C¨ªrculos en el plano
El gran dilema de su vida tuvo lugar en Roma hace dos a?os. Para ser exactos, en los museos vaticanos: ?sigo empap¨¢ndome de arte o vuelo a coger el tren para llegar al partido de futbito con mis amigos? El ex presentador de El club de la comedia y director de la obra teatral Los tres mosqueteros buscando a Darta?¨¢n nos ofrece la respuesta a continuaci¨®n.
Creo que a Roma le sobraban monumentos.
S¨ª, hay tantos que uno no sabe d¨®nde mirar. Pensaba: por favor, que quiten algo. Pas¨¦ tres d¨ªas solo, en pantal¨®n corto y sandalias, y me pasaron cosas curiosas. Una de ellas, en la capilla Sixtina.
?Alguna vivencia m¨ªstica, tal vez?
No, un grupo de excursionistas estudiantes de Zaragoza que cuando me vieron empezaron a gritar: ?mira, es el de El club de la comedia!, y ya no les interes¨® Miguel ?ngel. Nos hicimos una foto all¨ª mismo. Despu¨¦s me sent¨¦ en una terracita pr¨®xima a la plaza Nabona y me qued¨¦ colgado de la conversaci¨®n de unos cuarentones. Tanto, que me invitaron a sentarme a su mesa, para que aportara algo.
Veo que el arte del disimulo no es lo suyo.
No. La cosa es que una de ellas era experta en arte y se ofreci¨® a ense?arme los museos vaticanos. Fuimos al d¨ªa siguiente y cuando llev¨¢bamos s¨®lo una hora le dije que ten¨ªa que irme a coger un tren. Hab¨ªa quedado con mis amigos para jugar al f¨²tbol. La pobre no se pod¨ªa creer que prefiriera un partido a los grandes artistas italianos.
Perdone, pero yo tampoco. Supongo que le fulminar¨ªa all¨ª mismo.
No, porque le hizo gracia mi argumentaci¨®n: dije que Rafael y Miguel ?ngel siempre estar¨ªan all¨ª, pero el partido era irrepetible. Antes de salir par¨® en la tienda del museo y me compr¨® un pack de cuatro v¨ªdeos, que le agradec¨ª mucho.
S¨ª, donde est¨¦ la televisi¨®n, que se quite la realidad.
Qu¨¦ va. Precisamente yo he sido hasta hace poco el t¨ªpico viajero estresado. Un ser pat¨¦tico e insoportable como compa?ero que antes de salir cog¨ªa el plano de la ciudad visitada y marcaba todo con circulitos. Mis amigos me odiaban porque no perdonaba una. Mi frase era: "Tenemos que ir ya, que nos cierran".
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