Obreras en el andamio
Durante dos a?os han bregado con ladrillos y cemento embutidas en pantalones de tiro largu¨ªsimo, guantes demasiado anchos y sin botas de hierro apropiadas para pies de talla inferior al 39 porque las empresas no fabrican ropa de faena adaptada para mujeres. Pasado este tiempo de aprendizaje en la escuela taller Tierra y Libertad, en Carri¨®n de los C¨¦spedes (Sevilla), Carmen, Ana Mar¨ªa, Cristina y Roc¨ªo dejaron por escrito sus impresiones sobre la formaci¨®n en alba?iler¨ªa que hab¨ªan recibido. Sus palabras rezuman iron¨ªa y cierta venganza: "Nos dec¨ªan que era cosa de hombres, que lo que hici¨¦ramos no duraba ni un mes y que ellos jam¨¢s entrar¨ªan en algo que nosotras hici¨¦ramos. Las mismas mujeres del pueblo nos dec¨ªan que no era muy est¨¦tico ver a una mujer con un carrillo ni cogiendo un saco de cemento, pero hemos conseguido levantar una parada de autob¨²s donde m¨¢s de uno y de una se tienen que meter a esperar".
Desde hace dos meses, Mar¨ªa Luisa Garc¨ªa trabaja en una obra en Sevilla. Es la ¨²nica mujer entre la quincena de obreros y no se siente una m¨¢s
En la escuela taller, que dirige Virginia Jim¨¦nez, se han formado 30 alumnos (55% mujeres) en dos modalidades espec¨ªficas para la construcci¨®n -energ¨ªas renovables y alba?iler¨ªa- durante dos cursos. Todos los hombres trabajan ya en el ramo, pero ninguna mujer ha corrido la misma suerte. Eliminar los prejuicios en una actividad tan masculinizada no resulta f¨¢cil, a pesar de que el acceso de las mujeres parece imparable a la vista de la evoluci¨®n de los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
Entre 1990 y 2000, la cifra de mujeres ocupadas en la construcci¨®n en Espa?a se duplic¨®: de 40.480 a 83.200. Para el tercer semestre de 2002, el n¨²mero hab¨ªa vuelto a crecer hasta las 95.600 trabajadoras, apenas una muesca en la estad¨ªstica de un sector que, por esas fechas, empleaba 1.810.900 hombres.
Rechazo empresarial
Con el muro sexista se dio de bruces Virginia Jim¨¦nez durante su recorrido por varias empresas andaluzas a las que ofertaba las alumnas que estaban recibiendo formaci¨®n en construcci¨®n. "Algunos dec¨ªan que no pod¨ªan gastar dinero en poner un cuarto de ba?o para mujeres, y otros, que iba a bajar el rendimiento", recuerda. A veces las negativas proced¨ªan de empresarias, para sorpresa de la directora de la escuela-taller, que tambi¨¦n encontr¨® reticencias entre algunos t¨¦cnicos del Instituto Nacional del Empleo que no ven con buenos ojos que se programen iniciativas semejantes para mujeres si luego est¨¢n condenadas a estrellarse contra el rechazo empresarial. Sin embargo, Jim¨¦nez destaca que en las oficinas de empleo hay personal que se sit¨²a en las ant¨ªpodas del sexismo y defiende las medidas que buscan desterrar la discriminaci¨®n de un mercado de trabajo en clara expansi¨®n.
Prueba del auge constructor es la demanda de inmigrantes para cubrir sus necesidades de mano de obra. Algunas experiencias indican que los prejuicios de g¨¦nero pueden resultar a veces m¨¢s dif¨ªciles de erradicar que los relativos a la nacionalidad, incluso cuando se trata de mano de obra cualificada como Mar¨ªa Luisa Garc¨ªa de 28 a?os, formada como gruista en Sevilla.
Despu¨¦s de superar un curso de formaci¨®n, todos sus compa?eros encontraron empleo a los pocos d¨ªas. Menos ella. Se top¨® con excusas de todo tipo: "O me dec¨ªan que una gr¨²a es demasiado delicada para una mujer, o que era demasiada responsabilidad, o que una mujer tiene que estar en casa fregando platos". En las asambleas de gruistas la confund¨ªan siempre con la pareja de alg¨²n operario, y para estrenarse como trabajadora de la construcci¨®n ha tenido que ir de la mano del anterior encargado de la gr¨²a, que le allan¨® el camino.
Desde hace dos meses trabaja en una obra en Castilleja de la Cuesta (Sevilla). Es la ¨²nica mujer entre la quincena de obreros y no se siente una m¨¢s. Habla sin tapujos: "No me dan el sitio que de verdad tendr¨ªa que tener como gruista, son ellos quienes toman las decisiones". Mar¨ªa Luisa Garc¨ªa reconoce que en ocasiones tambi¨¦n se beneficia de su singularidad: "Si en vez de estar yo estuviera un hombre, lo pondr¨ªan a hacer otra cosa".
La principal accionista de una de las mayores empresas de la construcci¨®n es una mujer (Esther Koplowitz, FCC), y hay arquitectas y aparejadoras dirigiendo proyectos, pero todav¨ªa son raras las escayolistas, fontaneras, encofradoras o alicatadoras. "Los prejuicios a veces est¨¢n m¨¢s en la cabeza que en la realidad", puntualiza la secretaria de la mujer de CC OO en Andaluc¨ªa, Loren Cabral. En la lentitud con la que est¨¢n accediendo las trabajadoras influye tambi¨¦n, a su juicio, la poca iniciativa femenina: "Muchas se reprimen y otras ni se lo plantean porque creen que lo van a tener dif¨ªcil".
?ngel G¨®mez, dirigente de la construcci¨®n de CC OO, calcula que hasta 2005 el sector podr¨ªa absorber en Andaluc¨ªa entre 2.500 y 3.000 mujeres que recibir¨¢n formaci¨®n ocupacional, "teniendo en cuenta que hay cantidad de trabajo que pueden asumir". En la actualidad, la cifra de ocupadas en esta actividad en la comunidad aut¨®noma no llega a las 10.000, aunque dobla a las 4.700 registradas por el INE en los noventa.
Vedadas por la costumbre
Para dar este salto es fundamental la labor de entidades como la Fundaci¨®n Laboral de la Construcci¨®n, que este a?o ha impartido en Andaluc¨ªa cursos de formaci¨®n en los que han participado 785 mujeres y 4.015 hombres. Las alumnas se concentraron en niveles m¨¢s cualificados, como la prevenci¨®n de riesgos laborales o la topograf¨ªa. S¨®lo nueve optaron por la formaci¨®n en oficios para trabajar de pintoras, operadoras de gr¨²a o fontaneras. Son a¨²n pocas las que se deciden por una rama hasta ahora vedada por la costumbre, a veces frente a la incomprensi¨®n familiar. "Son valientes, entran en un proceso muy interesante", indica Jim¨¦nez. La directora de la escuela-taller advierte de que "no hay que creer en la inserci¨®n inmediata". Est¨¢ convencida de que algunas de sus antiguas alumnas, despu¨¦s de recibir formaci¨®n te¨®rica y pr¨¢ctica durante dos a?os en energ¨ªas renovables y alba?iler¨ªa, acabar¨¢n trabajando o creando su propia empresa. El primer paso ha consistido en erradicar los prejuicios propios, como revel¨® Roc¨ªo Moreno, de 19 a?os, al finalizar su formaci¨®n: "Cuando empezamos todas, dec¨ªamos: ?por Dios, soy un hombre! Y hasta me daba verg¨¹enza trabajar en la calle". Despu¨¦s de dos a?os en los que escucharon m¨²ltiples comentarios ("quilla, b¨¢jate de esa escalera y d¨¦jalo que te va a dar un calambre", o "ese trabajo es para hombres"), tanto ella como sus compa?eras desprenden orgullo: "Son comentarios que despu¨¦s han tenido que tragarse al ver nuestro trabajo".
Alba?ilas en la colmena
LA HEGEM?NICA PRESENCIA masculina en la construcci¨®n tambi¨¦n est¨¢ patente en la lengua. Alba?il es un t¨¦rmino masculino con el que la Real Academia Espa?ola define al "maestro u oficial de alba?iler¨ªa". En el diccionario tambi¨¦n figura la entrada "alba?ila", aunque es un adjetivo que procede de un mundo tan ajeno al de los andamios como el de las colmenas: "Insecto himen¨®ptero que vive apareado y hace para su morada agujeros horizontales en las tapias y en los terrenos duros".
Para combatir los prejuicios que subsisten en el mercado de trabajo y abrir la puerta del mundo de la construcci¨®n a mujeres desempleadas naci¨® el proyecto Equal Construyendo futuro, una iniciativa financiada con fondos de la Uni¨®n Europea que se lleva a cabo simult¨¢neamente en tres regiones de Francia, Italia y Espa?a. En Andaluc¨ªa, el programa, que tutela el Instituto Andaluz de la Mujer y la Consejer¨ªa de Empleo y Desarrollo Tecnol¨®gico, tambi¨¦n incluye la "formaci¨®n de formadores" que reciben cursos de g¨¦nero en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Laboral de la Construcci¨®n y los sindicatos CC OO y UGT.
El objetivo del Equal, que finaliza en junio de 2004, es fomentar el empleo femenino en las profesiones donde est¨¢n poco representadas. A pesar de que ha aumentado el n¨²mero de trabajadoras en el sector en los ¨²ltimos 12 a?os, su presencia sigue siendo anecd¨®tica. La tasa de empleo femenina en la construcci¨®n sigue por debajo del 1%, tanto en Andaluc¨ªa como en el conjunto estatal, seg¨²n datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Para Loren Cabral, las previsiones son optimistas gracias a la labor de iniciativas como el Equal: "Cuando entra una, arrastra a tres o cuatro; yo creo que habr¨¢ una irrupci¨®n en el mercado porque sigue habiendo falta de mano de obra especializada".
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