Blair pierde pie
El encendido discurso de Tony Blair ante el Congreso de EE UU, en una escala en Washington para recibir inusuales honores de aliado, pone de relieve la progresiva debilidad argumental del atribulado primer ministro brit¨¢nico en su justificaci¨®n de la guerra de Irak, un conflicto cuyos ecos, lejos de amortiguarse, cobran amplitud. Para infortunio de Blair, al enrarecido ambiente pol¨ªtico que le rodea se acaba de a?adir la conmoci¨®n producida por el hallazgo ayer del cad¨¢ver de David Kelly, cient¨ªfico a sueldo del Gobierno y supuesto autor de una filtraci¨®n a la BBC seg¨²n la cual Downing Street habr¨ªa ordenado inflar las capacidades b¨¦licas de Sadam Husein para justificar el ataque.
El l¨ªder socialdem¨®crata brit¨¢nico ha dicho ante el rendido Parlamento estadounidense que el derrocamiento de Sadam est¨¢ justificado incluso aunque no aparezcan evidencias en Irak de armas prohibidas. Blair lleg¨® a apelar a su "instinto" para justificar ante los congresistas la guerra, y remach¨® sus tesis al se?alar, en conferencia de prensa con Bush, que mantiene la validez de los informes del espionaje sobre los v¨ªnculos at¨®micos entre Bagdad y N¨ªger.
El paulatino desplome de los argumentos centrales de la guerra contra Irak (armas de destrucci¨®n masiva, programa nuclear, estrechos lazos con el terrorismo islamista) conduce al jefe del Gobierno brit¨¢nico a posiciones indefendibles. Su alegato final en Washington -con el mesi¨¢nico argumento del tipo la historia nos absolver¨¢, incluso si no se encuentra el arsenal prohibido, porque se ha librado al mundo de un tirano- desemboca directamente en dar carta blanca a los poderosos para destruir los reg¨ªmenes irritantes o inc¨®modos.
El repliegue argumental de Blair se?ala lo comprometido de su situaci¨®n. Su socio Bush sufre un fuerte desgaste por la concatenaci¨®n de situaciones en falso en que ha ido cayendo sobre Irak. Pero es el jefe supremo de un sistema presidencialista, y su pa¨ªs, sentimentalmente al menos, tiene como gran coartada la sacudida del 11-S. Pero el dirigente brit¨¢nico, cuya credibilidad cae en picado, responde sin amortiguadores intermedios ante un sistema parlamentario, y sus conciudadanos le perdonan cada vez menos que les embarcara como escuderos en una aventura llena de mentiras.
Por eso el horizonte del premier se centra ahora en la esperanza de Oriente Pr¨®ximo, como ha quedado patente en Washington. Si algo realmente bueno y tangible pasa entre israel¨ªes y palestinos, el c¨ªrculo virtuoso se habr¨¢ cerrado y eso validar¨¢ ante la opini¨®n p¨²blica el argumento de que la paz ha sido posible por la eliminaci¨®n de Sadam. Pero Blair depende a estas alturas de demasiados elementos que no puede controlar. Y quiz¨¢ el ¨²ltimo de ellos sea la misteriosa muerte del doctor Kelly.
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