De imprevisible, nada
Si de algo no se le puede acusar al nacionalismo vasco es de imprevisible, al menos desde el Pacto de Estella. S¨®lo lo encuentran imprevisible, o se descubren enga?ados por ¨¦l, aquellos que deseaban ser enga?ados. Al PNV le ha ido demasiado bien la torpe y malintencionada ingenuidad de los partidos no nacionalistas como para no sentirse osado a estas alturas, convencido de que ¨¦stos son capaces de hacer concesiones, y hasta pactar con ellos, con tal de acceder al poder. Y de seguir crey¨¦ndose, todav¨ªa, porque durante veinticinco a?os as¨ª se lo reconocieron todos, que los peneuvistas son el centro pol¨ªtico vasco. Los acontecimientos est¨¢n demostrando lo contrario al que no lo quer¨ªa ver: el PNV est¨¢ junto a Batasuna al d¨ªa siguiente de que veinticinco pa¨ªses europeos, tras Estados Unidos, inscribieran a esta ¨²ltima en la lista de organizaciones terroristas. Pero siempre queda la fatuidad de pensar que esos veintis¨¦is pa¨ªses est¨¢n confundidos.
No crean que Atutxa ha ido a escudarse en la Junta de Portavoces frente a la resoluci¨®n del Supremo, porque esa decisi¨®n no resuelve en nada su situaci¨®n de responsabilidad personal frente al tribunal. Lo que ha hecho conscientemente es profundizar el conflicto, llevando la disposici¨®n al ¨®rgano pol¨ªtico para que fuera rechazada. De esta manera se alcanza el deseado conflicto, no entre ETA y el Estado espa?ol (aunque en su origen est¨¢ la represi¨®n contra ETA-Batasuna), sino entre el Parlamento vasco y el Estado espa?ol. Todo coherentemente para presentar como necesario el disparate del plan Ibarretxe y que a continuaci¨®n ¨¦ste se ofrezca a dialogar lo que es imposible de dialogar en un Estado democr¨¢tico, atrayendo a una discusi¨®n imposible a los partidos democr¨¢ticos. Cuando Ibarretxe llamaba en el D¨ªa de Galicia a los gallegos a seguir siendo gallegos y vascos, ?no se daba cuenta que lo ¨²nico que garantiza esa plural adscripci¨®n es la Constituci¨®n y no su excluyente plan?
Otra situaci¨®n m¨¢s en la escalada pol¨ªtica para que acabemos escuchando, en un clima de tensi¨®n y con un insoportable tono victimista, las peculiares y antidemocr¨¢ticas tesis nacionalistas sobre la soberan¨ªa vasca, el poder de la mayor¨ªa sin el l¨ªmite de la ley y los tribunales, el ¨¢mbito de decisi¨®n de los vascos, etc. Es decir, todo ese corpus doctrinal reaccionario que no puede encubrirse con el artificio forzado de llamar a Aznar falangista, cuando el proceso soberanista vasco mucho se parece a los planteamientos te¨®ricos del golpe de Estado de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas de On¨¦simo Redondo y Ledesma Ramos.
Era evidente que desde las pasadas elecciones auton¨®micas el PNV estaba buscando este escenario. Se ech¨® atr¨¢s por las repercusiones internas en el conflicto con el Gobierno central sobre el cupo, pero era expl¨ªcito en los discursos de los portavoces nacionalistas su voluntad de sustituir el conflicto entre una organizaci¨®n terrorista y un Estado de derecho por el de Euskadi contra Espa?a. Poco importa que todo el mundo civilizado haya inscrito a Batasuna en la lista de los terroristas internacionales, el PNV defiende en el Parlamento vasco lo contrario, seguro de su fortaleza frente la endeblez y las concesiones de los partidos constitucionalistas.
Pero esta vez no va a ser as¨ª. El PNV no es consciente de lo lejos que ha llegado y de que no queda excusa para colaborar por activa o por pasiva en su temeraria aventura, y Rodr¨ªguez Zapatero ha puesto fin a la desmoralizante escena de la negociaci¨®n por la Diputaci¨®n de Alava entre el PSE y el PP. Sea por c¨¢lculo electoral, que es leg¨ªtimo, sea porque la defensa de la democracia garantizada en la Constituci¨®n y el Estatuto es lo prioritario, Alava, por decisi¨®n personal del secretario general del PSOE ha dejado de ser una mercanc¨ªa entre partidos, ante la amenaza y la continuada inestabilidad pol¨ªtica que protagoniza el nacionalismo vasco.
En esta grave crisis institucional que supone el enfrentamiento del Parlamento vasco con el Tribunal Supremo, con ETA todav¨ªa sin extinguir, ha ganado la responsabilidad pol¨ªtica. Es la ¨²nica manera de acabar con el problema vasco.
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