Los musulmanes apelan a la fraternidad en la inauguraci¨®n de la mezquita mayor de Granada
Representantes de diferentes pa¨ªses isl¨¢micos oran por primera vez en el complejo religioso
Las apelaciones a la fraternidad por encima de los credos y el recuerdo constante del pasado ¨¢rabe de Al-?ndalus caracterizaron las intervenciones habidas ayer en el acto de inauguraci¨®n de la mezquita mayor de Granada, el primer gran centro religioso con que cuenta la ciudad desde la conquista por los Reyes Cat¨®licos hace m¨¢s de 500 a?os. Musulmanes provenientes los diferentes pa¨ªses isl¨¢micos, junto al benefactor principal de la mezquita, el emir de Sharjah, Jalid bin Sult¨¢n al-Quassimi, y representantes diplom¨¢ticos, oraron por primera vez en el centro religioso.
Los invitados resistieron el tremendo calor de la una de la tarde bajo las carpas instaladas en los jardines del centro religioso, una hermos¨ªsima terraza en el coraz¨®n del barrio del Albaic¨ªn, frente a la Alhambra, donde crecen los lilos y los granados y desde la que se divisa una panor¨¢mica extraordinaria de la colina roja, donde est¨¢ asentada la fortaleza, y del valle del r¨ªo Darro. A partir de esta ma?ana la voz del almu¨¦dano convocando a la oraci¨®n se confundir¨¢ con los campanas y las esquilas de las iglesias y los conventos cristianos.
La recitaci¨®n del Cor¨¢n por parte de los estudiantes de la Madrasa de Mallorca abri¨® un acto de hermosa sobriedad, en ¨¢rabe y castellano, que convoc¨® a muchos curiosos que aguardaron la llegada de los invitados de m¨¢s relevancia, en especial la del emir de Sharjah, uno de los Emiratos ?rabes Unidos, y de su hijo Khaled, que se dirigi¨® a la concurrencia en un magn¨ªfico espa?ol que ha aprendido, dijo, para acercarse a una tierra "empapada de la cultura musulmana".
Las medidas de seguridad en torno al centro religioso fueron extremas. La Polic¨ªa Local estableci¨® controles en los accesos al mirador de San Nicol¨¢s, mientras que agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y los guardaspaldas de los invitados se encargaban de la seguridad en la puerta de acceso a los jardines de la mezquita.
Las intervenciones estuvieron te?idas de llamadas a la fraternidad y a la paz y al pasado ¨¢rabe de Granada, el ¨²ltimo basti¨®n de la pen¨ªnsula que capitul¨® ante las tropas de los Reyes Cat¨®licos. El hijo del emitir de Sharjah asegur¨® ante la concurrencia que regresaba a Granada "con la emoci¨®n de quien retorna a la tierra de sus antepasados".
"He querido aprender su lengua para entender a su gente con la certeza de que en su sangre hay una parte de nosotros que dejamos durante ocho siglos", a?adi¨®. "Cuando en el Albaic¨ªn se escuche la voz que llama a la oraci¨®n", prosigui¨®, "se debe interpretar como una voz que llama a la fraternidad".
La numerosa presencia de diplom¨¢ticos ¨¢rabes -entre ellos los embajadores de Siria, L¨ªbano y Palestina, y el representante de Estambul en el Parlamento turco, en representaci¨®n del primer ministro- contrast¨® con la escasa representaci¨®n espa?ola. Ni siquiera el alcalde de Granada, Jos¨¦ Torres Hurtado, acudi¨® al acto por encontrarse de viaje en Sevilla. El Gobierno espa?ol, por su lado, estuvo representado por un antiguo embajador espa?ol en los Emiratos ?rabes Unidos.
Sebasti¨¢n P¨¦rez, teniente de alcalde de Granada, dio la bienvenida a los musulmanes a una mezquita, dijo, que es un "punto de encuentro religioso y de culturas" y que confirma la tolerancia de la ciudad. A su juicio, el complejo religioso, que incluye un centro isl¨¢mico dotado de biblioteca y lugar de estudios, reforzar¨¢ "los lazos entre las comunidades musulmanas y no musulmanas". "Hoy estamos felices de ser el coraz¨®n del mundo musulm¨¢n", agreg¨® el concejal.
El mismo tono fraternal tuvo la intervenci¨®n del presidente de la Comunidad Isl¨¢mica en Espa?a, Abderram¨¢n Ruiz, que en su lista de agradecimientos incluy¨® a los vecinos del Albaic¨ªn "por las molestias que las obras" de la mezquita les hayan podido causar. "La contribuci¨®n de la mezquita", puntualiz¨®, "ser¨¢ ¨²til y nunca constituir¨¢ un frente de discordia". Al centro religioso ha sido construido gracias a las aportaciones, en los ¨²ltimos 22 a?os, de los gobiernos de Libia, Marruecos y Malasia.
Bajo un sol doloroso, una vez cerradas las intervenciones protocolarias por el propio emir de Sharjah -quien descorri¨® la cortina que ocultaba la placa conmemorativa entre los gritos jubilosos de la concurrencia de "Al¨¢ es el m¨¢s grande"- los invitados aguardaron, con ayuda de una limonada, durante una hora, el comienzo de la oraci¨®n del mediod¨ªa.
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