El victimismo
NO ENTIENDO muy bien la estrategia del PSOE de afrontar la crisis de la Comunidad de Madrid desde el papel de v¨ªctima. Un partido que en sus peores momentos re¨²ne siete millones y medio de votos, que est¨¢ implantado en toda Espa?a, que ha gobernado durante 14 a?os y que aspira a volver a hacerlo no da el perfil de una v¨ªctima. Adem¨¢s, por su pasado, resulta improbable que los ciudadanos asocien con el PSOE la imagen de un partido inmaculado pillado en su buena fe.
Es verdad que el victimismo ha funcionado en alg¨²n caso en la pol¨ªtica espa?ola. El modelo por antonomasia tal vez sea el victimismo de CiU. Los nacionalistas catalanes viven permanentemente en estado de ofendidos, su cultura de la queja les ha permitido ganar todas las elecciones auton¨®micas. Pero el caso de CiU no es extrapolable. Ha gozado de un caldo de cultivo especial: unos sectores de la sociedad catalana que han hecho del agravio su signo de identidad y de cohesi¨®n. Pese a ello, a la que la Generalitat ha empezado a tener poder y a Pujol se le ha visto cambiando de pareja en Madrid, CiU ha tenido que limitar la estrategia victimista porque ya no era cre¨ªble. Mucho menos lo ser¨ªa en un partido como el PSOE.
El argumento del PSOE es que ha sido el agredido y que cuando hay una agresi¨®n es el agresor el que debe ser perseguido, y no la v¨ªctima. El problema es que la agresi¨®n parte del seno del propio PSOE. Se puede hablar de traici¨®n. Y se puede decir que no hay peor agresi¨®n que la del traidor. Pero esto no es un juego de ni?os: en el territorio de la pol¨ªtica, la sospecha forma parte del sueldo y el factor sorpresa no contabiliza. Los informes publicados por la prensa estos d¨ªas confirman que el choque de familias, grupos o sectas dentro de la federaci¨®n socialista de Madrid es una tradici¨®n. Y que los dos diputados tr¨¢nsfugas hab¨ªan generado dudas sobre su aptitud y competencia.
Aun aceptando el argumento de la trama, aun considerando el supuesto de que alguien desde fuera ha seducido y ha amparado a los traidores en beneficio de un grupo de empresarios y del PP, lo que se le debe exigir al PSOE es capacidad de respuesta pol¨ªtica y no quedarse ensimismado en el esteticista papel de v¨ªctima. Un partido que aspira a gobernar ha de demostrar, por encima de todo, que est¨¢ preparado para superar las adversidades. Si a la jugarreta de dos tr¨¢nsfugas s¨®lo responde con lamentos sobre la perfidia de los conjurados y sobre la intr¨ªnseca perversidad de los adversarios, la gente que le vot¨® puede sentirse decepcionada por partida doble. Porque confi¨® en un partido que no responde de la gente que lleva en las listas. Y porque este partido se encalla en la impotencia cuando en la carrera hacia el poder aparece alguna monta?a empinada que superar.
Denunciar la trama es justo y necesario, en la medida en que hay indicios m¨¢s que suficientes. Pedir al Gobierno que act¨²e con responsabilidad democr¨¢tica e investigue, tambi¨¦n. Denunciar el taimado papel del fiscal general es imprescindible. Pero, adem¨¢s de todo ello, el PSOE debe demostrar que es capaz de seguir adelante con sus propias fuerzas. Y dif¨ªcilmente lo har¨¢ ofreciendo a los electores la oportunidad de volver a votar a un candidato al que se le colaron dos indeseables en sus listas -?qu¨¦ garant¨ªa nos ofrece de que no haya otros?-, y que sistem¨¢ticamente se presenta como agredido, rechazando su responsabilidad personal sobre lo ocurrido.
Si el apoyo de Zapatero a Simancas es el precio de mantener la cohesi¨®n del partido, mal favor se hacen Zapatero, Simancas, el partido y los intrigantes habituales. La autoridad y la credibilidad son dos condiciones b¨¢sicas para aspirar a gobernar en estas democracias posheroicas. El ciudadano quiere gente firme que le proteja de los peligros que acechan en el ancho mundo. Seguridad es la figura. La fuga de la extra?a pareja debilita seriamente la credibilidad del partido. El perfil de v¨ªctima cuestiona la autoridad. ?C¨®mo puede estar todo un PSOE pendiente de que el Gobierno y el Poder Judicial le saquen del socav¨®n en el que est¨¢ metido? La mejor forma de recuperar la credibilidad y la autoridad es demostrar que el PSOE es capaz de superar el trance por s¨ª solo. El victimismo no es buen argumento pol¨ªtico: ni como estrategia ni como signo de identidad. Y menos para un partido que no representa a un sector cerrado de la sociedad, sino que aspira a representar a ciudadanos de la m¨¢s diversa condici¨®n, origen y atributos.
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