Lecturas en El Morrazo
PARECE UN JARD?N JAPON?S. Tiene una tranquilidad zen. Est¨¢ en uno de los m¨¢s hermosos parajes gallegos, la r¨ªa de Ald¨¢n. El peque?o hotel fue una casa de salaz¨®n que por estas tierras impulsaron los catalanes. Mantiene la nobleza de la piedra y est¨¢ reformado con esp¨ªritu minimalista. Un refugio tranquilo. Por aqu¨ª desayuna el alcalde de Vigo, Ventura P¨¦rez Mari?o, un socialista que sabe lo importante que es presidir una procesi¨®n de ciudadanos devotos del Cristo de la Victoria. Encabeza la procesi¨®n acompa?ado de Ana Pastor, la ministra que sale en todas las quinielas de futuribles mandatos populares. El socialista Mari?o, como Bono y V¨¢zquez, sabe lo importante de conseguir votos devotos. La ministra, cat¨®lica ella, tambi¨¦n conoce la importancia de las procesiones. Esa misma ma?ana ha presidido otra bien diferente, una muy pagana y cunqueriana, la del vino albari?o en Cambados. All¨ª tambi¨¦n procesionaron con el mejor estilo berlanguiano, presididos por una poco virgen, pagana a lo marbell¨ª, pasada por el Folies Berger, triunfadora en Lavapi¨¦s y en una televisi¨®n de piernas largas e ideas cortas. La musa de la derecha, es decir, la vedette Norma Duval. A su lado, el Gran Maestre, Fraga, que no perdi¨® oportunidad en piropear a la maciza madura. Tampoco desaprovech¨® la ocasi¨®n de besar con lengua y en su boquita pintada a la alcaldesa m¨¢s joven de Galicia, la guapa y rubia ribadumiense Salom¨¦ Pe?a. El albari?o tiene estas cosas, suelta la lengua. Tambi¨¦n en procesi¨®n pagana, m¨¢s agazapado, menos besuc¨®n, con menos sonrisas y l¨¢grimas que el amigo de su padre, estaba P¨ªo Cabanillas. Un joven ex de casi todo -le falta ser presidente del Pontevedra FC para incumplir los sabios consejos de su padre- que busca refugio en su tierra, lejos de Menorca, como un discreto marino que hubiera perdido la gracia del mar. P¨ªo hijo debe recordar lo que una vez le pas¨® a su padre en compa?¨ªa de Fraga. Cuentan que una ma?ana de verano gallego, con mucho calor, la pareja de pol¨ªticos, que andaban de visita por las r¨ªas de su tierra, decidieron darse un ba?o en pelota picada. En ¨¦stas estaban cuando un autob¨²s con monjas y ni?as adolescentes llegaron hasta su tranquila cala. Tuvieron que optar por salir del agua con sus redondas desnudeces y todo lo dem¨¢s. Fraga, p¨²dico y r¨¢pido, se tapaba sus partes m¨¢s d¨¦biles. Sin embargo, el sagaz P¨ªo sab¨ªa que lo que deber¨ªa ocultar era lo m¨¢s conocido. Justo m¨¢s abajo de esa cabeza donde cabe o cab¨ªa el Estado, le gritaba a su amigo: "?La cara, Manolo, la cara...!".
A P¨ªo Cabanillas, un ex de casi todo, s¨®lo le falta ser presidente del Pontevedra FC para incumplir los consejos de su padre
Al margen del bullicio transcurren las tardes en el jard¨ªn de un lugar de El Morrazo. Un padre de familia, silencioso y bastante evasivo, est¨¢ leyendo un libro, ha desechado los peri¨®dicos en el desayuno, tampoco quiere ver el telediario de la Uno. Hace bien. El verano es para la literatura. Est¨¢ leyendo una novela titulada El fondo de la botella. Botella con min¨²scula, por favor. Una joya del libertino, infiel, agn¨®stico, bebedor y enorme escritor de tramas criminales que fue George Simenon. El lector retira un momento el libro de su cara, seguramente descansando de la violencia y el alcohol de esa novela espl¨¦ndida de Simenon. ?No puede ser!... Van a tener raz¨®n los que opinan que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Esa cara me suena. Resulta que el lector tranquilo es el mism¨ªsimo Urdaci. ?l, en El Morrazo. El mismo de inolvidables telediarios en los negros d¨ªas del Prestige. El periodista malquerido por gallegos y sensibilizados en general con la lucha contra el chapapote. Un desastre que todav¨ªa se nota en estas aguas, en estas costas, ?que se lo pregunten a los percebeiros! ?Urdaci en las tierras del chapapote y sin un barco de marines para que pueda narrar con tranquilidad televisada lo espl¨¦ndido de las playas, la felicidad de los mariscos y de los mariscadores! Un hombre tranquilo, s¨ª se?or. Y tambi¨¦n valiente. Que siga con sus cr¨ªmenes imaginarios en su tranquilo jard¨ªn. As¨ª son las lecturas de verano. Uno, con sus cr¨ªmenes; otro, con sus ilusiones.
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