El virrey
Con las primeras luces del alba, entre las cinco y las seis de la ma?ana, el embajador Paul Bremer abandona la caravana sin aire acondicionado donde pernocta, y corre sus cinco kil¨®metros diarios por los jardines del antiguo palacio -en verdad, una ciudadela- de Sadam Husein. Luego, se ducha y se zambulle quince horas en su despacho, en el coraz¨®n de la gigantesca construcci¨®n llena de ara?as de cristal, baldosas de m¨¢rmol y c¨²pulas doradas que construy¨®, como un monumento a su megaloman¨ªa, el dictador iraqu¨ª. Y, para que no cupiera duda sobre sus intenciones, coron¨® el enorme complejo con cuatro gigantescas cabezas de cobre hueco en que Sadam Husein aparece como Nabucodonosor.
Bremer dice que la econom¨ªa de mercado y la democracia pol¨ªtica convertir¨¢n a Irak en una naci¨®n pujante
Dem¨®cratas y republicanos de EE UU coinciden en que esta empresa debe llegar a buen puerto
Es una ilusi¨®n suponer que las acciones de sabotaje, atentados y emboscadas van a ser r¨¢pidamente aplastadas
Ahora, Irak tiene la posibilidad de romper el c¨ªrculo vicioso de dictadura tras dictadura en que ha vivido
Bremer tiene 62 a?os pero parece mucho menor. Graduado en Yale y en Harvard, fue embajador en los Pa¨ªses Bajos y en Noruega, embajador volante del Presidente Reagan, es experto en crisis y en contra terrorismo y llevaba diez a?os retirado, en un pr¨®spero trabajo privado, cuando el Presidente Bush lo llam¨® para ofrecerle el oficio m¨¢s dif¨ªcil del mundo: dirigir la democratizaci¨®n y reconstrucci¨®n de Irak. Lo acept¨® porque siempre ha cre¨ªdo en el servicio p¨²blico y porque su padre le ense?¨® que si uno tiene la suerte "de nacer en el mejor pa¨ªs del mundo" ("bueno, nosotros creemos que es el mejor pa¨ªs del mundo", matiza) est¨¢ obligado moralmente a hacer todo lo que el Presidente le pida. Adem¨¢s, lo ha aceptado porque est¨¢ convencido de que es posible hacer del Irak post-Sadam Husein una democracia funcional que contagiar¨¢ su entorno y permitir¨¢ una transformaci¨®n esencial de todo el Medio Oriente.
Habla con claridad y coherencia, y, a ratos, se aparta de las banalidades cong¨¦nitas a cualquier detentador de un cargo p¨²blico, para decir cosas inteligentes. Pero, por su entusiasmo para describirme el futuro promisor de Irak, olvida las leyes de la hospitalidad y no nos ofrece ni un vaso de agua ni a m¨ª ni a mi hija Morgana, que boqueamos de sed y de insolaci¨®n, pues hemos protagonizado una odisea para llegar a este despacho (con una hora de atraso).
La cita era a las 11 y 15 de la ma?ana y estuvimos a las diez y media en la entrada, junto al gran arco, entre las alambradas y barreras de la guardia. All¨ª deb¨ªan esperarnos dos oficiales de la Misi¨®n Militar Espa?ola del CPA (Coalition Provisional Authority). Pero el teniente coronel Juan Delgado y el coronel Javier Sierra hab¨ªan aparcado su coche delante del arco, en tanto que nosotros los esper¨¢bamos detr¨¢s. Este desencuentro nos ech¨® a mi hija y a m¨ª en manos de unos soldados que nos registraron, nos pidieron unos pases incomprensibles, y nos advirtieron que jam¨¢s nos dejar¨ªan cruzar las rejas hacia el lejano despacho de Bremer. Durante una hora pivotamos entre distintas puertas del palacio, separadas por centenares de metros que deb¨ªamos cruzar a pie, bajo un sol ¨ªgneo. Cuando por fin un oficial acept¨® llamar a la oficina de informaciones del embajador Bremer, no pudo hablar con nadie porque todos los empleados se hab¨ªan trasladado al aeropuerto a dar la bienvenida al actor Arnold Schwarzenegger que ven¨ªa a pasar el 4 de julio con las tropas norteamericanas de Bagdad.
En la m¨¢s ardiente ma?ana de mi vida, y cuando ya se hab¨ªa pasado media hora de la hora de la cita, Morgana, temeraria e inoportuna, decidi¨® dar una lecci¨®n de buena crianza al Ej¨¦rcito de los Estados Unidos y se puso a rugirle al sargento jefe del plant¨®n que ella no aguantaba groser¨ªas ni que le levantaran la voz, ni la falta de cooperaci¨®n de tanto pat¨¢n uniformado, con lo que yo deduje que, adem¨¢s de no ver a Bremer, no era imposible que diera con mis huesos en uno de los calabozos del Palacio del d¨¦spota iraqu¨ª. En ese momento, providencialmente, apareci¨® un teniente en zapatillas dotado de racionalidad. Entendi¨® todo y pidi¨® que lo sigui¨¦ramos. As¨ª llegamos a la antesala del embajador. Quince minutos despu¨¦s compareci¨® un amable coronel, adjunto militar del proc¨®nsul, que nos pregunt¨® si ven¨ªamos a cubrir la entrevista que el embajador Bremer tendr¨ªa con el Premio Nobel. ?Se hab¨ªa inventado el espl¨¦ndido Miguel Moro Aguilar, Encargado de la Embajada de Espa?a, que me gestion¨® esta cita, semejante credencial para que Bremer no pudiera decir no? Cuando expliqu¨¦ al decepcionado coronel que no hab¨ªa ning¨²n Premio Nobel a la vista y que la cita era, apenas, con un novelista del Per¨², aqu¨¦l murmur¨®, con desmayado humor: "Si usted le cuenta toda esta confusi¨®n al embajador, me despide".
Una hora despu¨¦s de lo debido, aqu¨ª estamos, con el hombre al que los terroristas que han asesinado ya 27 soldados norteamericanos y herido a 177 desde el 9 de abril, intentaron matar ayer, en el Museo Nacional, un atentado que, por cierto, la seguridad detect¨® y ataj¨® a tiempo. Me cuenta que pas¨® su luna de miel en el Per¨², en 1965, y que, gracias a una huelga del ferrocarril, ¨¦l y su esposa tuvieran la suerte de visitar Machu Picchu, solos, sin los enjambres de turistas habituales.
?Qu¨¦ va a ocurrir ahora en Irak? Por lo pronto, la designaci¨®n de un Consejo de Gobierno iraqu¨ª, de 25 personas, representativas de todas las tendencias pol¨ªticas, religiosas y ¨¦tnicas, que tendr¨¢ poderes ejecutivos, nombrar¨¢ ministros y comisiones de t¨¦cnicos y expertos para poner en marcha las instituciones p¨²blicas. El Consejo intervendr¨¢ en la elaboraci¨®n del Presupuesto, en la puesta en marcha de una econom¨ªa de mercado y en la privatizaci¨®n del sector p¨²blico. El embajador Bremer dice que la econom¨ªa de mercado y la democracia pol¨ªtica convertir¨¢n a este pa¨ªs, que Sadam Husein con su fren¨¦tico derroche armamentista y su socialismo estatista arruin¨®, en una naci¨®n pujante. "Si Lee Kwan Yoo consigui¨® hacerlo en Singapur, un pa¨ªs que no ten¨ªa otro recurso que su gente, imagine lo que puede lograr Irak con sus ingentes recursos. Y no pienso s¨®lo en el petr¨®leo, tambi¨¦n en la tierra, que, en la regi¨®n central, es a¨²n m¨¢s f¨¦rtil que la del mediod¨ªa franc¨¦s".
Un par de semanas despu¨¦s de mi visita, en efecto, fue instalado el Consejo de Gobierno, de 25 miembros, con un reparto proporcionado a la composici¨®n pol¨ªtico social iraqu¨ª: 13 chi¨ªes, cinco kurdos, cinco sun¨ªes, un turcomano y un cristiano. Entre ellos, tres mujeres y un comunista. Seg¨²n las primeras declaraciones de Bremer este organismo iba a ser s¨®lo "asesor", es decir decorativo, pero, al parecer por consejo insistente de Sergio Vieira de Mello, el enviado especial de la ONU, el embajador consinti¨® en otorgarle poderes ejecutivos. Cuando se lo pregunto, me responde: "Mi colaboraci¨®n con Vieira de Mello es excelente".
Seg¨²n su plan, este Consejo de Gobierno plural abrir¨¢ un per¨ªodo de acciones m¨²ltiples, con participaci¨®n creciente de la ciudadan¨ªa en todos los ¨®rdenes, que ir¨¢, de una manera pr¨¢ctica, impulsando la democratizaci¨®n. Mientras, una asamblea o comisi¨®n constituyente, conformada por gentes respetables y capaces, pondr¨¢ a punto una Constituci¨®n democr¨¢tica, "garantizando la libertad, la legalidad y los derechos de la mujer", que el pueblo iraqu¨ª deber¨¢ legitimar mediante un plebiscito. Entonces, Irak celebrar¨¢ las primeras elecciones libres de su historia y ¨¦l, sus 600 subordinados en este palacio y los 140 mil soldados estadounidenses, se marchar¨¢n.
Bremer asegura de manera enf¨¢tica que esto va a ocurrir y que los terroristas que cada d¨ªa emboscan y abaten en las calles a soldados norteamericanos no frenar¨¢n el empe?o de Estados Unidos en llevar a cabo este proceso democratizador hasta sus ¨²ltimas consecuencias. ?Seguir¨¢ apoy¨¢ndolo la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos, pese al alt¨ªsimo coste econ¨®mico y en vidas humanas que tendr¨¢? Sin la menor duda. ?l recibe aqu¨ª, a diario, delegaciones bi-partidarias, y, pese a las rencillas p¨²blicas acrecentadas por el proceso electoral de Estados Unidos, dem¨®cratas y republicanos coinciden en que esta empresa debe llegar a buen puerto, cueste lo que cueste.
?Qui¨¦nes son los terroristas? Varios grupos, que act¨²an de manera dispersa, sin una direcci¨®n central. Los criminales comunes que Sadam Husein solt¨® de las c¨¢rceles. Residuos militares de la dictadura, oficiales de la Guardia Republicana, de los fedayines de Sadam, torturadores y agentes con prontuario de la polic¨ªa pol¨ªtica (la Mukhabarat) a quienes les interesa que cunda el caos por razones obvias. Comandos internacionalistas de Al Qaeda venidos del exterior, as¨ª como comandos enviados por los sectores m¨¢s fan¨¢ticos del gobierno de Ir¨¢n, que temen, y con justa raz¨®n, en sus fronteras, un Irak libre y democr¨¢tico. Estas fuerzas ir¨¢n siendo aniquiladas, con determinaci¨®n y m¨¦todo, gracias a la colaboraci¨®n de los propios iraqu¨ªes, a medida que empiece a funcionar la polic¨ªa y las milicias locales, entrenadas por las fuerzas de la coalici¨®n, operaci¨®n que est¨¢ ya en marcha. Y la captura o muerte de Sadam Husein (por el que ofrece 25 millones de d¨®lares) liberar¨¢ a muchos iraqu¨ªes del terror que todav¨ªa sienten ante la idea de que el tirano pueda volver al poder a tomarles cuentas por haber decapitado sus estatuas.
He o¨ªdo decir mucho, en estos d¨ªas, a iraqu¨ªes y extranjeros, que Paul Bremer no est¨¢ aqu¨ª en su elemento, que Irak, el mundo ¨¢rabe, el Medio Oriente, son para ¨¦l temas ex¨®ticos. No es mi impresi¨®n. Por el contrario, parece moverse como pez en el agua en las turbias aguas de las diferencias, enemistades y afinidades entre las innumerables fracciones, comunidades, etnias y religiones iraqu¨ªes -chi¨ªes y sun¨ªes, ¨¢rabes, kurdos, turcomanos, armenios, cristianos, etc¨¦tera- con observaciones sutiles sobre las dificultades de hacer coexistir a ese mosaico tan dis¨ªmil. "Ser¨¢ dif¨ªcil, pero ocurrir¨¢, ocurrir¨¢", repite muchas veces. Para ¨¦l, lo definitivo, m¨¢s que las instituciones que se creen y las consultas electorales, ser¨¢ la acci¨®n cotidiana, el descubrimiento que ya est¨¢n haciendo los iraqu¨ªes de lo que significa ejercer la libertad, en este pa¨ªs en el que, pese a la inseguridad, a la falta de agua y de luz y a las basuras, desde el 9 de abril se han abierto medio centenar de peri¨®dicos y fundado setenta partidos pol¨ªticos. "Todo esto puede parecer algo an¨¢rquico. Pero lo que est¨¢ en marcha es una verdadera fuerza s¨ªsmica, la experiencia directa y cotidiana de la libertad, de la participaci¨®n c¨ªvica, a todos los niveles de la vida social. Una vez que hayan comprendido lo que ello significa, los iraqu¨ªes no dejar¨¢n que se la arrebaten nunca m¨¢s". En muchos pueblos y barrios ya funcionan municipalidades genuinas, surgidas de manera consensuada, en las que los vecinos participan y a las que fiscalizan, con una libertad de iniciativa y de acci¨®n que este pa¨ªs no hab¨ªa conocido.
Cuando le digo que no he o¨ªdo a un solo iraqu¨ª lamentar la ca¨ªda de Sadam Husein ni siquiera los bombardeos que acabaron con su r¨¦gimen, pero que, en cambio, todos con quienes he hablado est¨¢n indignados, humillados, ofendidos, por la pasividad de las fuerzas norteamericanas ante los saqueos, robos e incendios que han destruido Bagdad y arruinado a cientos de miles de vecinos, me recuerda que aquello ocurri¨® "cuando yo no estaba aqu¨ª, cuando llevaba una vida tranquila en la esfera privada". Pero, es verdad: "No haber parado los saqueos fue el peor error que cometimos y nos va a costar billones de d¨®lares reparar esos da?os". Estados Unidos no va a escatimar recursos en reconstruir los servicios, restaurar la infraestructura, para que este pa¨ªs despegue y se coloque a la vanguardia de la modernizaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica en el Medio Oriente. Habla con la convicci¨®n de un misionero y creo que cree lo que me dice.
?Puede materializarse ese sue?o? Creo que s¨®lo a condici¨®n de que Estados Unidos, o las Naciones Unidas, asuman el alt¨ªsimo costo, en p¨¦rdidas humanas y en recursos que pueden ser cuantiosos, de una larga ocupaci¨®n. Es una ilusi¨®n suponer que las acciones de sabotaje, atentados y emboscadas de los distintos grupos de la resistencia, en este pa¨ªs donde el embajador Bremer calcula que hay unos 5 millones de armas diseminadas entre la poblaci¨®n civil, van a ser r¨¢pidamente aplastadas, a¨²n luego de la muerte o captura de Sadam Husein. Lo probable es que, por un per¨ªodo que podr¨ªa ser largo, aumenten y las v¨ªctimas se multipliquen, y los da?os y sabotajes en la infraestructura sean grandes, de manera que la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y la creaci¨®n del empleo, una urgencia dram¨¢tica para el 70% de la poblaci¨®n que est¨¢ en paro, vayan en c¨¢mara lenta o se vean frenadas. De otro lado, la adaptaci¨®n a la democracia no ser¨¢ r¨¢pida ni sin sobresaltos en un pa¨ªs donde el factor religioso presenta obst¨¢culos dificil¨ªsimos para el establecimiento de una verdadera libertad e igualdad entre los sexos. No hablo s¨®lo de los extremistas fan¨¢ticos que, sin duda, son una minor¨ªa. Incluso entre los musulmanes medios y avanzados, y tambi¨¦n entre los cristianos de Irak, he encontrado, a menudo, en temas que conciernen a la mujer, a la libertad de expresi¨®n o al Estado laico, prejuicios y anticuerpos tan recios que costar¨¢ tiempo y paciencia superar. Las animosidades y rechazos entre las distintas comunidades religiosas, pol¨ªticas y ¨¦tnicas est¨¢n muy a flor de piel, y acaso inflamadas, ahora que pueden salir a la luz sin cortapisas y ya no se hallan sofocadas por una autoridad represora, de modo que establecer esos consensos b¨¢sicos sobre los que se edifica una democracia en el mosaico iraqu¨ª ser¨¢, tambi¨¦n, dif¨ªcil.
Pero nada de eso es imposible, desde luego. Sobre todo si, como afirma Bremer, el pueblo iraqu¨ª comienza a ejercitar esa libertad que no ha conocido y se acostumbra a ella, en un medio en el que el orden b¨¢sico est¨¦ asegurado. Hoy ese orden s¨®lo puede provenir de las fuerzas de la coalici¨®n, o -y esto ser¨ªa lo mejor que podr¨ªa ocurrir- de una fuerza de paz internacional avalada por las Naciones Unidas.
Al salir del despacho del embajador Bremer, aparecen el teniente coronel Juan Delgado y el coronel Javier Sierra. Respiran, aliviados. Nos han estado buscando toda la ma?ana por el d¨¦dalo de casamatas, barreras, puestos de control y patrullas de los antiguos dominios de Sadam Husein.
"Estamos vivos", los tranquilizamos. "Pero, muertos de sed. Cualquier l¨ªquido fr¨ªo, por caridad, aunque sea una dulcete Cola-cola".
A la ma?ana siguiente, en las largas horas de carretera a trav¨¦s del desierto que me lleva de Bagdad a Amm¨¢n, donde tomar¨¦ el avi¨®n de vuelta a Europa, me pregunto una vez m¨¢s -lo he hecho todos los d¨ªas en Irak- si fue un acierto o un error oponerme a la guerra que Estados Unidos decidi¨® unilateralmente, sin el apoyo de la ONU, para derrocar a Sadam Husein. La verdad es que las dos razones esgrimidas por Bush y Blair para justificar la intervenci¨®n armada -la existencia de armas de destrucci¨®n masiva y el v¨ªnculo org¨¢nico entre el Gobierno iraqu¨ª y los terroristas de Al Qaeda- no han podido ser probadas, y, a estas alturas, cada vez parecen m¨¢s improbables. Formalmente, pues, las razones para oponerme fueron v¨¢lidas.
Pero ?y si el argumento para intervenir hubiera sido, claro y expl¨ªcito, acabar con una tiran¨ªa execrable y genocida, que ha causado innumerables v¨ªctimas y mantiene a todo un pueblo en el oscurantismo y la barbarie y devolverle a ¨¦ste la soberan¨ªa? Hace tres meses no lo s¨¦, pero, ahora, con lo que he visto y o¨ªdo en esta breve estancia, hubiera apoyado la intervenci¨®n, sin vacilar. Sin ¨¦sta, Sadam Husein hubiera ca¨ªdo, tal vez, pero gracias a un golpe gestado dentro de su propia camarilla, que hubiera prolongado de manera indefinida la satrap¨ªa con otros d¨¦spotas y otras consignas. Y la suerte de la inmensa mayor¨ªa de los iraqu¨ªes seguir¨ªa siendo, como siempre, por tiempo indefinido, la del oprobio y el atraso. Esto no es pesimismo, es -basta echar una mirada alrededor en todo el Oriente Medio- estricto realismo. Todo el sufrimiento que la acci¨®n armada ha infligido al pueblo iraqu¨ª es peque?o comparado al horror que vivi¨® bajo Sadam Husein. Ahora, por primera vez en su larga historia, tiene la posibilidad de romper el c¨ªrculo vicioso de dictadura tras dictadura en que ha vivido y -como Alemania y Jap¨®n al terminar la segunda guerra mundial- inaugurar una nueva etapa, asumiendo la cultura de la libertad, la ¨²nica que puede inmunizarlo contra la resurrecci¨®n de ese pasado. Que esto sea realidad depende no s¨®lo de los iraqu¨ªes, aunque, claro est¨¢, principalmente de ellos. Depende, sobre todo, ahora, de la coalici¨®n y del apoyo material y pol¨ªtico que le preste la comunidad de pa¨ªses democr¨¢ticos del mundo entero, empezando por la Uni¨®n Europea.
? Mario Vargas Llosa, 2003. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2003.
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