Un barrio con dos orillas

Moncloa es un distrito con dos orillas separadas por el r¨ªo Manzanares: una de ellas integrada en la capital; la otra, formada por los barrios de Aravaca, Valdemar¨ªn y El Plant¨ªo, tan alejados de la capital que sus moradores se quejan de que hace medio siglo dejaron de ser pueblos independientes.

El voto mayoritario va al PP, que recibi¨® el 38% de los sufragios en las ¨²ltimas elecciones municipales. El PSOE obtuvo el 18% de las papeletas e IU el 4%. En los comicios auton¨®micos, los populares lograron el 42% de los votos, frente al 16% de los socialistas y el 3% de IU. Un 18% de los vecinos de la zona est¨¢n ya jubilados.

?ste es uno de los distritos m¨¢s verdes, ya que cuenta con tres grandes pulmones: la Casa de Campo, el parque del Oeste y la Dehesa de la Villa. El mayor de ellos, la Casa de Campo, sufre una gran degradaci¨®n por el tr¨¢fico que lo atraviesa y tambi¨¦n es fuente de conflictos vecinales al haberse convertido en el mayor punto de prostituci¨®n de la ciudad.

Tambi¨¦n es uno de los vecindarios mejor dotados de hospitales, con 31 camas por cada 1.000 habitantes. Y uno de los cuatro m¨¢s caros, con pisos a 3.091 euros el metro.

Existen, sin embargo, grandes diferencias sociales entre unos barrios y otros. El de Valdezarza es uno de los m¨¢s populares y nada tiene que ver con urbanizaciones como la de Puerta de Hierro. Esas zonas ricas hacen que ¨¦ste sea uno de los tres distritos de mayor renta per c¨¢pita: 16.229 euros anuales. El desempleo s¨®lo afecta a un 7% de los habitantes.

Uno de cada diez vecinos es de origen extranjero. Aravaca fue, a comienzos de los noventa, un punto de encuentro de inmigrantes caribe?os. All¨ª muri¨® asesinada el 13 de noviembre de 1992, en el primer crimen racista de Espa?a, la dominicana Lucrecia P¨¦rez, de 33 a?os. Ahora es el parque del Oeste el que sirve de lugar de reuni¨®n de los inmigrantes ecuatorianos.

Es el distrito frecuentado por m¨¢s estudiantes. La presencia de tres universidades (Complutense, Polit¨¦cnica y UNED) marca su idiosincrasia. O al menos la de una de sus orillas.