Del amor como pesquisa
Cuenta esta ¨²ltima pel¨ªcula del otrora enfant terrible del cine independiente americano Neil Labute una historia ins¨®litamente acad¨¦mica, primorosamente caligrafiada en im¨¢genes m¨¢s propias de un James Ivory o del Stephen Gyllanhall de El pa¨ªs del agua (mucho tiene que ver el que nos ocupa con este t¨ªtulo) que del cine anterior del autor de En compa?¨ªa de hombres. La trama es doble, o si se prefiere, siguiendo la pauta can¨®nica de tantas pel¨ªculas que convocan a la historia para mejor redondear sus fines, una doble peripecia amorosa: por un lado, y en presente, la de dos investigadores (Eckhart y Paltrow) que, siguiendo las huellas de una antepasada de Paltrow, terminan encontrando una tormentosa historia de amor entre dos personajes de lo m¨¢s improbables, un asentado poeta (Northam) y una atractiva escritora lesbiana (Ehle), quienes a mediados del XIX ocultaron a los ojos de sus contempor¨¢neos una vivencia en la que ambos ten¨ªan mucho que perder; pero dejando, eso s¨ª, suficientes pistas para que alguien pudiera leerla en el futuro.
POSESI?N
Director: Neil Labute. Int¨¦rpretes: Gwyneth Paltrow, Aar¨®n Eckhart, Jeremy Northam, Jennifer Ehle, Lena Headley. G¨¦nero: drama amoroso, EE UU, 2002. Duraci¨®n: 102 minutos.
No ser¨¢ pues extra?o a quien conozca t¨ªtulos anteriores de Labute el inter¨¦s por el conflicto entre realidad y apariencia, o, a otro nivel, las relaciones de poder que se establecen en el universo laboral (aqu¨ª, la universidad), tema central de la sorprendente ¨®pera prima de nuestro hombre (y a¨²n su mejor pel¨ªcula), En compa?¨ªa de hombres. Pero sin duda sorprender¨¢, y mucho, la elaborada, y considerablemente fr¨ªa, puesta en escena que nuestro hombre imprime a una peripecia que, sinceramente, parece muy lejana de su peculiar, irreverente universo ficcional.
Y a pesar de todo, incluso de que en alg¨²n momento toda la trama reposa sobre d¨¦biles elementos de sorpresa -que, no obstante, son importantes para mantener la atenci¨®n en una intriga como la que el filme impulsa-, lo cierto es que Posesi¨®n logra enganchar al espectador, y no poco. Lo hace a partir de la pendular doble vivencia amorosa, cargada de romanticismo la primera, pre?ada de dudas la segunda (lo que permite, de paso, la reflexi¨®n sobre el temor al compromiso en nuestros agitados d¨ªas); a partir de jugar a fondo la baza probabil¨ªstica (al fin y al cabo, asistimos ante todo a una investigaci¨®n detectivesca); y a partir de un gui¨®n que pasa con toda comodidad, incluso con elegancia, de un mundo a otro, en saltos temporales que sirven, en fin, para recordarnos que los seres humanos siempre han vivido presos del amor y del remordimiento, pero que no siempre han amado de la misma enloquecida, compulsiva manera.
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