El estanque
El estanque estaba precioso. Sus aguas serenas de aspecto limpio y cristalino constitu¨ªan un regalo para la vista. Todo resultaba maravilloso y aparentemente id¨ªlico hasta que, de pronto, surgi¨® en la superficie un cad¨¢ver hinchado y putrefacto que provoc¨® el desconcierto general. Era evidente que aquel despojo humano desfigurado y hediondo llevaba varios meses en el fondo del estanque sin que nadie se hubiera percatado de su existencia. La conmoci¨®n fue tremenda, desatando enseguida las especulaciones y los rumores sobre las causas del suceso. Un pu?ado de submarinistas se sumergieron en las aguas, hall¨¢ndolas mucho m¨¢s turbias de lo que aparentaban e intuyendo un lecho oscuro y fangoso. Resultaba evidente que aquel fondo escond¨ªa inmundicias vertidas clandestinamente durante a?os y que en cualquier momento podr¨ªan salir a flote otros cad¨¢veres.
Hay quien ha encontrado en ese imaginario estanque la visi¨®n metaf¨®rica del esc¨¢ndalo pol¨ªtico suscitado en la Asamblea de Madrid. Aguas pol¨ªticas que hasta ahora parec¨ªan relativamente claras y que ocultaban en realidad una turbidez capaz de cobijar los m¨¢s sucios manejos. Los partidos descuidaron la vigilancia de las orillas y no tuvieron la precauci¨®n de dragar peri¨®dicamente el lecho para sanearlo. El resultado es sencillamente terrible: en un solo mes, el prestigio pol¨ªtico de la Comunidad de Madrid ha entrado en ca¨ªda libre. Los costes de la traici¨®n consumada por los diputados Tamayo y S¨¢ez sobrepasan con mucho la vulneraci¨®n de la voluntad popular. Cuatro semanas y media lleva el nombre de Madrid arrastr¨¢ndose por un fango que ha terminado embadurnando a toda la clase dirigente de la regi¨®n. Nunca tan pocos causaron tanto da?o a tantos ciudadanos. El espect¨¢culo del Parlamento regional ha proyectado al resto del Estado la imagen de una r¨¦publica bananera llena de pol¨ªticos corruptos, rufianes y mangantes. Un desprestigio que los m¨¢s pesimistas califican de irreversible pero que en el mejor de los casos tardaremos muchos a?os en reparar.
Los madrile?os tenemos motivos sobrados para la inquietud. Ahora resulta que nuestro bonito estanque es un cenagal y que muchos de sus barqueros est¨¢n bajo sospecha porque nadie sabe a¨²n a ciencia cierta qui¨¦n es de fiar y qui¨¦n cobraba por echar los muertos al agua o mirar a otro lado cuando tocaban cuerpos extra?os con la punta de su percha. Cuentan que el propio Alberto Ruiz-Gallard¨®n, que en los albores de la crisis aguant¨® el tipo, est¨¢ desolado y dispuesto a cortar cualquier cabeza a la m¨ªnima con tal de que no le salpique una sola mota en el traje. Durante sus ocho a?os de mandato al frente del Gobierno de Madrid, siempre transmiti¨® la impresi¨®n de gobernar una regi¨®n seria, rigurosa y decente. En esas dos legislaturas juntas no se oyeron tantos improperios, insultos y acusaciones como los escuchados en una sola sesi¨®n del ¨²ltimo pleno de la c¨¢mara auton¨®mica. A falta de pruebas fehacientes, que dif¨ªcilmente pueden obtenerse porque los maletines rara vez dejan huella, est¨¢ siendo pintado un lienzo con la t¨¦cnica impresionista. De cerca, la sucesi¨®n de puntos y coloraciones no permite percibir m¨¢s que un borr¨®n o, como mucho, unos perfiles difusos. En la distancia, en cambio, el motivo aparece n¨ªtido y definido. Lo cierto es que al d¨ªa de hoy el cuadro ya presenta un dibujo lo bastante claro para que la justicia ordene a sus buzos que se sumerjan hasta el fondo del estanque y no dejen ni un solo recoveco sin investigar. Resulta bochornoso que los tribunales no hayan intervenido ya en el asunto. Primero, porque semejante c¨²mulo de coincidencias fundamenta suficientemente la presunci¨®n de que se han podido cometer hechos delictivos y, segundo, porque el ventilador puede cobrarse v¨ªctimas inocentes. Madrid, mientras tanto, funciona a medio gas. Un gobierno provisional no est¨¢ en condiciones de acometer grandes proyectos ni de tomar decisiones estrat¨¦gicas que hipotequen a gobiernos estables. Nuestra regi¨®n lleva camino de perder un a?o en competitividad, y sus empresas, miles de millones de euros por las decenas de proyectos que permanecen bloqueados o hu¨¦rfanos del tir¨®n institucional. Mientras el estanque huela a podrido, el futuro ser¨¢ tan negro como sus turbulentas aguas.
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