"MI EGO EST? ABASTECIDO"
Se desnud¨® de arriba abajo para mostrarle a Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n que ya la vida hab¨ªa preparado sus carnes para interpretar el Quijote. Galiardo es un hombre con un alto concepto de la familia. Vive en una casa ordenada, al borde de la M-30 de Madrid. Su en¨¦sima morada, pero la primera que considera suya.
Pregunta. ?La primera casa de su vida?
Respuesta. Es la primera en la que a largo plazo me gustar¨ªa vivir. He tenido la casa de mis padres, pensiones... Mi padre me defin¨ªa como un trashumante escolar. Trashumante. Y luego me cas¨¦ con Juana y ella puso la casa. Era su casa. Nos separamos y me fui a vivir a un apartamento, castigado a una austeridad suprema: una cama, una nevera y una ducha.
El histrionismo que practicaba era permitido aunque agraviara a ciertas se?oras, porque era guapo y esas cosas... Era para buscar afecto
Me he perdonado. El tratamiento de la cirug¨ªa del dolor es asumirte. Y entonces ya no hay rabia, no hay saltos atr¨¢s
P. ?Qu¨¦ le provoca el recuerdo de la primera casa, la de sus padres, en San Roque, C¨¢diz?
R. Yo nac¨ª en un hogar en la posguerra. Se ven¨ªa de la muerte. Mi madre hab¨ªa tenido un h¨¢bito tres a?os y aquel hombre que llen¨® su vida la llen¨® de ni?os tambi¨¦n. Yo era el mayor. Un patio precioso. El olor a jazmines y el cari?o. Un hogar lleno de la ternura de mi madre, y de cierto rigor de mi padre. Vivimos despu¨¦s en Badajoz; fue algo as¨ª como el destierro de mi padre, hermano del alcalde republicano de San Roque.
P. Y de la casa de Badajoz le ech¨® su padre.
R. S¨ª, nunca diger¨ª la muerte de mi madre, tuve un grave enfrentamiento con mi padre, f¨ªjate que le ped¨ª la leg¨ªtima de mi madre, en aquellos tiempos, y me ech¨® de casa. Y a m¨ª aquello me dej¨® al borde del precipicio... En el fondo era una demanda de cari?o. Era decirle... oye, ?pero por qu¨¦ no me das la misma nota que mam¨¢? Y resulta que a quien m¨¢s me parezco yo ahora es a aquel hombre.
P. ?Nunca digiri¨® la muerte de su madre?
R. Ya est¨¢ digerida. Hay buenos psiquiatras, y esos buenos seres me han ayudado sacando de mi subconsciente todo lo que estaba guardado, manipulado, tergiversado...
P. La gente recuerda el Galiardo t¨®pico, el guapo, el gigol¨®, el lig¨®n... ??se est¨¢ huido?
R. El Galiardo t¨®pico era un personaje perdido, lleno de mala conciencia porque cada acci¨®n que hac¨ªa era para revalorizar el afecto, para llamar la atenci¨®n... Viv¨ªa en exceso, ten¨ªa una autoestima baj¨ªsima. Estaba huyendo...
P. Ligaba mucho, le toleraban...
R. El exceso en mis acciones se me permit¨ªa m¨¢s que si yo hubiera sido un se?or bajito. En un se?or bajito el ego desesperado se hubiera manifestado de otra forma. Hubiera sido m¨¢s un personaje...
P. ?Atormentado?
R. Atormentado, diab¨®lico. El histrionismo que practicaba era permitido aunque agraviara a ciertas se?oras, porque era guapo y esas cosas... Era para buscar afecto. Lo ¨²nico que he ido buscando toda mi vida es afecto.
P. ?Y ahora lo tiene?
R. S¨ª, ahora mi ego est¨¢ abastecido. Quedan residuos, intento pedir un poco m¨¢s. Pero inmediatamente aparece un factor corrector que me dice: no pidas m¨¢s.
P. ?C¨®mo se pudo salvar el actor en aquella vor¨¢gine?
R. Si hubiera sido ingeniero agr¨®nomo aquello hubiera sido terrible. Pero en mi caso, aparte de ir a psiquiatras he ido incorporando como actor cosas de esos personajes que me hizo ser la vida...
P. ?Cuando uno est¨¢ loco qu¨¦ ve?
R. Dolor.
P. ?C¨®mo influye ser actor en la personalidad de un ser humano?
R. Trabajo muchas horas para conseguir desarrollar mi actividad de actor. De vez en cuando, para hacer una broma, pues les regalo alg¨²n histrionismo de mi personalidad. Me he perdonado. El tratamiento de la cirug¨ªa del dolor es asumirte. Y entonces no hay rabia, no hay saltos atr¨¢s. Dec¨ªa Manolo Trujillo, mi psiquiatra, que esto es como dejar de conducir desde atr¨¢s para conducir desde el asiento del conductor. Y la no aceptaci¨®n de la muerte de mi madre era la no aceptaci¨®n de mi destino.
P. ?Qu¨¦ es la edad para usted? ?C¨®mo ha influido en un hombre guapo saber que hay un momento en que ¨¦se ya no es el principal atractivo?
R. Tengo utilidad para mucha gente. No solamente para mi dolor, que ¨¦se ya est¨¢ mitigado. Tengo utilidad para Juana Prieto Mart¨ªnez y para Mar¨ªa del ?guila Bulmes, mujeres con las que he tenido hijos. Para mi hija Isabel, para Natalia, mi hijastra, para mi hijo Luis, para mi otra hija, para mi nieta Albita, para mi nieta Clara, para mi nieto Gil¨ª, para Daniel, para mi compa?era actual, Mar¨ªa El¨ªas. Hay muchas personas que encuentran en m¨ª una utilidad... Yo soy el hermano mayor tambi¨¦n. Mar¨ªa Victoria, Isabel, Soledad, Rosa y Juan Arturo. Es que no fui nunca hermano mayor de ellos. He recobrado el espacio que la vida me ha dado. Asumo mi responsabilidad, devuelvo cosas. Y desde luego en mi profesi¨®n, pues soy un referente tambi¨¦n.
P. Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez cuenta que recitando a Lorca estuvo a punto de ser asesinado.
R. Era en 1982. Estaba en M¨¦xico haciendo con Mar¨ªa Luisa Merlo un espect¨¢culo en un espacio de flamenco. Hac¨ªa una telenovela, era muy popular. Y se nos ocurri¨® hacer un espect¨¢culo po¨¦tico, con versos de Lorca. Una noche recitaba Verde que te quiero verde y un tipo del p¨²blico grita: "?Chinga tu madre! ?Pos yo lo quiero azul, cabr¨®n!". Un se?or con pistolas, un antiguo pol¨ªtico, todos borrachos a su alrededor. Me par¨¦ y dije: "Ante esta groser¨ªa me permito empezar de nuevo el espect¨¢culo". Pero empiezo el espect¨¢culo de nuevo, Verde que te quiero verde, salen los bailaores, "Verde viento, ver...". "?Chinga cabr¨®n! !Lo quiero azul", grita otra vez el provocador. Y me dice Mar¨ªa Luisa Merlo: "?M¨¢talo, Super!", me llamaba Super porque trabajaba mucho. Y me voy hacia el tipo sinti¨¦ndome Hern¨¢n Cort¨¦s, y me saca la pistola, y yo me abalanzo y veo que tiene una placa de platino en la cabeza... Debi¨® temer que le cayera encima muerto, que le diera en la cabeza y muriera ¨¦l tambi¨¦n... ?l no dispar¨® y el guardaespaldas tambi¨¦n enfund¨® su pistola... Luego nos quedamos charlando y nos invit¨® a su casa, a beber m¨¢s.
P. Dijo Rafael Azcona que con los dramas que usted contaba que le hab¨ªan pasado Dostoievski no hubiera escrito ni una l¨ªnea.
R. Trab¨¦ amistad, le cont¨¦ mis cosas y un d¨ªa me disuadi¨® de mis problemas. ?Si eres un t¨ªo cojonudo, no te lamentes, si con tus problemas Dostoievski no hubiera escrito ni una l¨ªnea!
P. ?Cu¨¢l ha sido su mejor momento?
R. Soy la suma de muchas cosas. Y lo mejor est¨¢ por venir. Asumirte en tu decadencia, en tu deterioro.
P. ?El reciente premio en Nueva York por el Quijote?
R. Est¨¢ Turno de oficio. Ah¨ª me siento reciclado por Antonio Mercero. Y de ah¨ª yo saltar¨ªa a El vuelo de la paloma, dirigida por Garc¨ªa S¨¢nchez. ?Gente clave? Gonz¨¢lez Sinde, Gim¨¦nez Rico, Azcona por supuesto... Regueiro, aquella excelente Madregilda... Cuerda, M¨¦ndez Leite... Yo no ser¨ªa nada sin el esp¨ªritu que me regalaron... Y despu¨¦s vinieron los m¨¢s j¨®venes, Fernando Le¨®n con Familia, Santiago Segura, que todav¨ªa me da cameos diciendo que el d¨ªa menos pensado ser¨¦ el protagonista..., David Trueba... Han sido tan importantes para m¨ª como la psiquiatr¨ªa.
P. Y humanamente, ?cu¨¢l fue su mejor momento?
R. Cuando me dice en Nueva York mi psiquiatra, Manolo Trujillo: "El comienzo de la locura es el uso inadecuado de las palabras. T¨² no puedes usar la palabra travieso cuando a lo mejor eres un asesino".
P. ?Cu¨¢l ha sido el peor momento?
R. En el 69, rodando Fortunata y Jacinta. Entr¨¦ en una gran oscuridad. Una depresi¨®n fort¨ªsima a los cuatro d¨ªas de rodaje, coincidiendo con la muerte de mi padre. Gritaba a Emma Penella: "?Que echen a esta gorda!", y, claro, era la mujer del productor. Y me pas¨® cuando iba a rodar en Oslo, con Charlton Heston. Traslad¨¦ mi discurso interno a los rodajes... Y cuando vuelvo a Espa?a me encuentro en el peri¨®dico con la noticia del suicidio de George Sanders... "Ah¨ª os qued¨¢is con esa mierda", hab¨ªa dejado escrito en una nota.
P. Pues a usted le salva esa noticia.
R. Pero sobre todo me salva Manolo Trujillo. Por eso cuando me dan el premio en Nueva York, ¨¦l se viene conmigo y con Mar¨ªa, y es un momento estupendo, porque veo que ¨¦l se siente orgulloso de quien soy ahora. Me premian por lo que soy, no contratan a un pedazo de carne, como en el 69...
P. ?Es cierto que usted acudi¨® a pedirle el papel a Guti¨¦rrez Arag¨®n y se desnud¨® delante de ¨¦l?
R. Se demoraba el compromiso formal, ya ten¨ªa el papel. Me fui al productor y all¨ª encontr¨¦ a Manolo. Les dije: vamos a ver, ?qu¨¦ co?o pasa aqu¨ª? ?Se va a hacer esta pel¨ªcula? He adelgazado doce kilos. Y claro que me desnud¨¦; hasta los calzoncillos, no les ense?¨¦ las pelotas. A Manolo no le pareci¨® nada; puso esa cara de Manolo. Dec¨ªa: "Tienes unas canillas muy delgadas, de modo que me va muy bien".
P. Fue al Congreso, a protestar contra la guerra... ?Qu¨¦ sinti¨®?
R. Desprecio por la derecha; nos trat¨® como personajillos entrometidos... Claro, ellos no entienden que somos la conciencia colectiva del pueblo, los c¨®micos. Ellos no van al teatro. Pero la gente que ha mamado la zarzuela, el teatro de comedia costumbrista espa?ol, que es el pueblo de este pa¨ªs y se ha amanecido con Rafaela Aparicio, con Florinda Chico, con Amparo Ribelles, con Fern¨¢n-G¨®mez, con Marsillach..., esa gente ha tocado el factor humano, somos los intermediarios del genio literario, no nos pueden comprar con dos mendrugos. Hago teatro porque miro la vida, porque me estoy mezclando, soy un veh¨ªculo de opini¨®n... Sent¨ª verg¨¹enza de que haya una clase pol¨ªtica tan poco solidaria.
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