Por fin, descanso
El pelot¨®n se concede una calurosa jornada de transici¨®n la v¨ªspera del d¨ªa de reposo
"Ma?ana nadie se acordar¨¢ de que Beloki estaba en el Tour", dijo la v¨ªspera Manolo Saiz en el hospital. Una afirmaci¨®n no del todo verdadera. Se acordaron del ca¨ªdo en la salida, hubo declaraciones de p¨¦same y respeto, Armstrong se acerc¨® a coche de Saiz a preguntar un poco, y despu¨¦s los corredores empezaron a sudar.
Las noticias son alarmantes. La ola de calor canicular, que dicen los franceses, que invade al sur de Europa genera dramas cotidianos. En los Alpes, la nieve se derrite m¨¢s que nunca y cada d¨ªa una avalancha mata a un par de alpinistas. En las grandes ciudades baja el ozono y saltan las alarmas de la contaminaci¨®n. En las carreteras secundarias de presupuesto barato, el asfalto antiguo que se cuartea por las heladas en invierno es reparado con brea que se derrite con el calor. Llegan los ciclistas con las llantas recalentadas, las zapatas de carbono ardiendo, el pegamento reblandecido, saltan los tubulares y sufren estrepitosas y dolorosas ca¨ªdas. As¨ª que terminan interviniendo los bomberos, riegan la carretera en las zonas m¨¢s blandas para enfriar el asfalto. A algunos se les hinchan los pies y les rozan las zapatillas, a las que practican agujeros para que respiren. Todos llevan el casco -obligatorio salvo en el ¨²ltimo puerto: ?se pueden caer en el Galibier y no en el Alpe d'Huez?- con las correas sueltas, de medio lado, accesorio in¨²til, un peso m¨¢s sobre la cabeza. "?De qu¨¦ me protege si lo llevo as¨ª?", se queja un ciclista en la llegada de Marsella. Y se lo coloca de medio lado, como una gorra chulapa. "Y as¨ª lo llevamos en la etapa, porque oprime y molesta. Y en las subidas de los puertos soltamos las correas, con lo que no vale de nada. Se lo quita y casi se oye el burbujeo de agua hirviendo saliendo de la cabeza. Y los bidones se agotan.
En etapas como la de ayer, con 46 grados a nivel de la carretera, los corredores beben casi 20 bidones
A Garc¨ªa Acosta, que iba en la escapada buena, se le enred¨® una bolsa de pl¨¢stico en la cadena
Los bidones eran antes de aluminio con boca ancha y tap¨®n de corcho. Eran un objeto de lujo. Los ciclistas espa?oles, pobres, llegaban al Tour y acaparaban los bidones que daba la organizaci¨®n para revenderlos en Espa?a. Volv¨ªa de Par¨ªs en tren con sacos llenos de botellines de aluminio, una mina de oro. As¨ª hac¨ªan el agosto. Ahora los bidones son de pl¨¢stico -rojos o azules- y los ciclistas beben y los tiran a las cunetas, provocando un verdadero desastre ecol¨®gico. "Para la etapa de Marsella habremos preparado unos 325 bidones de medio litro, unos con agua sola y otros con agua y sales", explica Mois¨¦s Leboso, masajista del iBanesto.com. En el Tour hay 22 equipos, que multiplicados por 300 bidones cada uno da m¨¢s de 6.000 botellines diarios. Qu¨¦ desperdicio. Los equipos se hab¨ªan quedado sin provisiones y el Tour organiz¨® ayer un reparto especial. Cajas enormes descargaban de un cami¨®n en la meta.
A la meta de Marsella, final de una etapa en suave descenso desde los Alpes provenzales hacia el Mediterr¨¢neo, una etapa larga, con temperaturas alcanzando los 46 grados al nivel de la carretera en algunas zonas, recorrida a velocidad moderada, con un calor h¨²medo, cerca del mar, que genera m¨¢s sudor, m¨¢s sed, lleg¨® el octavo Txente Garc¨ªa Acosta. "Un d¨ªa como ¨¦ste", dice Jes¨²s Hoyos, m¨¦dico del iBanesto.com, "un corredor bebe entre seis y ocho litros, lo que significa de 15 a 20 bidones. M¨¢s luego los que cogen para ech¨¢rselos por la cabeza y la espalda, para refrescarse, que ser¨¢n 15 litros m¨¢s". "Habr¨¦ pedido 20 bidones", confirm¨® Txente, que se meti¨® en la fuga buena, la fuga de nueve, con otro espa?ol, Jos¨¦ Enrique Guti¨¦rrez, so?ando por los mismos paisajes, los pinares, el aroma de las madreselvas y el sonido de las chicharras, con la fuga victoriosa que se ofreci¨® el 14 de julio de 2000 con final en Dragui?¨¢n, otra ciudad mediterr¨¢nea en la puerta de los Alpes. No se repiti¨® la historia. "Primero, porque me equivoqu¨¦ intentando atacar a falta de 60 kil¨®metros", analiz¨® el navarro, una fuerza de la naturaleza. "Lo hice para reducir un poco el grupo, pero todos estaban muy igualados. Despu¨¦s se me enred¨® una bolsa de pl¨¢stico en la cadena y se qued¨® trabada en los pi?ones m¨¢s bajos. Y aunque han intentado sacarla poco a poco desde el coche, se ha quedado un poco de plastiquillo entre los pi?ones y no he podido meter ni el 11 ni el 12, con lo que me he quedado corto cuando se trataba de arrancar al final. Y, finalmente, la verdad es que tampoco estaba muy fuerte".
Guti¨¦rrez, el B¨²falo, quer¨ªa marcar este Tour con un gesto bien diferente al de la ca¨ªda en que le envolvi¨® M¨¦d¨¦ric Clain, un ciclista bullidor y molesto, en la llegada de la primera etapa, la ca¨ªda que acab¨® con la retirada de Leipheimer y la clav¨ªcula da?ada de Hamilton. Se marc¨® un solo de alta escuela y potencia a 30 kil¨®metros de la llegada, pero los ocho que quedaban en la fuga lo alcanzaron.
Y mientras en la larga recta de Marsella la victoria se la jugaron, como dos caballeros, con apret¨®n de manos previo, dos magn¨ªficos representantes de la escuela de la pista, el dan¨¦s Piil y el italiano Sacchi, con triunfo del dan¨¦s, que remont¨® en los ¨²ltimos metros la arrancada del rival y se olvid¨® de lo que le pas¨® hace un a?o, cuando en unas circunstancias similares se le sali¨® el pie del pedal, por detr¨¢s, en el pelot¨®n, que lleg¨® a m¨¢s de 20 minutos, intervinieron los aficionados. Uno, involuntariamente, derrib¨® a Alberto L¨®pez de Munain -lo que no impidi¨® a su equipo, el Euskaltel, tirar del pelot¨®n para defender la general por equipos puesta en peligro por Txente: Munain lleg¨® fuera de control, pero fue repescado excepcionalmente-; y varios, una veintena de supporters de Jos¨¦ Bov¨¦, el l¨ªder antiglobalizaci¨®n encarcelado por su campa?a contra los alimentos gen¨¦ticamente modificados y los McDonalds, organizaron una sentada en una zona umbr¨ªa de la carretera, lo que detuvo al pelot¨®n minuto y medio.
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