Ilusiones perdidas
Acudi¨® la gente al reclamo de un cartel interesante, prometedor y medio llen¨® la plaza vente?a. El cielo cubierto, bochorno y gotas de agua refrescante, dieron al paisaje un sugerente aire de expectaci¨®n. Despu¨¦s, empezaron a desfilar los novillos y la historia se fue escribiendo. La m¨ªnima historia de un festejo de toros sin sol, calor, e ilusiones al acecho. Que al final s¨®lo fueron eso, ilusiones. Buenas maneras, deseos de triunfar sin arriesgar demasiado. Leves atisbos de arte ef¨ªmero.
Jos¨¦ Manuel Prieto, en su primero, no tuvo la fortuna de su parte. Fue a parar a sus manos un sobrero de Valdefresno, blando y deslucido, al que tuvo que torear a la defensiva, tanto del aire como del soso burel. No termin¨® de cogerle la distancia adecuada, para abundar en faltas y errores, y pocos pases le salieron limpios. La espada tambi¨¦n se le resisti¨®.
Los Bayones / Prieto, Manzanares, Bol¨ªvar
Novillos de Los Bayones, bien presentados, nobles en general y manejables, pero faltos de fuerzas; 1? devuelto por inv¨¢lido, sobrero de Valdefresno, manso, blando y deslucido. Jos¨¦ Manuel Prieto, nuevo en esta plaza: dos pinchazos, estocada desprendida, ocho descabellos -aviso -; cinco descabellos(silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: nuevo en esta plaza: estocada perdiendo la muleta (oreja con protestas); pinchazo, estocada trasera -aviso-, cuatro descabellos (silencio). Luis Bol¨ªvar: estocada desprendida (oreja); pinchazo, estocada ca¨ªda y descabello (silencio). Plaza de las Ventas, 15 de junio, dos tercios de entrada.
Quiso el novillero de Iniesta arreglar su tarde en el cuarto, y aunque estuvo tranquilo y realiz¨® una faena pulcra, no consigui¨® sus buenos prop¨®sitos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares le cort¨® una oreja al primer novillo que estoque¨® en Las Ventas, y precisamente por eso, quiere decirse que le dio una buena estocada, aunque perdiera la muleta, la faena dej¨® ver a un chaval bien plantado, de templadas maneras, elegante y que sabe correr la mano. Pero tambi¨¦n alguien que no considera necesario eso de cruzarse y ligar los muletazos. Su faena careci¨®, por tanto, de profundidad y de hilv¨¢n, o sea de estructura. El argumento de la obra result¨® simple, sin complicaciones y bonito. Despu¨¦s, en el quinto, Manzanares hijo, ech¨® en saco roto la oreja cortada, ya que se dedic¨® a pajarear por los alrededores del noble novillo, manso y manejable. Siempre desde la m¨¢s que prudente distancia.
Luis Bol¨ªvar intervino en el segundo de la tarde en su turno de quites y dej¨® muestra de su disposici¨®n en unas saltilleras ajustas y que dibuj¨® despacio y tranquilo. Luego, en el tercero de Los Bayones, noble y parado en la muleta, hizo las cosas bien por la manera de ofrecer la tela, por la quietud y el deseo de ligar los muletazos, rematarlos y que el gusto en la interpretaci¨®n no estuviera ausente. En la suerte suprema se perfil¨® en corto y entr¨® despacio, dej¨¢ndose ver y ofreciendo el pecho. El ¨²ltimo novillo fue el garbanzo m¨¢s negro y se raj¨® en el ¨²ltimo tercio. No dej¨® a Bol¨ªvar rematar con bien su tarde. Voluntarioso y paciente, apur¨® las embestidas cuanto le fue posible.
Babelia
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