El Gobierno franc¨¦s asesta un duro golpe al producto de ahorro m¨¢s popular del pa¨ªs

El Gobierno franc¨¦s dio ayer un dur¨ªsimo golpe al producto de ahorro m¨¢s popular del pa¨ªs al rebajar del 3% al 2,25% la tasa con la que se remuneran las libretas A, en las que m¨¢s de 46 millones de franceses tienen colocados 112.360 millones de euros. Esta impopular medida, que comenzar¨¢ a aplicarse desde el pr¨®ximo 1 de agosto, es una clara invitaci¨®n a reorientar los ahorros hacia usos "m¨¢s productivos", como la financiaci¨®n de empresas, seg¨²n se deduce de la presentaci¨®n efectuada por el ministro de Econom¨ªa, Francis Mer.

La tasa de ahorro en Francia es de las m¨¢s elevadas de Europa, gracias al excepcional tratamiento que recibe. La libreta A permite a cada franc¨¦s depositar hasta un m¨¢ximo de 15.300 euros, cuyo producto est¨¢ libre de impuestos y puede mantenerse por tiempo ilimitado, a condici¨®n de que sea una por persona, naturalmente. Los bancos comerciales han torpedeado siempre esta f¨®rmula, que s¨®lo ofrecen el servicio p¨²blico de Correos (La Poste) y las cajas de ahorro. La agitaci¨®n burs¨¢til de los ¨²ltimos a?os ha llevado 2.230 millones de euros a las libretas A durante los primeros meses de 2003.

La decepci¨®n de los tenedores de libretas era ayer manifiesta en las oficinas de Correos. La rebaja del tipo de inter¨¦s coincide con un alza de los precios regulados en servicios de primera necesidad.

Pero el primer ministro tiene delante de s¨ª un buen rompecabezas presupuestario y por eso ha decidido arrostrar la impopularidad. Raffarin se ve obligado a actuar bajo la presi¨®n simult¨¢nea de rebajar los impuestos, exigida por Jacques Chirac; el ojo avizor de la Comisi¨®n Europea, que tiene la vara lista para el palmetazo corrector del d¨¦ficit excesivo, y la imposibilidad de alcanzar el crecimiento previsto del PIB, que en vez del 2,5% llegar¨¢, con suerte, al 1%.

En estas condiciones, el Ministerio de Econom¨ªa estima en 10.000 millones de euros la liquidez que puede conseguirse con la rebaja de la remuneraci¨®n del ahorro popular, inmediatamente inyectables en la an¨¦mica econom¨ªa francesa. Raffarin, ya un tanto desgastado por la guerra de las pensiones y las continuas huelgas de profesores, acepta ahora el coste pol¨ªtico de tocarles directamente en el bolsillo a las tres cuartas partes de sus conciudadanos.

El dinero recolectado con el ahorro de las libretas A financia la construcci¨®n de alojamientos sociales y los cr¨¦ditos a las peque?as empresas. "Nuestro pa¨ªs necesita financiaci¨®n a bajos tipos de inter¨¦s para las inversiones que permitan preparar el futuro", y para "ofrecer condiciones de cr¨¦dito atractivas", seg¨²n la explicaci¨®n aportada por el ministro de Econom¨ªa, Francis Mer.

Medida impopular

Al tiempo, el Ejecutivo anunci¨® nuevas reglas para fijar las remuneraciones futuras: a partir del 1 de agosto de 2004 ser¨¢n un 0,25% mayores que la media entre inflaci¨®n y tipo de inter¨¦s del Banco Central Europeo (BCE). Otros productos de ahorro sometidos a regulaci¨®n ver¨¢n reducido su inter¨¦s tambi¨¦n en 0,75%, salvo la llamada libreta de ahorro popular, que conservar¨¢ su actual remuneraci¨®n del 4,25% durante un a?o m¨¢s. A este producto s¨®lo tienen acceso las personas que no pagan el impuesto sobre la renta o ¨¦ste s¨®lo supone 660 euros anuales, y que pueden colocar en tales libretas un m¨¢ximo de 7.700 euros.

El l¨ªder socialista Fran?ois Hollande acus¨® inmediatamente al Gobierno de "amputar el ahorro de los franceses modestos, mientras el ahorro de las clases elevadas recibir¨¢ nuevas ventajas". Tampoco atac¨® frontalmente la medida, porque el Gobierno dirigido por Lionel Jospin baj¨® la tasa de remuneraci¨®n del ahorro en 1999, aunque restableci¨® enseguida el 3%. Adem¨¢s compens¨® la rebaja con la congelaci¨®n de los alquileres de los alojamientos sociales. Todos los sindicatos lamentaron no s¨®lo el golpe al ahorro popular, sino el procedimiento de decretazo seguido por el Ejecutivo, que no ha consultado con las centrales. El portavoz parlamentario del Partido Comunista, Maxime Gremetz, denunci¨® lo que ¨¦l considera un intento de "empujar a los franceses a volverse hacia los mercados financieros", oblig¨¢ndoles a contratar planes de ahorro privados vinculados a las jubilaciones.