El cuartelazo que pari¨® el castrismo
A?o tras a?o, los pioneros de Santiago de Cuba protagonizan la representaci¨®n del asalto al cuartel Moncada, el hecho ejemplar que el 26 de julio de 1953 puso en marcha el proceso revolucionario cubano. El mismo d¨ªa, Fidel pronuncia un gran discurso conmemorativo en el cual invariablemente evoca la victoriosa supervivencia de la Revoluci¨®n, con may¨²sculas. El cuartel era y es un vasto conjunto de edificios que hab¨ªa recibido su nombre en homenaje a Guillermo Moncada, Guillerm¨®n, un patriota de las guerras de independencia.
El propio Fidel resumi¨® los prop¨®sitos del asalto al justificarlo en el curso del juicio desarrollado tras los hechos en la prisi¨®n de Oriente: "Atacamos al cuartel Moncada para apoderarnos de las armas del regimiento estacionado all¨ª y comenzar la lucha. Nuestro plan para tomar esa fortaleza con un pu?ado de hombres se basaba en la rapidez y la sorpresa. Nosotros vest¨ªamos uniformes iguales a ellos para sembrar la mayor confusi¨®n en sus filas. Pens¨¢bamos que tal vez no fuera necesario siquiera disparar...". Moncada fue un fracaso, pero la din¨¢mica cl¨¢sica de las insurrecciones cubanas de Oriente a Occidente volver¨ªa a ponerse en marcha, y esta vez con ¨¦xito, a partir de la lucha guerrillera implantada en Sierra Maestra.
Moncada fue un fracaso, pero la din¨¢mica cl¨¢sica de las insurrecciones cubanas de Oriente a Occidente volver¨ªa a ponerse en marcha, y esa vez con ¨¦xito
La m¨¢s costosa contradicci¨®n del r¨¦gimen batistiano fue masacrar a los rebeldes sin nombre y dejar con vida al autor pol¨ªtico y militar del asalto: Fidel
Los antecedentes son conocidos. El 10 de marzo de 1952, el ex presidente y ex sargento Fulgencio Batista da un golpe de Estado que interrumpe la vida constitucional del pa¨ªs, a 50 d¨ªas de unas elecciones que estaba seguro de perder y para las que era gran favorito el candidato del "partido ortodoxo", formaci¨®n de signo populista cuyo fundador, Eduardo Chib¨¢s, hab¨ªa desarrollado una intensa campa?a contra la corrupci¨®n reinante en los ¨²ltimos Gobiernos constitucionales. Pero Chib¨¢s se hab¨ªa suicidado unos meses antes, y sus sucesores fueron incapaces de oponerse al golpe. Quedaba as¨ª creado un vac¨ªo que s¨®lo pod¨ªa llenar una juventud altamente politizada. Era la ocasi¨®n para que pusiera a prueba sus dotes de imaginaci¨®n y liderazgo el joven abogado ortodoxo Fidel Castro, hijo de un hacendado gallego de Oriente y nacido el 13 de agosto de 1924, en modo alguno dispuesto a aceptar la pasividad de su partido.
La primera iniciativa de Fidel se situ¨® en el marco de la legalidad: pedir a un tribunal el procesamiento y la condena de Batista por haber vulnerado el orden constitucional. Ning¨²n resultado. Seguir¨¢n la publicaci¨®n del periodiquito clandestino El Acusador, art¨ªculos de denuncia en Bohemia y la labor de propaganda y organizaci¨®n de j¨®venes, dispuestos a pasar a la acci¨®n. A partir de enero de 1953 termina el tiempo de la palabra y comienzan los meticulosos preparativos para la lucha armada, desde la organizaci¨®n de los adherentes en c¨¦lulas hasta los entrenamientos en el uso de las armas. "El momento es revolucionario y no pol¨ªtico", hab¨ªa escrito Fidel en El Acusador.
A pesar de ello, el acto de fuerza previsto es fundamentalmente pol¨ªtico. Lo explicar¨¢ un Manifiesto a la Naci¨®n, que fijaba como metas "reconquistar su Constituci¨®n, sus libertades esenciales y sus derechos inalienables". Era una lucha por la restauraci¨®n democr¨¢tica.
El mayor ¨¦xito del episodio fue el secreto mantenido en su fase de preparaci¨®n, ya que se trataba de trasladar desde La Habana hasta Santiago, tanto a los encargados de la acci¨®n como al armamento. Todos los implicados deb¨ªan estar dispuestos para la lucha, pero sin saber nada de c¨®mo y donde hab¨ªa de desarrollarse: asaltar el cuartel Moncada, en Santiago, y otro en Bayamo. Un negociante venido de Miami alquila unos locales en Siboney, al este de Santiago, aparentemente para la crianza de pollos, y en realidad como punto de recepci¨®n de las armas. All¨ª mismo tuvo lugar la concentraci¨®n de los militantes, con autom¨®viles particulares como medio de transporte. Las armas hab¨ªan costado 16.000 d¨®lares y en m¨¢s de un caso los voluntarios se dejaron el sueldo para pagarlas. Son, en principio, 165 hombres; luego, algunos menos. Como protagonistas, figuran asimismo tres mujeres. En la sombra desde La Habana, Naty Revuelta, joven ortodoxa, empleada de alto rango en la Esso, esposa de un m¨¦dico de fama y pronto amante de Fidel: desempe?¨® un papel decisivo para recaudar recursos econ¨®micos y en la preparaci¨®n de los materiales. En el teatro de operaciones, la doctora Melba Hern¨¢ndez y Hayd¨¦e Santamar¨ªa.
El 26 de julio hab¨ªa sido la fecha elegida, ya que el 25 era domingo de Carnaval (de Santiago), de modo que buena parte de la guarnici¨®n del cuartel estaba de permiso. Seg¨²n Tad Szulc, bi¨®grafo de Castro, los 123 conjurados salieron de Siboney con sus uniformes militares en 16 autom¨®viles a las 4.45 con el prop¨®sito de llegar al cuartel media hora despu¨¦s. Deb¨ªan entrar por sorpresa en el cuartel, rendir a sus defensores y ocupar los edificios colindantes. Dos coches se perdieron en el camino y algunos hombres fueron destinados a la ocupaci¨®n complementaria del hospital y los juzgados, de modo que en el asalto tomaron parte 83 combatientes. El encuentro del Buick de Fidel con una patrulla exterior a la que intent¨® apresar, con el consiguiente tiroteo, puso en marcha la alarma y fue decisivo para perder el efecto sorpresa. Una ametralladora pesada comenz¨® a disparar desde el techo del cuartel. La retirada fue ca¨®tica y provoc¨® la de los ocupantes del Palacio de Justicia, con Ra¨²l Castro al frente. Abel Santamar¨ªa tuvo peor suerte, quedando atrapado en el hospital.
S¨®lo ocho asaltantes murieron en combate, pero el balance final de bajas fue de 69 muertos y cinco heridos entre los rebeldes, por 19 muertos y 27 heridos entre los militares. El r¨ªo de sangre fue s¨®lo detenido gracias a la intervenci¨®n del arzobispo de Santiago, monse?or P¨¦rez Serantes, quien negoci¨® con el jefe militar la suspensi¨®n de las ejecuciones sumarias.
En cuanto a Fidel, result¨® detenido el 31 de julio mientras pernoctaba en una choza con nueve seguidores, camino de Sierra Maestra. Fue la m¨¢s costosa contradicci¨®n del r¨¦gimen batistiano: masacrar a los rebeldes sin nombre y dejar con vida al autor pol¨ªtico y militar del asalto. Tal vez contaron para este desenlace el pacto alcanzado por Serantes o que Fidel fuera cu?ado del ministro del Interior de Batista, Rafael D¨ªaz-Balart.
Baluarte de la libertad
Sorprendido por los acontecimientos durante su veraneo en la playa de Varadero, Fulgencio Batista acumul¨® los dicterios contra los asaltantes. Eran subversivos en cuyo poder se hab¨ªa encontrado "propaganda comunista, libros de Lenin". Sus palabras fueron fruto del desconcierto, ya que el partido comunista discrep¨® abiertamente de lo que juzgaba una t¨¢ctica putschista.
La condici¨®n de abogado le permiti¨® a Fidel adem¨¢s invertir los papeles. En el juicio iniciado el 21 de septiembre de 1953 en Santiago, con 122 acusados, Fidel se emplear¨¢ en hacer el proceso del r¨¦gimen a fin de justificar su acto de fuerza. La clave era la aplicaci¨®n de la doctrina cl¨¢sica del tiranicidio como forma de defensa de la libertad. En el plano pol¨ªtico, el alegato de Fidel, m¨¢s tarde retocado para su publicaci¨®n por el ex ministro Jorge Ma?ach, supon¨ªa una apolog¨ªa del orden pluralista, regido por la Constituci¨®n de 1940, que Batista pisoteara con su golpe. Ahora bien, tanta exaltaci¨®n de la libertad coexist¨ªa con un claro desprecio del sistema pol¨ªtico abolido el 10 de marzo, con las consiguientes inc¨®gnitas acerca del futuro contenido de la pol¨ªtica prevista por Castro. Y en el plano econ¨®mico, la vertiente populista, con inspiraci¨®n ¨²ltima en Mart¨ª e inmediata en Chib¨¢s, apuntaba a las medidas que en la primera fase adopt¨® la Revoluci¨®n: reforma agraria, rebaja de alquileres, participaci¨®n de obreros y colonos en los beneficios.
Una lectura atenta permit¨ªa asimismo apreciar las sombras que se cern¨ªan desde la mente de Fidel sobre el futuro pol¨ªtico de Cuba: la vuelta a la legalidad, encarnada por la Constituci¨®n de 1940, tendr¨ªa lugar mediante la reuni¨®n de todos los poderes en el Gobierno revolucionario, encargado de una depuraci¨®n general, "encarnaci¨®n moment¨¢nea de la soberan¨ªa, ¨²nica fuente de Poder leg¨ªtimo". As¨ª sucedi¨®.
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