas semanas protestas contra los recortes anunciados por sus Gobiernos en las pensiones: reducci¨®n de prestaciones, endurecimiento de condiciones para su percepci¨®n, retraso de la edad de jubilaci¨®n. En Espa?a, la movilizaci¨®n contra el decretazo aplaz¨® temporalmente un problema que se plantea primariamente en el terreno presupuestario, seg¨²n vienen alertando el Banco Mundial y el Banco Central Europeo: en algunos pa¨ªses las pensiones suponen ya hasta el 12% del PIB, e incluso algo m¨¢s en Italia.
Algunos Gobiernos, especialmente los m¨¢s liberales, han identificado la crisis de las pensiones como un agotamiento del modelo p¨²blico y plantean como alternativa los sistemas privados. Pero los fondos de pensiones, que gestionan la impresionante cifra de 10,8 billones de d¨®lares y que proporcionan pensiones a millones de trabajadores, han sufrido p¨¦rdidas cuantiosas durante los tres ¨²ltimos a?os, que en conjunto superan el 20% de su valor, pero que en algunos casos han sido muy superiores.
Tal vez ello indique que la soluci¨®n ha de buscarse en un registro m¨¢s amplio que el estrictamente financiero. Las pensiones configuran una realidad que afecta a toda la sociedad. Condicionan la vida de las personas mayores, afectan a la estabilidad presupuestaria de los Gobiernos, y las privadas son una importante fuente de generaci¨®n de ahorro que influye en los mercados internacionales. El problema es que cuando el canciller Bismarck, a fines del XIX, implant¨® el primer sistema moderno de pensiones, la esperanza de vida en Europa era inferior a 50 a?os, y actualmente supera los 76. El envejecimiento de la poblaci¨®n, la baja tasa de natalidad y el estancamiento del empleo son los factores que contribuyen a desequilibrar la proporci¨®n entre activos y jubilados y que determinan la actual crisis del sistema de pensiones.
Las soluciones deber¨¢n incluir seguramente de forma simult¨¢nea varias medidas, que variar¨¢n seg¨²n los pa¨ªses. En algunos primar¨¢ el incremento de las cotizaciones; en otros, la potenciaci¨®n de sistemas complementarios privados tutelados por el Estado, y tal vez todav¨ªa en otros, el alargamiento efectivo de la vida laboral, pero con una intensidad decreciente. Sin embargo, estas recetas, incluso tomadas conjuntamente, son insuficientes. La proliferaci¨®n de contratos temporales discontinuos y el retraso en la incorporaci¨®n al mercado de trabajo de los j¨®venes reducir¨¢ peligrosamente la financiaci¨®n del sistema actual y dificultar¨¢ a estos nuevos trabajadores completar los periodos de cotizaci¨®n m¨ªnimos para alcanzar en su d¨ªa pensiones completas.
La reforma del sistema de pensiones est¨¢, por tanto, estrechamente ligada a la nueva organizaci¨®n del trabajo: una mayor incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral supondr¨¢ m¨¢s cotizantes actuales y mejores pensiones para las familias al sustituirse las de viudedad por las de jubilaci¨®n. Otros factores a considerar son la posibilidad de compatibilizar la condici¨®n de pensionista y trabajador o el reparto del trabajo y el ocio a lo largo de todo el ciclo vital. Lo que est¨¢ en juego no es el d¨¦ficit presupuestario, sino el modelo de sociedad. Y en esta perspectiva la reforma debe alcanzar por igual al sistema privado, puesto que el elevado peso de las deducciones fiscales es argumento suficiente para justificar la tutela del Estado, que es la ¨²ltima garant¨ªa a que pueden aspirar los ciudadanos que han optado por esta f¨®rmula.
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