C¨®mo fracas¨® una operaci¨®n secreta de Francia en Brasil
El piloto que traslad¨® a los esp¨ªas relata c¨®mo se frustr¨® la operaci¨®n para rescatar a Betancourt
Ser piloto de aerotaxi en la Amazonia exige una s¨®lida adaptaci¨®n a lo desconocido. Desde hace siete a?os, Cleiton de Abreu, de 30 a?os, se enfrenta a lo imprevisto encima de un territorio ocho veces m¨¢s grande que Francia y poblado todav¨ªa de tribus indias refractarias a todo contacto con la civilizaci¨®n.
Los sobresaltos de su ¨²ltima aventura a¨¦rea no tienen que ver, sin embargo, con los riesgos del oficio, pero han hecho temblar al Quay d'Orsay (el Ministerio franc¨¦s de Exteriores) y a la c¨²pula del Estado franc¨¦s. Cleiton fue uno de los protagonistas del episodio pol¨ªtico-diplom¨¢tico desatado por el fiasco de la operaci¨®n francesa organizada a la espera de una eventual liberaci¨®n de Ingrid Betancourt, la antigua candidata a la presidencia de Colombia -tambi¨¦n de nacionalidad francesa-, secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia desde febrero de 2002.
"Empec¨¦ a tener miedo. Pens¨¦ que quer¨ªan atracarme en pleno vuelo"
Todo empez¨® el jueves 10 de julio en el aeropuerto de Manaos, la capital de la Amazonia brasile?a. Sobre las ocho de la ma?ana, el c¨®nsul honorario de Francia, Daniel Rosenthal, present¨® al empleado de Rico Linhas Aereas, una peque?a compa?¨ªa regional, las cuatro personas que ten¨ªa que transportar hasta S?o Paulo de Oliven?a, una peque?a ciudad situada en la orilla del Amazonas, a cerca de 1.000 kil¨®metros al oeste de Manaos. El aparato, un Caraja de fabricaci¨®n brasile?a, hab¨ªa sido alquilado por la Embajada de Francia en Brasil por 5.500 euros.
"Sent¨ª de inmediato", cuenta Cleiton de Abreu, "que hab¨ªa algo extra?o. Ten¨ªan la t¨ªpica ropa del turista que se va a la selva, pero sab¨ªa que hab¨ªan llegado la v¨ªspera en un enorme avi¨®n militar franc¨¦s estacionado cerca del hangar de mi compa?¨ªa". Los supuestos aficionados a las caminatas silvestres eran el director adjunto del gabinete del ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, un m¨¦dico y dos agentes de los servicios secretos. Hab¨ªan cruzado el Atl¨¢ntico, procedentes de Evreux, cerca de Par¨ªs, en un H¨¦rcules C-130 destinado al transporte de tropas.
Tras una escala para repostar en Tef¨¦, a medio camino, el aerotaxi aterriz¨® con buen tiempo tres horas m¨¢s tarde en S?o Paulo de Oliven?a, una localidad asequible s¨®lo por v¨ªa fluvial o a¨¦rea.
"Los pasajeros parec¨ªan nerviosos", prosigue Cleiton. "Hablaban en franc¨¦s, un idioma que no entiendo. El mayor comunicaba conmigo en espa?ol. Supe despu¨¦s, cuando los servicios de espionaje me ense?aron su foto, que se trataba de Pierre-Henri Guignard, director adjunto del gabinete del ministro franc¨¦s de Exteriores. Me intrig¨® ver que, al contrario de los turistas comunes, nadie les esperaba en el aeropuerto. Adem¨¢s, esta regi¨®n no es famosa por la belleza de sus paisajes, sino por el tr¨¢fico fronterizo con Colombia".
El recuerdo de una pesadilla empez¨® entonces a perseguirle. El 28 de noviembre de 2000, dos hombres intentaron atracarle en pleno vuelo. Cleiton se salvo s¨®lo gracias a que su copiloto llevaba un arma. Ideales para el transporte de coca¨ªna en una regi¨®n llena de pistas de aterrizaje clandestinas, los aviones robados son muy cotizados por los narcotraficantes.
Seg¨²n lo previsto en el programa, cuatro otras personas, de las que no le hab¨ªan dado ning¨²n detalle, deb¨ªan llegar a S?o Paulo de Oliven?a, "por el r¨ªo", con una lancha, antes de la tarde siguiente. Deb¨ªan tambi¨¦n subir a bordo del Caraja para volver a Manaos.
Una vez que todos estuvieron instalados en el hotel Flamenco, Guignard fue a visitar a Pedro, el cura de la parroquia, que, como se supo posteriormente, sirvi¨® de intermediario en la operaci¨®n 14 de julio con Astrid Betancourt, que se hab¨ªa ido al fondo de la Amazonia para intentar rescatar a su hermana Ingrid.
Cleiton, mientras tanto, conoci¨® a uno de los conductores de mototaxi que esperan la llegada de los aviones. "Los franceses nos pidieron que les llev¨¢semos otra vez al aeropuerto", escuch¨® estupefacto el piloto. Todav¨ªa no sab¨ªa que dos pasajeros hab¨ªan efectuado, sin avisarle, una minuciosa inspecci¨®n del aparato.
"Ah¨ª empec¨¦ a tener realmente miedo. Pens¨¦ que quer¨ªan hacerme otra vez lo del atraco en vuelo. Sobre las cuatro de la tarde sal¨ª discretamente del hotel, sub¨ª al avi¨®n y me dirig¨ª hacia la ciudad vecina de Tabatinga. Un coche de la polic¨ªa federal me esperaba en el aeropuerto", cuenta Cleiton de Abreu. El representante de la compa?¨ªa Rico invoc¨® un imperativo t¨¦cnico para justificar a los franceses la salida del piloto. Cleiton inform¨® de sus sospechas al comisario. ?ste le aconsej¨® que regresara a S?o Paulo de Oliven?a, donde aterriz¨® el viernes a las nueve de la ma?ana, y que se pusiera en contacto con el comisario local de la polic¨ªa.
Siete horas m¨¢s tarde, como nada lleg¨® por el r¨ªo, los cuatro expedicionarios embarcaron, frustrados. para Manaos. Estaban entonces bajo la protecci¨®n de un comisario que llevaba dos pistolas en la cintura. Cuando bajaban del avi¨®n, unos polic¨ªas federales recibieron a los franceses, y luego los interrogaron en la sede de la corporaci¨®n. Se negaron a contestar alegando sus pasaportes diplom¨¢ticos. Tras la invitaci¨®n urgente del Gobierno brasile?o, el C-130 y sus extra?os turistas despegaron el domingo 13 de julio poco antes de la una de la tarde. La operaci¨®n hab¨ªa fracasado definitivamente.
El canciller brasile?o, Celso Amor¨ªn, manifest¨® ayer que su pa¨ªs "est¨¢ molesto con Francia". Afirm¨® que aunque los objetivos de la acci¨®n pueden ser justificables, no se puede ignorar que Brasil es "un pa¨ªs soberano". El Ministerio franc¨¦s de Exteriores, por su parte, no quiso precisar cu¨¢ndo se adverti¨® a Brasil y se neg¨® a comentar la afirmaci¨®n de Astrid Betancourt de que el ministro hab¨ªa informado a Brasilia.
? Le Monde / EL PA?S
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