'Cogollicos' y otros 'icos'
El habla castellana de la comarca de Pamplona no es dif¨ªcil, pero desconcierta mucho. ?C¨®mo explicarle al turista que cre¨ªa chapurrear este idioma, que "el corderico de la cuenca" ni es de Cuenca ni ha sido sacrificado al poco de nacer por un cruel cabrero celtib¨¦rico? La explicaci¨®n se complica algo si, como entrante, tenemos en el men¨² "cogollicos" de Tudela. ?Por qu¨¦ los "cogollicos" de Tudela son lechugas que al turista le parecen jibarizadas por un miniaturista japon¨¦s y el "corderico" tiene rancho para medio regimiento? Todo estos modismos castizos son ciertamente desconcertantes, pero explicaci¨®n la tienen. El "ico" s¨®lo funciona como diminutivo en casos como el de los suculentos "cogollicos". En otros casos, incluido el del sabroso "corderico", m¨¢s bien tiene un matiz sentimental. ?No ir¨¢ a comparar nadie el "corderico de la cuenca" con el cordero a palo seco que sirven por ah¨ª!
El "corderico de la cuenca" ni es de Cuenca ni ha sido sacrificado al poco de nacer por un cabrero celtib¨¦rico
Quien est¨¦ al cabo de la calle Estafeta, no desconocer¨¢ el arrobo afectivo que levantan los quites del "capotico" de san Ferm¨ªn, las m¨¢s de las veces demostrando su sentida y sincera inclinaci¨®n por los de casa. San Ferm¨ªn no es menos grande que "la moreneta", pero es "el santo morenico", o simplemente "el santico". Sin embargo, de manera general, el "ico", ni es diminutivo, ni comparta carga afectiva alguna. Una camiseta de "una tallica menos", no es una prenda de tama?o intermedio entre las tallas L y M, sino que es de la talla M. Y una "bolsica grande" no es una paradoja, sino una bolsa con capacidad suficiente como para llevarse de la tienda varias camisetas XL. ?Atacamos ya los "cogollicos"? De todos modos, la reunificada consejer¨ªa de Cultura y Turismo, entre cuyos departamentos est¨¢ el de lenguas europeas, tendr¨ªa que poner todo esto en un papel, y bien clarito. As¨ª evitar¨ªamos dos cosas de la misma tacada: que el turista mire al camarero que acaba de recitar el men¨², ?y a qu¨¦ velocidad!, con cara de estar ante una presencia alien¨ªgena, y que los servicios tur¨ªsticos de la capital navarra figuren en los estudios sobre la materia como manifiestamente mejorables.
Hoy se entrega el Gallico de oro, el galard¨®n m¨¢s castizo de estas fiestas. Fiestas que, a?o a a?o, van ganando en casticismo. El premio comenz¨® a cobrar apogeo cuando se le concedi¨® a Alfredo Landa. Por descontado que tan castizo reconocimiento no le fue entregado al actor por el hecho de haber andado requebrando suecas en Torremolinos, en todas aquellas inolvidables pel¨ªculas de la ¨¦poca del cine de arte y ensayo. Si al protagonista de joyas cinematogr¨¢ficas tan celtib¨¦ricas como Cateto a babor o Solo ante el streaking se le entreg¨® el Gallico de oro, fue porque pocos han comprendido como ¨¦l la concentraci¨®n de suculento sabor local que encierra cualquier manjar acabado en "ico". Como el hombre que dio lugar en Espa?a al landismo (mientras en el extranjero perd¨ªan el tiempo con movimientos art¨ªsticos tan poco populares como el land art) nos comprende hasta el punto de poder representarnos, en el pasado curso acad¨¦mico, el presidente del Gobierno, que seguramente ya estaba pensando en hacer de los departamentos de cultura y turismo uno solo, le entreg¨® la Medalla de Oro de la comunidad y celebramos el acontecimiento con una semana entera de estudios, debates y forums land¨ªsticos. Tanto el presidente como las autoridades tur¨ªsticas y culturales quedaron muy satisfechos. Durante todo la semana, Landa nos ameniz¨® con una versi¨®n aut¨®ctona de aquel tur¨ªstico "espa?olear", de corto y entre suecas, que promov¨ªa Fraga. A esa versi¨®n aut¨®ctona le llamaremos "navarrear". Hoy Landa igual anda por aqu¨ª. De riguroso blanco y rojo, por supuesto.
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