La gracia americana
Aunque fuera de origen ingl¨¦s, Bob Hope encarn¨® mejor que ning¨²n oriundo el gusto americano por el chiste zafio, la caricatura desproporcionada y el patriotismo rampl¨®n. La voracidad de las multinacionales le impuso en las pantallas europeas, pero su hipot¨¦tico humor se qued¨® reducido a su pa¨ªs. All¨ª s¨ª que fue popular, especialmente en ¨¦pocas de guerra, como ¨¦sta de nuestros d¨ªas. Hace unas semanas se le tribut¨® un homenaje nacional celebrando su centenario, desenterrando as¨ª la leyenda del buen patriota. Y es que Bob Hope se hizo especialmente famoso por visitar los frentes de guerra y contar chistes a sus soldados, salir en los noticiarios y ser recibido por cada presidente de turno. Su aspecto de eunuco cachondo de nariz excesiva, con capacidad para timar a cualquier listillo, ayud¨® a que sus bromas, bailes, imitaciones y chistes verdes sobre las t¨ªas buenas de cada momento hicieran gracia a los hambrientos chicos del bromuro. Lo acaba de decir George Bush, consider¨¢ndole una gloria nacional: "Bob Hope exalt¨® nuestros esp¨ªritus".
Seg¨²n las malas lenguas, este caricato que empez¨® queriendo ser Chaplin y que no lleg¨® ni a Cantinflas, visitaba los frentes de guerra poco antes de que sus tropas abandonaran el pa¨ªs. Era como un embajador de la inminente derrota. Cuentan tambi¨¦n que, para paliar esta imagen tras haber visitado Vietnam, hizo de embajador un tanto especial pretendiendo comprar por diez millones de d¨®lares la libertad de algunos soldados norteamericanos. No lo logr¨®.
En su popularidad como patriota modelo tambi¨¦n ha contado su conocida habilidad para los negocios. Dicen que ha sido el hombre del espect¨¢culo que ha amasado mayor fortuna, ya que, adem¨¢s de dedicarse a divertir, supo invertir en petr¨®leo, caballos, empresas de seguridad, de comunicaci¨®n, de salud... Un emporio.
Pero aqu¨ª no hac¨ªa gracia, ni tan siquiera en aquella serie de renombre, Camino de..., de los primeros a?os cuarenta, en la que comparti¨® reparto con Bing Crosby y Dorothy Lamour. Su tipo de falso tonto no era exportable porque, efectivamente, nos parec¨ªa un tonto de verdad. En Europa no se entendi¨® su arte para la imitaci¨®n ni su habilidad adquirida en el music-hall. Tuvo cierto ¨¦xito con su pel¨ªcula Rostro p¨¢lido, (1949), pero ya no tanto con la secuela El hijo de Rostro P¨¢lido (1952), aunque la hubiera dirigido el eficaz Frank Tashlin. No hab¨ªa director que hiciera carrera de ¨¦l. Como sus chicos le re¨ªan las gracias, su pa¨ªs era el m¨¢s grande y todas sus guerras eran justas, ?qu¨¦ director iba a discutirle?
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