La revuelta de los euroesc¨¦pticos

La publicaci¨®n del proyecto de Constituci¨®n europea ha acrecentado las cr¨ªticas de los conservadores y los antieurope¨ªstas brit¨¢nicos. Lejos de darse por satisfechos con la poda de ambiciones europe¨ªstas lograda por el primer ministro Tony Blair al texto finalmente presentado por Val¨¦ry Giscard d'Estaing a la Convenci¨®n Europea, los tories (con su l¨ªder Ian Ducan Smith al frente) y la prensa euroesc¨¦ptica han subido el tono de su oposici¨®n, que se ha transformado ya en un movimiento encaminado a exigir la devoluci¨®n de poderes al Reino Unido y amenaza con acabar pidiendo la retirada de la UE.

Algo as¨ª destilaba entre l¨ªneas un editorial titulado Bye-bye Gran Breta?a publicado ayer por el Telegraph, el diario serio m¨¢s vendido del pa¨ªs, el m¨¢s pr¨®ximo al Partido Conservador y el que sostiene con m¨¢s coherencia las posiciones antieuropeas. Tras afirmar que la Constituci¨®n encamina a la UE no ya hacia una federaci¨®n, sino hacia un Estado unitario, el diario cita todos los peligros que a su juicio encarna el proyecto de Constituci¨®n, incluida la supremac¨ªa de las leyes europeas sobre las brit¨¢nicas. Reconoce luego que casi todos los ejemplos citados est¨¢n ahora en vigor -incluida la supremac¨ªa legal, ratificada en 1977 por el Tribunal de Justicia europeo- para advertir que ¨¦se es precisamente el mayor peligro: que los europe¨ªstas brit¨¢nicos "han ocultado lo extendido que est¨¢ el poder acumulado por Bruselas". "Todo el proceso de integraci¨®n europea se ha realizado, al menos en el Reino Unido, minimizando o negando lo que pasaba".

Est¨¢ en marcha un movimiento que exige la devoluci¨®n de poderes al Reino Unido

Mientras en Bruselas se da gran dimensi¨®n a las concesiones obtenidas por Blair, el Gobierno laborista se encuentra atrapado entre los deseos de cantar victoria y la realidad de que quedan muchos asuntos espinosos sobre la mesa. El negociador brit¨¢nico, Peter Hain, ha destacado la supresi¨®n de la palabra federal que hasta ahora figuraba en el borrador de Giscard, pero los cr¨ªticos responden que ¨¦sa es una concesi¨®n para la galer¨ªa y que la ¨²nica raz¨®n de que esa palabra figurara en el proyecto era la de cobrar un primer peaje al Reino Unido al suprimirla. Con parecida cautela se han analizado otras concesiones enfatizadas en el continente, como el mantenimiento del veto en pol¨ªtica exterior, una opci¨®n defendida por otros pa¨ªses, entre los que se cita a Francia.

Y, sobre todo, se hace lista de los asuntos pendientes para un Gobierno que parece aislado en un punto clave: su oposici¨®n a que la Carta de Derechos Fundamentales tenga rango legal. Otro asunto citado con relevancia es la figura del llamado ministro de Exteriores

europeo, de la que no gusta nada el nombre y se quieren delimitar con mucho esmero las competencias.

Otras cuestiones delicadas son la cl¨¢usula de defensa mutua, la obligaci¨®n de consultar al resto de socios antes de emprender una acci¨®n en la escena internacional, la mayor coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y de empleo y su posible extensi¨®n a lo social, la institucionalizaci¨®n del eurogrupo formado por los ministros de Finanzas de la zona euro o las propuestas de eliminar el veto en parte de las pol¨ªticas fiscales de lucha contra el fraude, cooperaci¨®n administrativa y seguridad social. Londres se opone tambi¨¦n con gran vigor a la figura del fiscal general europeo.