Lo que se juegan
Justo antes de entrar en el mes de agosto, la Catalu?a pol¨ªtica, que tiene poco que ver con la Catalu?a real, no parece, como acostumbra, un oasis, el famoso oasis catal¨¢n: los pol¨ªticos se insultan. Se podr¨ªa decir que la raz¨®n est¨¢ en que ya ha empezado, desde hace unas semanas o unos meses, el periodo electoral. Se podr¨ªa decir y en parte ser¨ªa verdad: pero no toda la verdad.
Porque si hay que decir toda la verdad y nada m¨¢s que la verdad, debe se?alarse que estas pr¨®ximas elecciones auton¨®micas tratan de algo m¨¢s: m¨¢s inciertas de lo habitual, los dos potenciales partidos ganadores se juegan mucho, mucho m¨¢s de lo normal. ?Qu¨¦ se juegan en estas elecciones convergentes y socialistas?
Empecemos por los primeros, que son quienes m¨¢s arriesgan. Converg¨¨ncia se juega nada m¨¢s y nada menos que su existencia como partido o, por lo menos, como partido b¨¢sico de la pol¨ªtica catalana. No creo exagerar y hay ejemplos en nuestra actual democracia: UCD pas¨® de ser un partido mayoritario en Espa?a a desaparecer, el PSUC pas¨® de ser un partido central en Catalu?a a seguir luchando, simplemente, para subsistir.
Recordemos, adem¨¢s, que CiU no lleg¨® a ser un partido -o coalici¨®n o federaci¨®n- s¨®lidamente implantado hasta despu¨¦s de 1980: creci¨® desde el poder, ocupando ya el Gobierno de la Generalitat. Los resultados de las anteriores elecciones le situaban entre el tercero o cuarto partido de Catalu?a. Un a?o antes de acceder Pujol a primer presidente de la Generalitat estatutaria, CiU hab¨ªa obtenido menos votos que UCD, la cual, dos a?os despu¨¦s, quedar¨ªa disuelta. Por tanto, los partidos nacen, viven y mueren, como los humanos. A partir de las pr¨®ximas elecciones, CiU puede seguir en el poder, puede morir o puede, simplemente, malvivir.
No olvidemos que la fuerza electoral del partido que ha sabido construir Pujol proviene de la unificaci¨®n del centro pol¨ªtico catal¨¢n. Hasta 1980, este centro estaba profundamente dividido entre CiU, UCD y ERC. Ciertamente, el nacionalismo es, por su ambig¨¹edad y fluidez, la ideolog¨ªa que mejor conven¨ªa para saldar con ¨¦xito esta unificaci¨®n. Pujol, adem¨¢s, la ha sabido manejar con tiento y prudencia: m¨¢s suave o m¨¢s radical, seg¨²n convenga y a qui¨¦n se dirija, durante a?os muchos han quedado convencidos que no hab¨ªa alternativa. "?Derechas? ?Izquierdas? ?Catalu?a!". Este enga?oso mensaje cal¨® profundamente en las capas medias y altas y bajas catalanas. Catalu?a, naturalmente, era Pujol.
Desde 1984 a 1995, Pujol lo tuvo todo controlado y bien controlado. Tres mayor¨ªas absolutas consecutivas fueron la consecuencia. En aquellos tiempos hab¨ªa desaparecido la UCD, ERC estaba bajo m¨ªnimos, el PP apenas asomaba cabeza y el PSC no sab¨ªa -y todav¨ªa no sabe- solucionar su contradicci¨®n entre el voto dual y la abstenci¨®n diferencial. En las auton¨®micas, el amplio centro pol¨ªtico era casi todo de CIU.
Pero a partir de 1995, a CiU empezaron a surgirle las dificultades y a aumentar sus contradicciones. Si daba apoyo en Madrid al PSOE, en Catalu?a le crec¨ªa el PP. Precisamente fue en las elecciones auton¨®micas de 1995 cuando CiU perdi¨® 10 diputados y el PP gan¨® otros 10. En las siguientes, de 1999 -dando apoyo parlamentario al PP en Madrid-, perdi¨® tres m¨¢s. Pujol se dio por advertido: su tiempo hab¨ªa pasado e inici¨® un cambio generacional: pas¨® los b¨¢rtulos a Artur Mas.
Como dec¨ªamos, si CiU pierde corre el riesgo de desaparecer. ?Por qu¨¦ raz¨®n? Porque su fuerza -ahora m¨¢s que nunca- est¨¢ ¨²nicamente concentrada en el Gobierno y la Administraci¨®n de la Generalitat. M¨¢s all¨¢ de todo ello, CiU no cuenta con casi nada: s¨®lo alg¨²n mediano y una infinidad de peque?os ayuntamientos y los parlamentarios de Madrid que sin Generalitat tendr¨¢n escaso peso en el juego de las alianzas. En esta situaci¨®n, toda su red clientelar, que tan profundamente ha calado en la sociedad catalana, desaparecer¨¢ o se pasar¨¢ a los nuevos gobernantes de la Generalitat. CiU habr¨¢ perdido, quiz¨¢ definitivamente, el voto que le dio fuerza en 1984: moderado, conservador y catalanista de ocasi¨®n. Si no desaparece del todo, puede pasar a compartir con ERC un espacio electoral puramente nacionalista que, en total, apenas alcanza al 20% de los votantes, y en el cual Carod tendr¨¢ mayor credibilidad que Mas. Con tan escasas fuerzas, podremos contemplar el penoso espect¨¢culo de ver c¨®mo las ratas abandonan el barco.
Por su parte, el PSC, si no gana, tiene menos que perder, ya que le queda la poderosa fuerza de sus ayuntamientos y las opciones estatales ligadas al PSOE. Es decir, se puede quedar, aparentemente, como en la actualidad. Ahora bien, en el interior del partido la correlaci¨®n de fuerzas experimentar¨¢ serios cambios. Si Maragall no alcanza la presidencia, toda una generaci¨®n de socialistas que han ocupado puestos de poder desde sus inicios pueden empezar a hacer las maletas y prepararse para su jubilaci¨®n. El vuelco est¨¢ fragu¨¢ndose desde 1994, aunque no acaba de cuajar por la escasa personalidad de los nuevos y la f¨¦rrea resistencia de una antigua ¨¦lite, m¨¢s nacionalista que socialista, que no se deja arrebatar f¨¢cilmente el poder. Maragall es, en la actualidad, su ¨²ltima baza.
En estos ¨²ltimos cuatro a?os, con Montilla en la primera secretar¨ªa y una ejecutiva cuajada de capitanes, se podr¨ªa haber esperado otra pol¨ªtica en el PSC. Pero a menos de tres meses de las elecciones, parece dif¨ªcil que se produzca un cambio de estrategia. La reuni¨®n semanal de Maragall con unos empresarios que dif¨ªcilmente le van a votar y la poca atenci¨®n que presta a fieles socialistas que se abstienen en la auton¨®micas, acent¨²a todav¨ªa m¨¢s esta impresi¨®n.
Por el momento, insultos. Por una parte y por otra, seamos claros. Quiz¨¢ los ciudadanos esperamos argumentos. Quiz¨¢ si no se plantean opciones concretas y diferenciadas, muchos ciudadanos no acudir¨¢n a las urnas u optar¨¢n por otras alternativas. En esta misma semana, en una p¨¢gina de propaganda electoral del PSC, por cierto de p¨¦simo gusto, Maragall dec¨ªa a Pujol: "Gr¨¤cies per aquests 23 anys". Un amigo socialista me comentaba: "?Gracias? ?Por qu¨¦?".
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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