"LA ARQUITECTURA YA SE PARECE DEMASIADO A LA MODA"
Manuel Portaceli (Valencia, 1942) es, con el arquitecto milan¨¦s Giorgo Grassi, autor del proyecto de rehabilitaci¨®n del teatro romano de Sagunto, cuya obra, tras 10 a?os de pol¨¦mica y litigio por parte de Juan Marco Molines, abogado vinculado al PP, deber¨¢ ser demolida en parte seg¨²n un auto del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana hecho p¨²blico el mes de abril.
Pregunta. Este a?o no le ha tra¨ªdo buenas noticias. Un auto judicial obliga finalmente a rebajar el muro de la escena y levantar las gradas del teatro romano.
Respuesta. S¨ª, legalmente el caso est¨¢ cerrado. C¨®mo se lleva a cabo o si se puede desistir, es otro asunto.
P. ?Usted ve alg¨²n resquicio para la esperanza?
"El teatro romano de Sagunto estaba reconstruido en un 80%. Lo que ahora es visitable es lo que quedaba de romano"
R. El debate sobre si gusta o no la intervenci¨®n est¨¢ superado. Se hizo, tuvo su eco y termin¨®. Ahora se trata de la cuesti¨®n social, del gasto que puede ocasionar, y no s¨®lo el econ¨®mico, que ser¨ªa mayor que lo que cost¨® en su momento la rehabilitaci¨®n. Se trata de un monumento que funciona y que est¨¢ al servicio del ciudadano.
P. ?C¨®mo ha encajado este auto?
R. Me pareci¨® sorprendente y duro. Es una respuesta judicial muy fuerte. Esta sinraz¨®n de llevar un hecho cultural al campo judicial empez¨® mal y termina mal. Se hace una lectura muy restrictiva y crea unos antecedentes muy graves de cara a la rehabilitaci¨®n del patrimonio.
P. ?De qu¨¦ modo le puede afectar?
R. Si no se puede reconstruir ninguna parte de un monumento, no se pueden hacer la mayor¨ªa de las intervenciones de rehabilitaci¨®n. Siempre hay partes que tienen que ser reconstruidas.
P. ?Usted confi¨® en que el fallo judicial ir¨ªa en sentido contrario?
R. Siempre uno conf¨ªa en que la raz¨®n acabar¨¢ imponi¨¦ndose. Era muy absurdo que un hecho cultural estuviese en el campo judicial. Y que se pueda pedir la demolici¨®n me parece brutal.
P. La Administraci¨®n nunca discuti¨® con ustedes la legalidad de la obra. ?Deber¨ªa haber discutido despu¨¦s la ilegalidad?
R. En su momento se hicieron todos los pasos necesarios. Lo aprobaron el Ministerio de Cultura, que era el propietario del monumento, y la Generalitat valenciana. Despu¨¦s ya no nos han consultado nada.
P. Pero el Ministerio de Cultura defend¨ªa una soluci¨®n dialogada.
R. Incluso la ministra dijo que hab¨ªa que pensarse mucho la demolici¨®n por lo que supon¨ªa para el monumento y la sociedad. Pero ya no s¨¦ si el ministerio puede decir alguna palabra al respecto.
P. Uno de los argumentos esgrimidos en contra de esta intervenci¨®n fue que se hab¨ªa construido un nuevo teatro sobre las ruinas del viejo.
R. Siempre ha sido falso. El objetivo del proyecto no era hacer un teatro: era rehabilitar el teatro romano de Sagunto. Y como consecuencia de la rehabilitaci¨®n volv¨ªas a tener un teatro que se pod¨ªa utilizar. La otra falsedad utilizada era la del retorno al origen.
P. ?Las ruinas no eran v¨ªrgenes?
R. El teatro estaba reconstruido en el 80%. Realmente, lo que ahora es visitable es lo que antes no se pod¨ªa visitar y es lo que quedaba de romano. Sobre el antiguo escenario romano se hab¨ªa construido un escenario y ah¨ª se hac¨ªan las actuaciones. Eso es lo que se ha recuperado, porque las gradas estaban absolutamente reconstruidas. Ah¨ª no se pod¨ªa reconocer ya lo que era el teatro romano, y la recuperaci¨®n de su esencia es lo que ha hecho que el proyecto se haya convertido en una referencia en muchas escuelas de arquitectura europeas. Y esa referencia, se lleve a cabo la demolici¨®n o no, existir¨¢ siempre en la arquitectura. Incluso la demolici¨®n puede que la mitifique.
P. El auto habla de rebajar el muro de la escena y levantar las gradas. Quedar¨ªa intacta, por tanto, una parte de la intervenci¨®n.
R. S¨ª, lo curioso es que fija una altura del escenario, que no s¨¦ para qu¨¦ es. Y en las gradas, volver a los mampuestos de los a?os cincuenta, y no a las originales. Eso no es volver a los romanos, sino a lo que se ve en los laterales.
P. Giorgio Grassi ha dicho alguna vez que prefer¨ªa que fuese demolida toda la intervenci¨®n a mantener s¨®lo una parte.
R. Es que la idea es la recuperaci¨®n del espacio a partir de esos dos elementos b¨¢sicos. Tocarlo parcialmente ser¨ªa deformar y destruir esa recuperaci¨®n. Ya no se podr¨ªa entender el monumento. Ahora se sabe c¨®mo era el teatro romano.
P. Al margen de las decisiones judiciales, tener que destruir una restauraci¨®n que qued¨® finalista del premio Mies van der Rohe, ?qu¨¦ sentimientos le produce?
R. Es incomprensible. La gente no se lo cree. Y es una t¨®nica general en todos los foros de la arquitectura de Europa y Am¨¦rica.
P. ??ste ha sido un debate cultural o pol¨ªtico?
R. Absolutamente pol¨ªtico. De cultura se ha hablado poco. Toda rehabilitaci¨®n de monumento lleva una transformaci¨®n que siempre cambia el paisaje. Eso produce extra?eza en mucha gente y es utilizado como arma arrojadiza con un motivo pol¨ªtico. Fue una campa?a organizada. Hubo un peri¨®dico que le dedic¨® una p¨¢gina diaria en contra. Fue la misma guerra que en Valencia se libr¨® sobre diversos escenarios: la lengua, el Palau de la M¨²sica, el teatro romano de Sagunto...
P. Usted fue apartado por el PP de la restauraci¨®n de la ampliaci¨®n del Museo de Bellas Artes de Valencia. ?Fue un ajuste de cuentas?
R. Creo que s¨ª. Se me hizo una rescisi¨®n unilateral del contrato sin m¨¢s explicaciones. Aprobaron el proyecto, que es el que, salvo algunas modificaciones, se ha hecho, y me rescindieron el contrato. ?ramos dos arquitectos y s¨®lo me apartaron a m¨ª: no hay lugar a dudas.
P. Despu¨¦s de esto, ?qu¨¦ relaci¨®n tiene que establecer la arquitectura entre lo viejo y lo nuevo?
R. La arquitectura siempre est¨¢ en relaci¨®n con la historia. Incluso para hacer un edificio en la ciudad entre medianeras se tiene que poner en relaci¨®n con el sitio donde se hace la intervenci¨®n. Con el patrimonio es m¨¢s evidente: est¨¢s en una declaraci¨®n directa, en un di¨¢logo donde lo importante es que se pueda entender y valorizar la historia. El monumento es el que manda, el que establece las reglas, proporciones, medidas y materiales. Pero eso no quiere decir que se tenga que ir a una soluci¨®n mim¨¦tica, porque ser¨ªa ir contra la m¨¢s elemental regla, que es la distinci¨®n entre lo nuevo y lo viejo. La intervenci¨®n tiene que revalorizar lo viejo y no negar la actualidad del momento en el que se est¨¢ haciendo.
P. ?Volver¨ªa a hacer esta intervenci¨®n?
R. M¨¢s o menos, s¨ª. Los planteamientos son los mismos que se pueden leer en otras obras m¨ªas como la rehabilitaci¨®n de las Atarazanas de Valencia, el Almud¨ªn de X¨¤tiva o la parte vieja del Museo de Bellas Artes de Valencia.
P. El Ministerio de Cultura le ha encargado la restauraci¨®n del castillo de Sagunto. ?No es chocante?
R. Lo que veo es que han reconocido los planteamientos de las obras que he ido haciendo. Esta confianza hace m¨¢s contradictoria la situaci¨®n del teatro. Y eso demuestra que en la pol¨ªtica tambi¨¦n hay gente que entiende cu¨¢les son los planteamientos para resolver un problema arquitect¨®nico.
P. ?El ruido judicial del teatro romano ha eclipsado el resto de su obra?
R. S¨ª. Parece que no he hecho nada m¨¢s que eso.
P. La arquitectura le habr¨¢ dado m¨¢s satisfacciones.
R. As¨ª es. He tenido la suerte de intervenir en el campo del patrimonio y de la arquitectura en proyectos muy interesantes que he tratado de aislar de lo otro.
P. ?Hubo alguna posibilidad de que usted no fuera arquitecto?
R. Siempre pens¨¦ que lo ser¨ªa, aunque razonablemente no s¨¦ por qu¨¦. Tiene un arranque visceral: me met¨ª y me absorbi¨®. Despu¨¦s tuve que hacerlo transmisible, porque eso es lo fundamental. Hay que estar prevenido contra los caprichos.
P. En cambio ahora impera el capricho. Todas las ciudades quieren tener un foster o un calatrava.
R. Los valores colectivos que siempre tuvo la arquitectura se han trastocado en un valor de espect¨¢culo. Es un objeto que podr¨¢ tener relaci¨®n o no con la ciudad pero sirve de propaganda. La arquitectura ya se parece demasiado a la moda. Da lo mismo si el vestido es apropiado o feo, lo importante es la marca. Es una banaliza-ci¨®n. Adem¨¢s, difumina la identidad de las ciudades, que acaban siendo todas iguales.
JARDINERO
Aunque el ruido judicial y pol¨ªtico del teatro romano de Sagunto ha ensordecido el resto de su obra, Manuel Portaceli es uno de los arquitectos m¨¢s solventes en el campo de la rehabilitaci¨®n del patrimonio. As¨ª lo acreditan sus proyectos de ampliaci¨®n de las Cortes Valencianas, del Museo de Bellas Artes de Valencia o del Neues Museum de Berl¨ªn, tambi¨¦n con Giorgio Grassi, aunque tambi¨¦n ha hecho incursiones en la arquitectura comercial y en el dise?o de muebles. Fuma cigarrillos muy suaves de abuela inglesa, Silk Cut, y es capaz de sentirse a gusto tanto en los c¨®modos sillones Wasilly de Marcel Breuer como en las inh¨®spitas sillas de Aldo Rossi. Siguiendo el aforismo chino que recomienda hacerse jardinero para ser feliz, se ha construido un jard¨ªn rom¨¢ntico en su casa de Denia (Alicante) contrapuesto al sentimiento y la raz¨®n, as¨ª como al esencialismo y la elementalidad de su arquitectura. Su obsesi¨®n es que la arquitectura siga siendo un arte ¨²til que provenga de la reflexi¨®n, de las necesidades y de los valores sociales.
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