Cr¨®nica de una traici¨®n nunca anunciada
La deserci¨®n de los dos diputados socialistas vino precedida de mensajes indescifrables sobre algunos problemas sin gravedad
En los seis metros cuadrados del despacho personal de Eduardo Tamayo no hay se?ales de la tormenta pol¨ªtica m¨¢s importante que ha vivido la Comunidad de Madrid desde 1989. Parece como si su inquilino lo hubiera abandonado unos minutos antes dejando pendiente la lectura de algunas convocatorias de comisiones parlamentarias. Sin embargo, hace ya 48 horas que los socialistas que le buscan para conocer las razones de la huida desconocen su paradero.
Ni en la mesa ni en las paredes de su despacho hay signos que delaten sus gustos personales, sus ¨ªdolos pol¨ªticos, sus preferencias literarias o sus afectos familiares. S¨®lo un detalle: en la pared, detr¨¢s de su silla, hay una fotocopia clavada con una chincheta en la que se puede leer una frase del fil¨®sofo griego Her¨¢clito: "Si buscas la verdad, prep¨¢rate para lo inesperado, pues es dif¨ªcil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras".
"D¨¢bamos por supuesto que Tamayo ser¨ªa viceconsejero o algo as¨ª"
"Estoy detectando problemas si no repartes juego", dijo D¨ªaz a Simancas el domingo
La verdad del caso
Tamayo, cuya ausencia en la constituci¨®n del nuevo Parlamento regional de Madrid ha dejado al PSOE e IU sin la mayor¨ªa absoluta necesaria para gobernar la Comunidad de Madrid, s¨®lo la conoce, de momento, el diputado socialista. Su escapada junto a la parlamentaria Mar¨ªa Teresa S¨¢ez sorprendi¨® incluso a los diputados y concejales que pertenecen a su grupo de renovadores por la base.
La sorpresa no fue igual para todos. Algunos barruntaban la tormenta desde el pasado domingo. Ese d¨ªa hab¨ªa comit¨¦ regional de la Federaci¨®n Madrile?a y la familia socialista parec¨ªa feliz con su horizonte de Gobierno. Las conversaciones con Izquierda Unida iban razonablemente bien y dentro de unos d¨ªas llegar¨ªa el reparto de poder de una administraci¨®n poderosa para decenas de militantes socialistas.
Cuando termin¨® el comit¨¦ regional, Rafael Simancas, secretario general de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a y candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, empez¨® a atender a distintos dirigentes del partido que se le acercaban para plantearle diversas cuestiones.
El concejal Ignacio D¨ªaz convers¨® apenas tres minutos con Simancas. D¨ªaz es el n¨²mero dos del grupo de renovadores por la base, un sector del partido en Madrid que desde 1994 ha ido adquiriendo un peso relevante gracias a su 10% de votos, con el que han ido alcanzando mayores cuotas de poder dentro de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a.
D¨ªaz abord¨® a Simancas con una pregunta de rigor:
- ?C¨®mo van las negociaciones con IU?
-Hay alg¨²n problema, pero se va a solucionar pronto.
-?Y la elaboraci¨®n del Consejo de Gobierno?
-A ver si me dej¨¢is las manos libres para hacer un buen Ejecutivo.
-Rafa, estoy detectando que puede haber algunos problemas con el reparto de poder. Es conveniente que nadie se quede descolgado.
-No te preocupes. Hablar¨¦ con todos los diputados.
El disidente Tamayo cita esta conversaci¨®n, cuya transcripci¨®n literal corresponde a las informaciones facilitadas por D¨ªaz y Simancas a este peri¨®dico, para asegurar que ya hab¨ªa avisado de sus intenciones sin que nadie hiciera nada por evitarlo.
D¨ªaz niega las afirmaciones de Tamayo. "En ning¨²n momento habl¨¦ a Simancas de Eduardo Tamayo ni de que hubiera intenci¨®n de que si no le daban lo que ped¨ªa pensaba ausentarse del pleno para dar la presidencia al Partido Popular. Eso es muy grave, ha hecho da?o al partido y ya no es mi amigo".
Simancas sali¨® del comit¨¦ regional con muchos recados en la cabeza pero ninguna preocupaci¨®n. Ni siquiera el que le traslad¨® D¨ªaz, una peque?a queja f¨¢cilmente subsanable.
Otros amigos de Tamayo tambi¨¦n presum¨ªan su maniobra aunque no alcanzaban a vislumbrar que tuviera tanta importancia. Jos¨¦ Luis Balb¨¢s, jefe de los renovadores por la base, sab¨ªa el lunes que algo pod¨ªa pasar.
Su pron¨®stico se limitaba a la ausencia de Tamayo en el primer pleno, con lo que el Parlamento regional vivir¨ªa una situaci¨®n kafkiana en el d¨ªa de su constituci¨®n. Ning¨²n grupo tendr¨ªa mayor¨ªa absoluta (los 55 diputados del PP frente a los 9 de Izquierda Unida y los 46 del PSOE sin contar con Tamayo), con lo que no podr¨ªa elegirse al presidente del Parlamento regional. La llave ser¨ªa el voto de Tamayo, cuya capacidad de presi¨®n ser¨ªa entonces grande. Podr¨ªa negociar con la direcci¨®n sus condiciones. O al menos eso pensaban los que le conoc¨ªan.
"Siempre declar¨® su inter¨¦s, entre nosotros, por ser consejero de Justicia. En cualquier caso, d¨¢bamos por supuesto que alcanzar¨ªa alg¨²n alto cargo, de viceconsejero o as¨ª", se?ala D¨ªaz.
Jos¨¦ Blanco, el secretario de Organizaci¨®n del PSOE, tambi¨¦n quiso conocer las preocupaciones de Tamayo el lunes por la noche. La reuni¨®n en el despacho de Blanco, en Ferraz, apenas dur¨® diez minutos. El diputado socialista le coment¨® a Blanco que no se estaba tratanto bien al grupo de renovadores por la base en la negociaci¨®n del futuro Gobierno de la Comunidad de Madrid. El secretario de Organizaci¨®n del PSOE, que hab¨ªa quedado a cenar con Jes¨²s Caldera y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, pregunt¨® a Tamayo si el problema era grave y respir¨® aliviado cuando escuch¨® que no. Ya se arreglar¨ªa. Antes del Gobierno quedaban muchos pasos intermedios, hab¨ªa tiempo para solucionar cualquier problema.
Faltaban 13 horas para el inicio del pleno de constituci¨®n de la Asamblea de Madrid. Apenas un tr¨¢mite donde las matem¨¢ticas y el Reglamento no dejaban lugar a la incertidumbre: la presidencia del Parlamento, para el PSOE; la vicepresidencia, para IU; los restos para el PP.
Tamayo lleg¨® pronto a la Asamblea de Madrid y se junt¨® con Mar¨ªa Teresa S¨¢ez. Se reunieron con sus otros 45 compa?eros de grupo parlamentario pero guardaron silencio. Fueron a la cafeter¨ªa y cuando todos los diputados se dirigieron al pleno, ellos pusieron rumbo a la calle para peregrinar por televisiones y radio y contar su rebeld¨ªa.
Los que les conocen no son capaces de ponerse de acuerdo respecto a la verdad que esconden. "Es un calent¨®n", explica Jos¨¦ Luis Balb¨¢s. "No creo que lo hayan hecho por un impulso personal motivado por sus malestares. Debe haber alguien que ha influido en ellos", concluye D¨ªaz.
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