C¨®mo propiciar el retorno de los dem¨®cratas
?Ha muerto el Partido Dem¨®crata de Estados Unidos? Desde las elecciones del a?o pasado, muchos lo dicen. Pero yo, con todo respeto, disiento. Tambi¨¦n o¨ªmos eso en 1991. Estaban equivocados entonces y lo est¨¢n ahora.
Es cierto que 2002 no fue un buen a?o para los dem¨®cratas. No realizamos la mejor campa?a pol¨ªtica de nuestra historia. Los republicanos nos ganaron en el contenido del mensaje, en el dinero recaudado y en el n¨²mero de votantes. Y, para muchos dem¨®cratas e independientes, nos falt¨® iniciativa respecto a la cuesti¨®n que hoy m¨¢s importa: la seguridad nacional.
Sin una postura firme sobre la seguridad nacional, la gente no escuchar¨¢ a los dem¨®cratas sobre otras cuestiones. No podemos subestimar el impacto psicol¨®gico del 11 de septiembre. Al formar una pi?a tras los atentados, el pueblo estadounidense sinti¨® una profunda necesidad de unidad y fuerza. Cuando la poblaci¨®n se siente insegura, prefiere tener a alguien equivocado pero fuerte que alguien acertado pero d¨¦bil.
Los dem¨®cratas tienen una postura m¨¢s firme en seguridad interior que los republicanos
Cuando la poblaci¨®n se siente insegura, prefiere a alguien equivocado pero fuerte
Estamos financiando las rebajas de impuestos con la retirada de fondos para educaci¨®n
Una sociedad no es pr¨®spera si los ciudadanos no se sienten capaces de trabajar y criar a sus hijos
Adem¨¢s de presentar un programa claro y firme, debemos recordar nuestras creencias b¨¢sicas
Por eso, los dem¨®cratas cargan con la pesada responsabilidad de unir a la naci¨®n en materia de seguridad nacional tanto como el partido actualmente en la Casa Blanca. Necesitamos transmitir un mensaje nacional que exponga en qu¨¦ estamos de acuerdo con los republicanos y en qu¨¦ disentimos de ellos; un mensaje que defienda nuestra trayectoria y ofrezca propuestas positivas para el futuro.
Nuestra trayectoria es firme: los dem¨®cratas han defendido de forma pr¨¢cticamente un¨¢nime la lucha contra el terrorismo y un aumento en el gasto de seguridad para llevarla a cabo. La mayor¨ªa de los dem¨®cratas ha respaldado al presidente en Irak. Han dicho s¨ª a las inspecciones ilimitadas y al uso de la fuerza si no se cumpl¨ªan las resoluciones de Naciones Unidas. Y la Ley de Seguridad Interior, a la que el Gobierno de Bush se opuso durante varios meses, fue propuesta por el senador dem¨®crata Joe Lieberman. Pero no hemos conseguido transmitir ese mensaje ni resaltar las ideas de nuestro partido para obtener una mayor seguridad nacional.
Un elemento clave para la seguridad nacional es la responsabilidad. Est¨¢ claro que alguien debe responsabilizarse de compartir la informaci¨®n de los servicios de espionaje y de hacer cumplir la ley. Incluso dentro del Departamento de Seguridad Interior debe haber unas directrices claras de comunicaci¨®n para poder evitar el tipo de problemas burocr¨¢ticos a los que nos enfrentamos antes del 11-S, cuando llegaron informes de que hab¨ªa personas que aprend¨ªan a pilotar aviones sin aprender a despegar ni a aterrizar, pero nadie investig¨® las aproximadamente 2.000 escuelas de vuelo de Estados Unidos.
Responsabilidad significa asimismo modernizar la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n. Mohamed Atta, el cabecilla de los terroristas, ten¨ªa 12 direcciones: dos eran residencias; al parecer las otras 10 eran pisos francos para sus compa?eros conspiradores. Otro terrorista dispon¨ªa de 30 tarjetas de cr¨¦dito con una deuda de 250.000 d¨®lares. Esta informaci¨®n estaba en los ordenadores de al menos una -y probablemente fuesen m¨¢s- de las empresas de publicidad por correo de nuestro pa¨ªs, junto con informaci¨®n similar sobre el resto de ciudadanos. Por ello, modernizar nuestra tecnolog¨ªa para compartir la informaci¨®n es un aspecto tan importante de la seguridad interior. Si una persona lleva s¨®lo un a?o o dos en nuestro pa¨ªs y ya tiene varias residencias o grandes deudas de tarjeta de cr¨¦dito, o bien es muy rica o probablemente no sea buena. No deber¨ªa ser demasiado dif¨ªcil determinar cu¨¢l de las dos opciones es la verdadera.
Los dem¨®cratas tienen una postura m¨¢s firme en seguridad interior que los republicanos. El Gobierno puede reorganizar todo lo que quiera la Administraci¨®n p¨²blica. Pero, ?qu¨¦ est¨¢ haciendo para proteger los t¨²neles, los puentes, los sistemas de suministro de agua y los servicios p¨²blicos? ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo para ayudar a la polic¨ªa, a los bomberos y a los servicios m¨¦dicos de urgencia, que son los primeros que deben responder? ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo para ayudar a quienes deben responder a un ataque con carbunco o con armas qu¨ªmicas? Los dem¨®cratas han presionado para dotar a estos asuntos de los fondos adecuados, frente a la resistencia constante de los republicanos. Estas cuestiones importan mucho m¨¢s que saber en qu¨¦ caja burocr¨¢tica uno guarda las cosas. Pero nosotros no hemos transmitido ese mensaje en las elecciones.
Los dem¨®cratas deber¨ªamos haber tomado la iniciativa en otra cuesti¨®n de seguridad interior: la independencia energ¨¦tica. Durante tres a?os intent¨¦ en vano que el Congreso, dominado por los republicanos, estableciera exenciones de impuestos para la producci¨®n y compra de art¨ªculos que ayuden a conservar energ¨ªa o a producir una energ¨ªa limpia. Hay un mercado planetario de un bill¨®n de d¨®lares para estos productos, lo que crear¨¢ puestos de trabajo para los estadounidenses, ayudar¨¢ a frenar el calentamiento del planeta y har¨¢ que seamos menos dependientes de zonas del mundo caracterizadas por su inestabilidad. No hay excusas para no adoptar unas medidas m¨¢s firmes ahora y los dem¨®cratas deber¨ªan mostrar el camino.
Adem¨¢s de la seguridad interior, debemos buscar m¨¢s soluciones respecto a las armas de destrucci¨®n masiva. Estamos haciendo lo correcto en Irak, pero debemos hacer m¨¢s. Existe una situaci¨®n muy peligrosa en Corea del Norte, pa¨ªs que, dentro de unos meses, podr¨ªa tener una planta de montaje nuclear. ?sta no es una cuesti¨®n que pueda posponerse. Tenemos que ayudar a nuestros amigos, ya sea en Colombia, Filipinas o Indonesia, a luchar contra el terrorismo.
Y debemos hacer m¨¢s para proteger los actuales silos de armas de destrucci¨®n masiva. Cuando yo era presidente, dedicamos muchos fondos federales a trasladar armas nucleares de Kazajst¨¢n, Bielorrusia y Ucrania a Rusia, donde pod¨ªan ser vigiladas y destruidas. Acordamos con los rusos que cada bando destruyera 50 toneladas de plutonio. Gracias a la Ley Nunn-Lugar, durante algunos a?os tambi¨¦n pagamos los salarios de unos 30.000 cient¨ªficos rusos que hab¨ªan trabajado en la producci¨®n de armas nucleares, qu¨ªmicas o biol¨®gicas. De esta forma, esper¨¢bamos que no se vieran tentados, tras permanecer seis meses sin recibir su salario, en trabajar para alguien que nos pudiera atacar.
El programa Nunn-Lugar ha ayudado a desactivar cerca de 6.000 cabezas nucleares y a destruir alrededor de 800 misiles nucleares en Rusia. Ha contribuido, asimismo, a asegurar aproximadamente el 40% de los materiales nucleares vulnerables de Rusia. Deber¨ªamos ampliar el programa Nunn-Lugar a otras naciones que tienen armas de destrucci¨®n masiva y material apropiado para fabricar armas, y deber¨ªamos dar prioridad a los materiales y programas biol¨®gicos y qu¨ªmicos, adem¨¢s de los nucleares. El Congreso declin¨® adoptar estas medidas el a?o pasado. Los dem¨®cratas deber¨ªan fomentarlas.
En el ¨¢mbito de la seguridad, tambi¨¦n necesitamos tener un proyecto eficaz, para lograr tener m¨¢s aliados y menos terroristas. Es necesario recordar el Plan Marshall y la reconstrucci¨®n de Jap¨®n. Potenciar la ayuda exterior y la reducci¨®n de la deuda.
Necesitamos lograr que millones de ni?os que no van al colegio reciban educaci¨®n. En el mundo en v¨ªas de desarrollo, cada a?o de colegio obligatorio supone un incremento de entre un 10% y un 15% de renta anual para una persona.
Recientemente, ayud¨¦ al gran economista peruano Hernando de Soto a crear la Fundaci¨®n para la Creaci¨®n de Capital para los Pobres de Ghana. La fundaci¨®n ayuda a introducir los bienes de los pobres en el sistema legal para que puedan utilizarlos como garant¨ªas para obtener cr¨¦ditos, para mejorar sus vidas y colaborar en el crecimiento de la econom¨ªa de su pa¨ªs. Deber¨ªamos ayudar a m¨¢s pa¨ªses a implantar sistemas legislativos para que los ciudadanos tengan un t¨ªtulo que acredite claramente que son propietarios de su casa, de su explotaci¨®n agropecuaria o de su negocio, y establecer todos los incentivos derivados de pagar impuestos en una sociedad. Una f¨¢brica de camisas de Ghana exporta a EE UU bajo la ley de comercio africano-caribe?a que yo firm¨¦. Al irme de Ghana, una mujer se me acerc¨® corriendo en el aeropuerto y me dio una de las camisas. Me agradeci¨® haber contribuido a hacer posible que 400 nuevas personas tengan un puesto de trabajo en la f¨¢brica.
Ese tipo de gente no se convierte en terrorista. No nos odian. Nos estiman. No quieren que sus hijos luchen en guerras tribales o pongan bombas en EE UU. No nos odian por nuestra riqueza, porque ven que deseamos que ellos tambi¨¦n la tengan.
Una vez establecido un plan de seguridad general, los dem¨®cratas podemos hablar de otras cuestiones clave, como la econom¨ªa. Nuestro plan econ¨®mico es sencillo: queremos un crecimiento econ¨®mico para todos. En los a?os noventa se crearon 22 millones de nuevos puestos de trabajo, en com-
paraci¨®n con los 14 millones logrados durante la fase de reactivaci¨®n de la era Reagan. Y sacamos casi a ocho millones de personas de la pobreza: 100 veces m¨¢s que durante la presidencia de Reagan. Asimismo, contribuimos a crear m¨¢s millonarios y multimillonarios que cualquier gobierno anterior. Yo nunca desaprovecho la oportunidad de recordar a mis amigos republicanos lo bien que les fue cuando est¨¢bamos en el poder. Uno de ellos me dijo recientemente: "Como republicano, vot¨¦ contra usted dos veces. Ahora me gustar¨ªa que volviera". Los dem¨®cratas somos partidarios de la prosperidad y la igualdad de oportunidades.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el pa¨ªs es la reducci¨®n de impuestos que el presidente Bush ha presentado al Congreso para su aprobaci¨®n. El Gobierno insisti¨® en que se aprobaran los recortes de impuestos antes de que nadie supiera cu¨¢les ser¨ªan nuestros ingresos, qu¨¦ gastos tendr¨ªamos y a qu¨¦ situaciones de emergencia pod¨ªamos enfrentarnos. En realidad, nuestros ingresos han disminuido, nuestros gastos han aumentado y hemos padecido una terrible situaci¨®n de emergencia. Adem¨¢s, estos recortes fiscales suponen un est¨ªmulo muy peque?o a corto plazo, as¨ª como muy poca responsabilidad fiscal a largo plazo, y una parte excesiva de los beneficios va a parar a los m¨¢s ricos, que no los necesitan.
Deber¨ªamos congelar el tipo impositivo m¨¢s alto para las rentas superiores a 400.000 d¨®lares, que afecta s¨®lo a entre el 0,5% y el 1% de los contribuyentes. Deber¨ªamos aumentar la cantidad m¨ªnima del impuesto sobre el patrimonio de uno a cinco millones de d¨®lares por pareja, pero no eliminarlo. Por s¨ª solas, estas medidas permitir¨ªan ahorrar 1,4 billones de d¨®lares, incluidos ahorros en intereses, a lo largo de las pr¨®ximas dos d¨¦cadas. Si congelamos los dos tipos impositivos m¨¢s elevados, incluidas todas las rentas superiores a 200.000 d¨®lares, los ahorros ascender¨ªan a dos billones. Esto cubrir¨ªa aproximadamente la mitad del d¨¦ficit previsto para el fondo fiduciario de la Seguridad Social. Por cierto, incluso con estas congelaciones, una pareja que gana un mill¨®n de d¨®lares al a?o seguir¨ªa obteniendo una reducci¨®n fiscal de 10.000 d¨®lares, m¨¢s de diez veces la cantidad que el estadounidense medio conseguir¨¢ cuando todo el programa est¨¦ en marcha. Los dem¨®cratas no necesitan hablar de si hay que rechazar la reducci¨®n de impuestos o aumentarlos, sino de congelar los tipos m¨¢s elevados.
La tendencia actual de d¨¦ficit de larga duraci¨®n no es buena para nadie. Significa que m¨¢s adelante habr¨¢ tipos impositivos m¨¢s elevados, mercados m¨¢s d¨¦biles, menos puestos de trabajo y una reducci¨®n de la inversi¨®n estatal en educaci¨®n, sanidad, medio ambiente y ayuda social. Hoy por hoy, significa que estamos financiando las rebajas de impuestos para los ricos mediante la retirada de fondos para la educaci¨®n, la reducci¨®n de los fondos fiduciarios de la Seguridad Social y de Medicare [atenci¨®n sanitaria para ancianos]. Esto es negativo ¨¦tica, pol¨ªtica y econ¨®micamente.
Adem¨¢s de restablecer una medida de responsabilidad fiscal a largo plazo, deber¨ªamos hacer m¨¢s por estimular la econom¨ªa a corto plazo. Existen muchas opciones, incluido el tipo de inversiones solicitadas por los senadores Lieberman y John Edwards, entre otros, las desgravaciones progresivas para los trabajadores, que se van a gastar el dinero ahora, incentivos para ayudar a establecer la seguridad energ¨¦tica mediante fuentes de energ¨ªa limpia alternativas y nuevas tecnolog¨ªas para la conservaci¨®n, as¨ª como ayudas para las personas que se sienten inseguras respecto a su jubilaci¨®n, para que tengan un mayor acceso a los planes de pensiones. Si no modificamos los recortes fiscales para aumentar los incentivos a la inversi¨®n y al consumo a corto plazo y una mayor responsabilidad fiscal a largo plazo, vamos a tener grandes problemas.
Hay otra raz¨®n por la que no se deber¨ªa abolir el impuesto sobre el patrimonio: reducir¨ªa dr¨¢sticamente la tradici¨®n estadounidense de realizar obras ben¨¦ficas con una buena dotaci¨®n monetaria, que tanto han contribuido al bienestar de la naci¨®n. Por eso algunas de las personas m¨¢s ricas del mundo, como Bill Gates y Warren Buffet, se oponen a la eliminaci¨®n de este impuesto.
Otra forma importante de estimular la econom¨ªa y, al mismo tiempo, recordar a los votantes el liderazgo del Partido Dem¨®crata en asuntos de alta tecnolog¨ªa es establecer mejor los objetivos de los fondos estatales dedicados a la investigaci¨®n. Durante mi presidencia, invertimos aproximadamente mil millones de d¨®lares en nanotecnolog¨ªa. No hay duda de que la secuenciaci¨®n del genoma humano, unida a las capacidades de diagn¨®stico que ofrece la nanotecnolog¨ªa, pronto nos permitir¨¢n salvar la vida de cientos de miles -quiz¨¢ millones- de seres humanos. Esto no s¨®lo beneficiar¨¢ a los afectados, sino que tendr¨¢ asimismo enormes consecuencias positivas sobre nuestra econom¨ªa.
Tenemos asimismo que realizar una reforma a largo plazo en m¨²ltiples cuestiones. Una de ellas es la sanidad. En 1993 y 1994, los republicanos y las empresas de seguro m¨¦dico recompusieron de mala manera mi propuesta sanitaria. Los vencedores son siempre los que escriben la historia. Al no lograr llevar a cabo una reforma general, adoptamos un ingenioso sistema de medidas paulatinas que dio unos resultados impresionantes, incluida la mayor transferibilidad mediante la Ley Kennedy-Kassebaum, la vacunaci¨®n, por primera vez, del 90% de los ni?os, unos avances innovadores en el tratamiento de la diabetes y en la detecci¨®n del c¨¢ncer de mama y de pr¨®stata, un enorme aumento de las inversiones en investigaci¨®n m¨¦dica, as¨ª como el mayor incremento en la cobertura infantil desde la creaci¨®n de Medicaid [el sistema sanitario para personas sin recursos], a trav¨¦s del Programa de Atenci¨®n Sanitaria Infantil, que proporcion¨® atenci¨®n sanitaria a 4,3 millones de ni?os.
Por desgracia, el n¨²mero de personas sin seguro m¨¦dico ha vuelto a aumentar, a pesar de que en EE UU gastamos en atenci¨®n sanitaria m¨¢s que cualquier otro pa¨ªs: el 14% de nuestro Producto Interior Bruto. De este porcentaje, el 3% se dedica a costes administrativos, una enorme cantidad de dinero. En contraste, los costes administrativos de Medicare suponen un 1% del presupuesto del programa. Con nuestro sistema m¨¦dico de alta tecnolog¨ªa, esperamos que la atenci¨®n sanitaria cueste aproximadamente un 11% del PIB. Analicemos las cifras: si pudi¨¦ramos reconciliar los diversos intereses y liberar entre el 2% y el 3% del PIB malgastado, podr¨ªamos proporcionar seguro m¨¦dico a muchos de los 41 millones de estadounidenses que ahora carecen de ¨¦l y su coste no tendr¨ªa repercusiones negativas. Los dem¨®cratas tambi¨¦n debemos reflexionar en profundidad c¨®mo evitar que los ciudadanos pierdan su cobertura sanitaria en periodos econ¨®micos dif¨ªciles como los actuales.
Necesitamos asimismo volver a prestar atenci¨®n a la agenda laboral y familiar. Somos un partido favorable a la familia y al trabajo. Por eso promovimos el Programa de Sanidad Infantil y la Ley sobre Excedencia Familiar y M¨¦dica. Nuestras posturas fueron muy eficaces en los a?os noventa, cuando muchas personas de clase media empezaron a trabajar en la nueva econom¨ªa. Ahora que la mayor¨ªa de los padres est¨¢n trabajando, necesitamos encontrar nuevas formas para obtener excedencias familiares y por enfermedad no remuneradas y proporcionar incentivos para que aumenten las excedencias remuneradas y la flexibilidad horaria. No se puede decir que una sociedad sea pr¨®spera si sus ciudadanos no se sienten capaces de trabajar y criar a sus hijos, y hacer bien ambas cosas. El Gobierno de Bush quiere retirar la opci¨®n que yo conced¨ª a los Estados de utilizar los excedentes de los fondos del seguro contra el desempleo para financiar las excedencias familiares remuneradas, ahora que muchos Estados est¨¢n considerando hacerlo. Deber¨ªamos luchar por darles esa oportunidad.
Por ¨²ltimo, los dem¨®cratas deber¨ªan hacer hincapi¨¦ en el control fiscal de las empresas. Nosotros conseguimos que el anterior Congreso aprobara una ley firme, aunque los republicanos se opusieron a ella hasta el ¨²ltimo momento. Pero desde entonces han retrasado la financiaci¨®n para ponerla en funcionamiento y deber¨ªamos convertirla en una de las cuestiones b¨¢sicas a tratar por el nuevo Congreso. Sin embargo, debemos evitar matar la gallina de los huevos de oro. Los dem¨®cratas deber¨ªan ser partidarios del control, pero tambi¨¦n de las empresas. Despu¨¦s de todo, muchas empresas estadounidenses hicieron una buena labor en los noventa, incluido en lo que respecta a las opciones de compra de acciones. Pero para evitar futuros casos Enron, quiz¨¢ deber¨ªa establecerse que las opciones de compra s¨®lo fueran ejecutables a m¨¢s largo plazo, fomentando de este modo la lealtad de los trabajadores y la fortaleza de la empresa. Y esto permitir¨ªa evitar que m¨¢s profesionales con datos confidenciales simplemente cojan el dinero y corran, dejando en la estacada a los dem¨¢s accionistas.
Adem¨¢s de presentar un programa dem¨®crata claro y firme -una seguridad nacional robusta combinada con reformas internas progresistas-, debemos recordar cu¨¢les son nuestras creencias b¨¢sicas. Los dem¨®cratas ganamos gracias a nuestra visi¨®n, nuestros valores y nuestras ideas. Debemos recordar a la poblaci¨®n que estamos comprometidos con la paz, la prosperidad, la libertad y la seguridad de la comunidad internacional. Martin Luther King, hijo, dijo que el arco que forma el universo moral es amplio, pero se inclina hacia la justicia. Y quienes han de inclinarlo hacia la justicia son quienes llevan la carga m¨¢s pesada. Nosotros hemos escogido ser dem¨®cratas. Nadie nos ha obligado. Tomamos esa decisi¨®n porque estamos comprometidos con esos valores. Si honramos esos valores y luchamos por sacar adelante nuestras nuevas ideas, los dem¨®cratas volveremos a ganar las elecciones.
![El presidente chileno, Ricardo Lagos (derecha), junto al ex presidente estadounidense Bill Clinton, el s¨¢bado pasado, durante la cumbre progresista en Londres.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/T43OXPTBH5HPBPKMO2XZ6D6ZOU.jpg?auth=9947a7a3150e7361070923e6a5156babb7b94cb38c8e808fdd24523b92ef57f5&width=414)
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