El presidente Blair
Los estadounidenses adoran al primer ministro brit¨¢nico, pero podr¨ªan provocar su ca¨ªda. De ser as¨ª, perder¨ªamos al presidente que Europa necesita.
Visto desde aqu¨ª, Tony Blair seguramente tenga raz¨®n y probablemente no la tenga. Probablemente est¨¦ equivocado respecto a la justificaci¨®n moral y jur¨ªdica de la guerra de Irak, que ¨¦l m¨¢s que nadie present¨® como una cruzada para impedir que un Estado delincuente se hiciese de forma inminente con armas utilizables de destrucci¨®n masiva y de largo alcance. Seguramente tiene raz¨®n en que s¨®lo hablando con benevolencia y pasi¨®n al sangrante coraz¨®n de Estados Unidos -como ¨¦l hizo brillantemente en la reuni¨®n conjunta del Congreso el pasado martes- podemos los europeos esperar influir positivamente en la pol¨ªtica estadounidense.
Blair pronunci¨® un discurso interesante y sustancial sobre el estado actual del mundo, realizando comentarios agudos de los que los europeos se sentir¨ªan orgullosos
La l¨®gica de la decisi¨®n estrat¨¦gica que tom¨® tras el 11-S ha llevado a Blair a participar en una guerra que ahora parece cada vez m¨¢s dif¨ªcil de justificar
Es una iron¨ªa shakespeariana que David Kelly se suicidara aparentemente el mismo d¨ªa en que Blair pronunciaba su discurso misionero ante el Congreso
No s¨¦ con seguridad en qu¨¦ medida los europeos han apreciado la asombrosa actuaci¨®n que supuso ese discurso ante el Congreso. En estas ocasiones, los miembros reunidos de ambas c¨¢maras suelen ser generosos con sus ovaciones puestos en pie, pero aqu¨ª saltaban como en una clase de gimnasia (17 veces seg¨²n Fox News, 19 seg¨²n The Guardian). En un momento determinado vi a Colin Powell agitando ligeramente la cabeza, con incredulidad, cuando se volvieron a poner de pie. Debi¨® ser bueno para el nivel de colesterol de todos ellos.
Blair toc¨® todos los viejos acordes anglo-estadounidenses. Ah¨ª estaba el lenguaje de la Biblia del rey Jacobo, familiar para los Padres Peregrinos, y reciclado en el molino sem¨¢ntico del patriotismo transatl¨¢ntico de las dos guerras mundiales: en Irak, nuestros soldados "no lucharon ni murieron en vano". Hubo un toque shakespeariano: "El 11-S no fue un hecho aislado, / sino un tr¨¢gico pr¨®logo, Irak otro acto, / y muchas otras luchas habr¨¢ que librar / en este escenario antes de que todo ello finalice" (como a menudo ocurre con Blair, la sintaxis es un poquito desali?ada: ?A qu¨¦ se refiere el "ello" de esta frase?; bueno, no importa. Nuevo Laborismo, nuevo Shakespeare). Incluso hubo un toque ¨¦lfico propio de Tolkien: "En otra parte del planeta hay sombra y oscuridad". En la tierra de Mordor, donde moran las sombras.
Y, por supuesto, incluy¨® las bromitas obligatorias sobre el hecho de ser un primer ministro brit¨¢nico en Washington. Cuando le mostraron el lugar donde los brit¨¢nicos hab¨ªan quemado la biblioteca del Congreso en 1814, coment¨® con sarcasmo: "S¨¦ que es, digamos , un poco tarde, pero lo siento". Ese coloquial "digamos" ya est¨¢ a medio camino del uso conversacional del "como" en Estados Unidos. La pr¨®xima vez que un primer ministro brit¨¢nico hable en una sesi¨®n conjunta del Congreso, despu¨¦s de Churchill, Attlee, Thatcher y ahora Blair -tras un empacho de la comedia televisiva Friends-, dir¨¢ probablemente: "S¨¦ que esto es, como tarde, pero nosotros, como que lo sentimos", pronunciando "sahrrii", que es el "sorry" al estilo americano de Friends.
M¨¢s en serio, el discurso estuvo plagado desde el comienzo hasta el final de ese "lenguaje de la libertad" que desde hace siglos ha establecido una jerga pol¨ªtica com¨²n anglo-estadounidense. Seg¨²n mi c¨®mputo, las palabras "libertad" o "libre" aparecieron 27 veces. ?Se acercar¨ªa la homil¨ªa de cualquier otro dirigente europeo a esta cantidad de libertades? Termin¨® con este asombroso himno a EE UU: "Decidle al mundo por qu¨¦ est¨¢is orgullosos de Estados Unidos. Decidles que cuando se iza la bandera de las barras y estrellas, los estadounidenses se ponen en pie. Hispanos, irlandeses, italianos, gentes de Europa Central, de Europa Oriental, jud¨ªos, musulmanes, blancos, asi¨¢ticos, negros, aquellos que se remontan a los primeros colonos y aquellos cuyo ingl¨¦s es el mismo que el de algunos conductores de taxi neoyorquinos con los que he tenido que hablar, pero cuyos hijos e hijas podr¨ªan aspirar a formar parte de este Congreso. Decidles por qu¨¦ los estadounidenses, todos a una, se levantan con respeto. No porque un funcionario les haya dicho que lo hagan, sino porque, sea cual sea la raza, el color o el credo al que pertenezcan, ser estadounidense significa ser libre". No es de extra?ar que los estadounidenses piensen que Blair es el mejor presidente que ellos jam¨¢s tendr¨¢n.
Florituras
Pero en medio de estas florituras, Blair pronunci¨® un discurso interesante y sustancial sobre el estado actual del mundo, realizando varios comentarios agudos de los que todos los europeos se sentir¨ªan orgullosos: que la pobreza es la principal causa del terrorismo; que EE UU deber¨ªa querer trabajar conjuntamente con Europa; que esta alianza con Europa debe basarse en la "persuasi¨®n, no en la autoridad". S¨ª, dijo, adoptando la f¨®rmula de Donald Rumsfeld, "no es la coalici¨®n la que determina la misi¨®n, sino la misi¨®n la que determina la coalici¨®n. Pero debemos empezar prefiriendo una coalici¨®n y actuar solos si tenemos que hacerlo, no al contrario. Ciertamente, de esa forma no es m¨¢s f¨¢cil ganar las guerras, pero s¨ª es m¨¢s f¨¢cil ganar la paz". De nuevo consigui¨® que lo aplaudieran, mientras que la c¨¢mara panor¨¢mica enfocaba a Rumsfeld, que torc¨ªa el gesto. Y as¨ª sigui¨®: la necesidad de crear un Estado palestino viable, el respaldo a las reformas en Ir¨¢n, la guerra contra la miseria en ?frica, la protecci¨®n medioambiental "m¨¢s all¨¢ de Kioto".
Una actuaci¨®n verdaderamente impresionante; y tras ella un enfoque estrat¨¦gico coherente, por el que Blair ha apostado ahora su futuro pol¨ªtico. Blair, ¨²nico entre los dirigentes europeos, ha comprendido plenamente lo que el 11-S significa para EE UU: que Washington est¨¢ en guerra, que ¨¦ste es un ataque repentino contra EE UU, un hecho que uno recuerda cada vez que tiene que quitarse los zapatos en los feroces controles de seguridad aeroportuarios, no vaya a ser que lleve una bomba de zapato. Blair ha calculado que s¨®lo se puede ejercer influencia sobre la respuesta de una superpotencia ali¨¢ndose plenamente con ella. "?Influencia, qu¨¦ influencia?" podr¨ªan ustedes preguntar. ?La influencia de un perro faldero? Pero yo creo que eso no es cierto. Dudo que la primera vez que Bush acudi¨® a la ONU a hablar sobre la cuesti¨®n iraqu¨ª lo hiciera por influencia de Blair; pero s¨ª lo hizo la segunda. Blair le ha presionado constantemente para que se tome en serio el proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo entre Israel y Palestina; ahora Bush lo est¨¢ haciendo, aunque eso no le ofrece ninguna ventaja electoral obvia. Ser¨ªa excesivo afirmar que ha sido un proceso de "causa y efecto", pero s¨ª, se puede deducir que ha existido una peque?a influencia.
Esto no es mucho, pero ?tiene alguien una mejor forma de influir sobre un gigante herido? ?Pueden nombrarme un ¨²nico punto en el que Jacques Chirac o Gerhard Schr?der hayan modificado a mejor la pol¨ªtica estadounidense? Si toda Europa adoptara el sistema de Blair -y en parte el propio Blair tiene la culpa de que no haya sido as¨ª- el "pero" del emocionalmente sincero pero tambi¨¦n calculado "s¨ª pero" ofrecido por el primer ministro brit¨¢nico ser¨ªa m¨¢s eficaz.
Sin embargo, la l¨®gica de la decisi¨®n estrat¨¦gica que tom¨® tras el 11-S ha llevado a Blair a participar en una guerra que ahora parece cada vez m¨¢s dif¨ªcil de justificar con los argumentos que ¨¦l mismo ofreci¨®: haciendo hincapi¨¦, mucho m¨¢s que el Gobierno de Bush, en la importancia de las armas de destrucci¨®n masiva, y no sobre el "cambio de r¨¦gimen", el genocidio provocado por Sadam o los supuestos v¨ªnculos con Al Qaeda. Es una iron¨ªa shakesperiana que David Kelly, el cient¨ªfico del Ministerio de Defensa brit¨¢nico atrapado en el fuego cruzado entre Alistair Campbell y la BBC, se suicidara aparentemente el mismo d¨ªa en que Blair pronunciaba su discurso misionero ante el Congreso. Estoy seguro de que Blair siempre actu¨® de buena fe; estoy seguro de que estaba convencido de que las pruebas de los servicios secretos suger¨ªan de manera fidedigna que exist¨ªa un riesgo real y presente de que Irak dispusiera de armas de destrucci¨®n masiva utilizables y en condiciones de ser lanzadas. Pero a no ser que encuentren pronto otras pruebas, no puedo creer que fuera cierto.
Mensaje
Mientras escribo, aqu¨ª en Washington, la Casa Blanca se afana por rechazar la afirmaci¨®n de que Sadam pose¨ªa reservas de uranio procedentes de ?frica; afirmaci¨®n que, en su mensaje sobre el Estado de la Uni¨®n pronunciado desde el estrado de este mismo Congreso, el presidente atribuy¨® a la inteligencia brit¨¢nica ("el Gobierno brit¨¢nico ha sabido") y que el propio Blair repiti¨® junto al presidente en la conferencia de prensa conjunta que ofrecieron el pasado martes.
Si Blair cayese debido a la justificaci¨®n de la guerra de Irak, la ca¨ªda inducida por Washington ser¨ªa la ¨²ltima de una sucesi¨®n de iron¨ªas anglo-estadounidenses. Perder¨ªamos entonces al mejor presidente que EE UU nunca tendr¨¢, pero que Europa a¨²n podr¨ªa tener.
Traducci¨®n de News Clips.
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